—?Y ahora que? —pregunto Freehafer.

—Hay que buscar comida —dijo Doris Lilly—. Tenemos que encontrar algo para comer.

—?Donde sugieres que busquemos? —pregunto de nuevo Freehafer. Su tono no era sarcastico.

Doris se encogio de hombros.

—Puede que en la ciudad. Tal vez las cosas no estan tan mal como... quiza no esten tan mal.

—Quiero ver la television —dijo Phil Lilly.

—No funciona —replico Doris, abstraida—. Voto por que vayamos a la ciudad y veamos como estan las cosas. Podemos llevar a Harry...

—?Quiero ver la tele ahora mismo! —grito Phil.

—Callate —ordeno su padre.

—?Quiero ver la tele ya! —repitio el muchacho.

Norman Lilly le cruzo el rostro de una bofetada.

—?Norm! —exclamo su mujer. El nino lloro, mas por la sorpresa que por el dolor—. Nunca habias pegado a los ninos...

—Oye, Phil —dijo Lilly, con voz calma y decidida—. Ahora todo es distinto, tienes que comprenderlo. Cuando te pidamos que estes quieto tendras que obedecer. Tu y tu hermana, ambos vais a tener que aprender mucho, y rapidamente. Ahora id a la otra habitacion.

Los ninos vacilaron un momento. Norman alzo la mano. Ellos le miraron sorprendidos y luego echaron a correr.

—Es un poco drastico —comento Bill Freehafer.

—Si —dijo Bill, rehuyendo la observacion—. Bill, ?no crees que deberiamos ir a ver que les ocurre a nuestros vecinos?

—Deja que se encargue la policia... —Bill Freehafer se interrumpio de pronto—. Bueno, es posible que todavia haya policia.

—Puede que si, pero ?quien les dara ordenes a partir de ahora? —pregunto Lilly, y miro a Harry.

Harry se encogio de hombros. Estaba el alcalde. El sheriff habia ido al valle San Joaquin, pero probablemente el valle se habria inundado con aquella lluvia.

—?Tal vez el senador? —pregunto Harry.

—Ah, si —dijo Freehafer—. El senador vive en aquella Colina. Tal vez deberiamos... Dios mio, Norm, no lo se. ?Que podemos hacer?

—En cualquier caso podemos echar un vistazo, Harry. ?Conoces a esa gente?

—Si...

—Tenemos dos coches. Bill, tu llevaras a los demas a la ciudad. Harry y yo echaremos un vistazo. ?De acuerdo?

Harry parecia dudar.

—Lo que faltaba... —dijo Bill Freehafer.

—Ya les he dejado el correo...

Norman Lilly alzo una mano inmensa.

—Tiene razon, Bill, ya lo sabes. Pero miralo de esta manera, Harry. Eres un cartero.

—Si...

—Eso es algo muy valioso, pero ya no habra correo, ni cartas ni revistas. Sin embargo sigue habiendo una necesidad de mensajeros. Alguien tiene que mantener las comunicaciones en funcionamiento, ?no te parece?

—Si, claro —convino Harry.

—Muy bien. Ahora seras mas necesario que nunca. Y este va a ser tu primer mensaje tras el choque del cometa. Un mensaje a los Roman de nuestra parte. Estamos dispuestos a ayudar, si podemos. Son nuestros vecinos. Pero no los conocemos, y ellos tampoco nos conocen a nosotros. Si han tenido problemas estaran al acecho de extranos. Alguien tiene que presentarnos. Es un mensaje que vale la pena, ?verdad?

Harry medito en ello. Tenia sentido.

—Despues me llevareis a la ciudad...

—Claro. En marcha. —Norm Lilly salio y regreso armado con un rifle para matar ciervos y la pistola automatica.

—?Has usado alguna vez una de estas, Harry?

—No, y no quiero usarla. Daria una mala imagen.

Lilly asintio y dejo la pistola sobre la mesa.

