— ?Por que usas mascara y Kumar no?

— Si que uso — rio Kumar —. Mira bien.

— Ah, si, ya veo. Muy comodo.

— Son molestas, salvo que uno viva en el agua, como Kumar — dijo Brant —. Yo probe los lentes de contacto, pero me irritaron los ojos. La mascara es anticuada, pero no trae tantos problemas. ?Listo?

— Listo, capitan.

Saltaron al unisono, por las bandas de babor y estribor, con tanta sincronizacion que el bote casi no se hamaco. Loren los vio bajar hasta el arrecife, a traves del grueso pano de vidrio sobre la quilla. La profundidad era de veinte metros, pero parecia mucho menos.

Ya habian arrojado los cables y herramientas al fondo, y los dos buzos pusieron manos a la obra de reparar el enrejado roto. Cada tanto intercambiaban alguna frase breve e incomprensible, pero en general trabajaban en silencio. Ambos conocian la tarea tan bien, que podian entenderse sin palabras.

Para Loren el tiempo transcurria con rapidez. Pensaba que estaba contemplando un mundo nuevo; y efectivamente, asi era. Habia visto innumerables documentales filmados en los oceanos terrestres, pero los seres vivos que pasaban ante su vista eran completamente desconocidos. Discos rodantes, masas gelatinosas, alfombras flotantes, espirales que giraban como tirabuzones: por mas imaginacion que pusiera, ninguna de esas criaturas guardaba la menor semejanza con algo que pudiera llamarse un pez. En una sola ocasion creyo reconocer algo: un veloz torpedo que desaparecio casi al instante. Si tenia razon, ese pez era un terricola exiliado mas.

Penso que Brant y Kumar se habian olvidado de el, pero se sobresalto al oir una voz por el intercomunicador.

— Ya salimos. Estaremos contigo en veinte minutos. ?Todo bien?

— Perfecto — dijo Loren —. Me parecio ver un pez terrestre hace unos minutos.

— Yo no lo vi.

— El tio tiene razon, Brant — dijo Kumar —. Hace cinco minutos paso una trucha mutante de veinte kilos. La asustaste con tu soldador.

Se alzaban lentamente del fondo del mar, siguiendo la elegante catenaria de la cuerda del ancla. Se detuvieron cinco metros debajo de la superficie.

— Este es el momento mas aburrido del trabajo — dijo Brant —. Quince minutos de espera. Canal dos, por favor. Gracias, pero baja un poco el volumen.

Probablemente era Kumar quien habia elegido la musica para acompanar la descompresion; su ritmo violento no parecia demasiado acorde con la serenidad del panorama submarino. Contento de no encontrarse inmerso en ella, Loren se apresuro a apagarla apenas los buzos reiniciaron el ascenso.

— Una manana bien aprovechada — dijo Brant al subir a cubierta —. Voltaje y corriente normales. Podemos volver a casa.

Loren los ayudo a desembarazarse de los equipos, cosa que ambos agradecieron. Estaban agotados y tiritaban de frio, pero se reanimaron tras beber un par de tazas de un brebaje caliente y dulce que los thalassianos llamaban te, a pesar de su escasa semejanza con la infusion terricola del mismo nombre.

Kumar puso en marcha el motor mientras Brant hurgaba entre los objetos amontonados sobre el piso del bote hasta encontrar un pequeno frasco de colores brillantes.

— No, gracias — dijo Loren, cuando Brant le ofrecio una pildorita, de efecto levemente narcotico —. No quiero contraer ningun habito que sea dificil de abandonar.

No habia terminado de hacer esa observacion cuando comprendio su error. Tal vez la hizo por un impulso perverso de su subconsciente, tal vez por sentirse culpable. De todas maneras, Brant no advirtio ninguna intencion oculta en sus palabras. Tendido de espaldas, las manos entrelazadas bajo la nuca, contemplaba el cielo despejado.

— De dia se ve el Magallanes — dijo Loren para cambiar de tema —. La cuestion es saber donde mirar. Yo nunca pude verlo.

— Mirissa lo ha visto varias veces — tercio Kumar —. Me mostro como hacerlo. Hay que llamar al Observatorio para averiguar la hora del transito y salir y tenderse de espaldas. Es como una estrella brillante y no parece moverse, pero si apartas la vista un solo instante lo pierdes.

