Todo el pienso de las aves habia sido desparramado por el suelo del corral. Las jaulas estaban abiertas. Aquello no era accidental. Harry recorrio la nave entre las aves que no dejaban de cacarear. Alli no habia ningun indicio de lo que podia haber pasado. Salio y recorrio el sendero hasta la casa.

La puerta de la granja estaba abierta. Harry llamo, pero nadie le respondio. Finalmente entro. Apenas habia luz; las persianas y las cortinas estaban cerradas y no habia luz electrica. Harry avanzo hasta la sala de estar.

Alli encontro al matrimonio Sinanian. Estaban sentados en unos grandes sillones abultados por un relleno excesivo. Tenian los ojos abiertos y no se movian.

Amos Sinanian presentaba un orificio de bala en la sien. Los ojos sobresalian de sus orbitas. Tenia una pequena pistola en una mano.

La senora Sinanian no tenia ninguna senal de violencia. ?Habria muerto de un ataque al corazon? Fuera lo que fuese, su transito habia sido apacible, sus rasgos no estaban contorsionados, y sus vestidos se encontraban bien arreglados. Ante ella habia un televisor apagado. Parecia como si hubiera muerto un par de dias atras, tal vez mas. La sangre de la cabeza de Amos no estaba totalmente seca. No habria muerto antes de aquella misma manana.

No habia ninguna nota, ningun signo de explicacion. A Amos no le habia interesado contarselo a nadie. Habia dejado libres a las aves y luego se habia pegado un tiro.

Harry tardo largo tiempo en decidir lo que iba a hacer. Finalmente cogio la pistola de la mano de Amos. No le costo tanto retirarla como habia creido. Se metio el arma en el bolsillo y busco en la estancia hasta encontrar una caja de balas que tambien se metio en el bolsillo.

—El correo se abrira paso, que diablos —dijo en voz alta.

En el refrigerador encontro asado frio. Se lo comio, pensando que si no lo hacia se estropearia de todos modos. La cocina de gas funcionaba. Harry no sabia cuanto propano habria en la bombona, pero no importaba. Los Sinanian no iban a usarlo.

Saco las cartas de la saca y las coloco en el compartimiento del horno, para que se secaran. Las circulares y los prospectos eran un problema. Su informacion no servia de nada, pero tal vez sus destinatarios querrian aprovechar el papel. Harry llego a una solucion de compromiso, tirando las que eran delgadas, tenues y estaban empapadas y conservando las demas.

Encontro varias bolsas de plastico en la cocina y cuidadosamente introdujo cada paquete de correo en una bolsa. Una vocecilla interior le decia que aquellas eran las ultimas bolsas de plastico de la Tierra.

—Muy bien —dijo en voz alta, y siguio con su tarea—. Hay que conservar las bolsas. La gente recibira su correo, pero las bolsas pertenecen al servicio.

Una vez finalizado aquel trabajo penso en lo que haria a continuacion. Aquella casa podria ser util. Era una buena casa, de piedra y cemento, no de madera. El corral era tambien de madera. La tierra no valia mucho, al menos Amos asi lo decia, pero los edificios podian utilizarse. Necesitaba un lugar donde alojarse despues de repartir el correo.

Su decision significaba que debia hacerse cargo de los cadaveres. Harry no se sentia con fuerzas para cavar dos fosas, y tampoco iba a arrastrarlos para dejarlos al aire libre y que fueran pasto de los coyotes y los buitres. Tampoco habia suficiente madera seca para hacer una pira.

Salio al exterior. Vio una vieja camioneta. Tenia las llaves de encendido en su sitio y la puso en marcha de inmediato. El sonido del motor era bueno, estaba en perfectas condiciones. Habia un recipiente de gasolina en el cobertizo, y Harry lleno el deposito de la camioneta, lleno tambien dos latas para gasolina y luego apilo cachivaches al lado del recipiente, para ocultarlo.

Regreso a la casa, busco en los armarios y encontro unas mantas viejas con las que envolvio los cadaveres. Luego subio a la camioneta y la condujo hasta la entrada. Mientras batallaba para depositar los cuerpos en la caja del vehiculo, las aves correteaban a su alrededor, solicitando su atencion. Una vez terminada la operacion, Harry se agacho y rapidamente retorcio los cuellos de seis pollos antes de que los demas pudieran darse cuenta. Arrojo las aves a la caja del vehiculo, al lado del difunto matrimonio Sinanian.