Bill Freehafer empezo a decir algo, pero Lilly le interrumpio.

—De acuerdo, Harry, vamos —dijo Norm. No hizo ningun comentario cuando Harry llevo su saca de correo al coche.

Habian recorrido medio camino cuando Harry dio unos golpecitos a la saca, sonrio y dijo a su acompanante:

—Oye, no te reiras de mi, ?verdad?

—?Como puedo reirme de un hombre que tiene un objetivo en la vida?

Se detuvieron ante la puerta de la valla. Las cartas habian desaparecido del buzon. El candado seguia en su sitio.

—?Y ahora que? —pregunto Harry.

—Buena pregun...

El disparo alcanzo a Norm Lilly en pleno pecho. Era un impacto de escopeta. Lilly retrocedio y quedo muerto. Harry permanecio un instante inmovil, conmocionado, y luego echo a correr hacia la carretera. La cruzo y se lanzo a la hondonada. Avanzo por el agua fangosa sin importarle que la saca y sus ropas se mojaran. Luego empezo a correr hacia el Muchos Nombres.

Oyo ruidos tras un recodo del camino, y por detras tambien se acercaba alguien. Esta vez no querian dejar que escapara. Desesperado, Harry trepo por el terraplen, lejos de la carretera, y empezo a subir la empinada ladera de la colina, arrastrando la saca de correo. Sus botas se hundian en el barro, resbalaban. Pero el se afianzaba en el suelo y seguia subiendo.

Oyo un disparo. El ruido fue muy intenso, mucho mas que el del calibre veintidos con que le habian disparado el dia anterior. Quiza era otro tiro de escopeta. Harry siguio adelante. Llego a la cima de la primera elevacion y echo a correr.

No podia saber si aun iban en su busca, ni le importaba. No tenia intencion de volver alli. Recordaba la expresion de sorpresa en el rostro de Norman Lilly, aquel hombrote doblandose, muerto antes de caer al suelo. ?Que clase de gente era aquella que disparaba sin avisar?

La colina se hizo mas empinada, pero el suelo era mas duro y la roca abundaba mas que el barro. A Harry le pesaba la saca. Probablemente le habia entrado agua. ?Por que seguia transportandola? «Porque es el correo, estupido hijo de perra», se respondio a si mismo.

El rancho Chicken era propiedad de un matrimonio de edad, comerciantes de Los Angeles retirados. Era una granja avicola totalmente automatizada. Las gallinas estaban en diminutos corrales. Los huevos salian rodando de la jaula e iban a parar a una cinta transportadora. El alimento llegaba por otra cinta, y habia un suministro continuo de agua. En realidad no era un rancho, sino una fabrica.

Tal vez era un paraiso para las aves. Todos los problemas estaban resueltos, no habia luchas, podian comer cuanto querian, estaban protegidos de los coyotes, tenian jaulas limpias —de eso se encargaba otro sistema automatizado—... pero debia ser una existencia bastante aburrida.

El rancho Chicken se encontraba en la siguiente colina. Antes de que Harry llegara alli vio a las aves. Pollos y gallinas deambulaban aturdidos bajo la lluvia, entre las matas mojadas, picoteando el suelo, las ramas de los arbustos, las botas de Harry, y cacareando planideramente al cartero, como si le pidieran instrucciones.

Harry se detuvo. Debia haber ocurrido algo terrible. Los Sinanian jamas habrian dejado sueltos a los pollos.

?Habrian atacado aquellos bastardos tambien alli? Harry se quedo de pie junto a la falda de la colina, sin saber que hacer, y los pollos se amontonaron en torno suyo.

Tenia que averiguar lo que habia sucedido. Eso formaba parte del trabajo. Informador, cartero, pregonero publico, mensajero... Era todo aquello o no era nada. Permanecio unos momentos indeciso, tratando de reunir valor, y finalmente se dirigio a la granja.

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