Kumar desacelero el motor, navego a baja velocidad por unos instantes y luego detuvo el bote por completo. Loren echo una mirada a su alrededor para orientarse y advirtio con sorpresa que se encontraban por lo menos a un kilometro de Tarna. Junto al bote flotaba otra boya, con una bandera roja y una gran letra P.

— ?Por que nos detenemos? — pregunto Loren.

Kumar solto una risita maliciosa, destapo un balde y vertio su contenido por la borda; parecia sangre, pero el olor era espantoso. Loren se alejo lo mas que pudo, dentro de los estrechos confines del bote.

— Visitamos a un viejo amigo — susurro Brant —. Sientate y no hagas ruido porque se pone muy nervioso.

?Un amigo? penso Loren. ?Que diablos pasa?

Durante los cinco minutos siguientes no paso absolutamente nada; Loren no hubiera creido que Kumar era capaz de estarse quieto tanto tiempo. Entonces observo una gran banda oscura que ascendia hacia la superficie a pocos metros del bote. Al verla mas de cerca se dio cuenta de que formaba un anillo en torno del bote.

Al mismo tiempo percibio que Brant y Kumar no miraban la banda sino a el. Conque quieren sorprenderme, penso; ya veremos…

Aun asi, tuvo que empenar toda su fuerza de voluntad para reprimir un grito aterrado, cuando algo parecido a un muro de carne color rosado brillante — no, putrefacto — se alzo del mar, chorreando agua, hasta la mitad de la altura de un hombre para formar una barrera continua a su alrededor. Y para colmo del horror, el borde superior estaba cubierto de viboras rojas y azules que se retorcian sin cesar.

Una boca colosal, rodeada de tentaculos, se habia alzado del mar para engullirlos…

Sin embargo, por las expresiones risuenas de sus acompanantes, era evidente que no corrian peligro.

— Por Dios, quiero decir, por Krakan, ?que diablos es eso? — pregunto tratando de mantener la voz firme.

— Reaccionaste muy bien — dijo Brant con admiracion —. Algunos se esconden en el fondo del bote. Es un polipo, lo llamamos Bicho Bonito. Colono invertebrado: miles de millones de celulas especializadas que cooperan entre si. Habia animales como este en la Tierra, aunque creo que no eran tan grandes.

— Ya lo creo que no — dijo Loren con fervor —. Ahora, si me permiten la pregunta, ?como salimos de esto?

Brant hizo una senal a Kumar, quien acelero el motor al maximo. El muro viviente que los rodeaba se hundio en el mar con una rapidez sorprendente para una criatura tan enorme, en su lugar solo quedo un aro viscoso flotando en el agua.

— Las vibraciones lo asustan — dijo Brant —. Mira a traves del visor si quieres verlo de cuerpo entero.

Bajo el piso del bote un objeto parecido a un tronco de arbol de diez metros de espesor se hundia hacia el fondo del mar. Loren vio que esas «viboras» que se retorcian en la superficie eran tentaculos; flotaban ingravidos en su elemento natural, y agitaban las aguas en busca de su presa.

— ?Es un monstruo! — susurro, y se relajo por primera vez en varios minutos. Lo embargo una calida sensacion de orgullo, mas aun, de alborozo. Habia pasado la prueba y con ello se habia ganado el respeto de Brant y Kumar.

— ?Esa cosa no es peligrosa? — pregunto.

— Por supuesto; por eso colocamos la boya.

— Francamente me gustaria matarlo.

— ?Por que? — exclamo Brant con asombro —. Si no le hace dano a nadie.

— Bueno… me imagino que una criatura tan enorme debe de consumir enormes cantidades de peces.

— Si, pero de los thalassianos, no de los que comemos nosotros. Y tiene una particularidad interesante. Durante mucho tiempo tratamos de descubrir como atrae a los peces, incluso los nativos, que son bastante estupidos, hacia su boca. Parece que segrega una especie de senuelo quimico, y fue asi como se nos ocurrio lo de las trampas electricas. Y hablando de trampas…

Tomo su trasmisor.

— Tarna Tres a Registro Automatico Tarna, aqui Brant. La red esta reparada y funciona normalmente. No

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