Finalmente, Harry recorrio la casa cerrando puertas y ventanas, se guardo las llaves en el bolsillo, puso en marcha la camioneta y se marcho.

Aun tenia que completar su ruta. Pero primero debia hacer algunas cosas, entre ellas dar sepultura a los Sinanian.

LA FORTALEZA: UNO

Es cierto que las sociedades libres se enfrentarian a grandes dificultades en una futura edad oscura. La rapida vuelta a la penuria universal iria acompanada de una violencia y unas crueldades de naturaleza ya olvidada. La fuerza de la ley seria escasa o nula, ya fuera por la caida o la desaparicion del aparato estatal, ya por las dificultades de comunicacion y transporte. Solo seria posible delegar la autoridad en poderes locales que la mantendrian unicamente por la fuerza.

Roberto Vacca, La proxima Edad Oscura

La fatidica manana en que el Hamner-Brown iba a golpear la Tierra, el senador Arthur Jellison estaba malhumorado. En el JPL solo consiguio que le atendieran empleados de relaciones publicas, los cuales no sabian mas de lo que informaban la radio y la television. Era imposible llegar hasta Charlie Sharps, lo cual tenia su logica, dadas las circunstancias, pero el senador Jellison no estaba acostumbrado al hecho de que hubiera gente demasiado ocupada para hablar con el. Finalmente se conformo con obtener una conexion telefonica con la red de comunicaciones espaciales, lo que, a traves de un altavoz, le permitiria escuchar desde su casa lo que decian los astronautas.

Aquello no parecia muy util, debido a las constantes interferencias. Y las imagenes de television tampoco eran buenas. ?Iba a chocar o no la maldita cosa?

En caso de que chocara, habia una serie de acciones que Jellison podria haber emprendido pero que no lo hizo porque no podia permitirse dar una impresion de frivolidad a sus votantes, ni siquiera alli, en el valle, donde en todas las elecciones se llevaba el ochenta por ciento de los votos. Habia reunido a su familia y un par de ayudantes, y todo el equipo que pudo adquirir sin llamar demasiado la atencion. No podia hacer mucho mas. Y ahora estaban todos en la casa, la mayoria sentados con el en la sala de estar.

El altavoz emitio unos graznidos y luego se oyo la voz de Johnny Baker. Maureen presto una atencion excesiva. Hacia mucho tiempo que Jellison estaba enterado de la relacion de su hija con aquel astronauta, pero no creia que Maureen supiera que el lo sabia. Baker tenia su divorcio en curso y estaba ocupado en su mision espacial. Tal vez cuando bajara... Al senador le parecia una buena idea. Maureen necesitaba a alguien.

Y Charlotte tambien, aunque ella no lo creyera asi. Jellison no tenia en mucha estima a Jack Turner, su yerno, un hombre demasiado guapo, demasiado dispuesto a hablar de sus trofeos de tenis y totalmente reacio a devolver los considerables «prestamos» que pedia cuando sus inversiones no tenian unos resultados satisfactorios... como casi siempre ocurria. Pero Charlotte parecia feliz con el y sus hijos recibian una buena educacion. Ademas, Maureen iba haciendose mayor y posiblemente los hijos de Charlotte serian los unicos nietos de Jellison, aunque el esperaba que no.

—Que imagenes tan malas —dijo Jack Turner.

—El abuelo nos conseguira otras buenas —afirmo Jennifer Turner.

La nina, de nueve anos, habia descubierto que su abuelo podia proporcionarle fotos y cosas que tenian un gran exito en clase, y habia leido mucho sobre los cometas.

—Laboratorio espacial, aqui Houston. no recibimos bien —se oyo por el altavoz del telefono.

—Abuelo...

—Silencio, Jenny —le ordeno Maureen. La tension en su voz hizo que todos guardaran silencio.

La imagen del televisor se descompuso en una serie de lineas absurdas y manchas. Luego se hizo nitida de nuevo y mostro una miriada de rocas envueltas en vapor y bruma que avanzaban hacia los espectadores, como si

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