consuncion por hambre, con el mismo aspecto que aquellas criaturas de Vietnam. Todos los ninos de un pueblo atrapados en la zona de combate, sin nadie que cuidara de ellos, sin ningun lugar a donde ir, hasta que llego la patrulla de reconocimiento que buscaba Vietcongs y encontro a los ninos. George supo de repente que no podria soportar aquello de nuevo. Tenia que hacer algo.

—?Cuanto tiempo calculas que resistira esa presa? —pregunto Ray—. Eh, ?por que paras?

—He traido un par de barrenos al cuarenta por ciento —dijo George—. Los pondremos alli. —Senalo una cuesta pronunciada carretera arriba—. Dos barrenos alli y nadie podra usar esta carretera por algun tiempo.

Ray penso en ello. Habia otra carretera que subia desde el valle de San Joaquin, pero no aparecia en los mapas de las gasolineras. Mucha gente la conoceria. Si la carretera principal estaba interrumpida, tal vez buscarian otro camino.

El camion se detuvo del todo y George abrio la portezuela.

—?Vienes?

—Si, supongo que si.

Solia estar de acuerdo con George, sobre todo desde que murio su padre. Los otros dos hermanos, sus primos y sobrinos, tambien aceptaban sus decisiones. Habia traido muchas ideas nuevas y un buen equipo de aquella facultad de agricultura. George sabia en general lo que hacia.

Pero a Ray no le gustaba lo que iba a hacer. No le gustaba nada, y suponia que a George tampoco le complacia, pero ?que podian hacer? ?Esperar hasta encontrarse con aquella gente cara a cara y expulsarlos entonces?

Subieron por el empinado monticulo. La lluvia les empapaba, encontraba el medio de introducirse por debajo de sus impermeables, corria por el ala de los sombreros para seguir avanzando cuello abajo. Era una lluvia calida. Caia con fuerza y Ray penso en la cosecha de heno, en que el forraje ya estaria estropeado. ?Con que diablos alimentarian al ganado cuando llegara el invierno?

—Creo que por aqui estara bien —dijo George. Raspo la base de una roca de mediano tamano—. Si echamos esto abajo, arrastrara un monton del barro que hay arriba a la carretera.

—?Y que me dices del jefe de policia, Hartman? Y, ademas, Dink Latham ya ha salido hacia Porterville...

—Encontraran la carretera interrumpida cuando regresen —dijo George—, pero conocen el otro camino.

Saco del bolsillo un abultado estuche de carton. Contenia cinco detonadores, cada uno bien encajado en un compartimiento. George tomo uno de ellos, lo coloco en el extremo de una mecha, lo doblo hacia adentro con los dientes y utilizo un cortaplumas para abrir un agujero en un barreno de dinamita. Introdujo el detonador en el cartucho y lo empujo para que entrara por el agujero.

—Tendremos que colocar los dos barrenos en el mismo hoyo. Creo que funcionara.

Cerro con barro el agujero que habia abierto, cubriendo la dinamita. Solo sobresalia el extremo de la mecha.

Ray se puso de espaldas al viento y saco un cigarrillo. Con la cabeza gacha, y utilizando una mano como pantalla protectora, acciono la ruedecilla de su encendedor de mecha hasta que el tabaco prendio. Luego, cuidadosamente, protegiendo el pitillo encendido con su sombrero, lo acerco al extremo de la mecha. Esta chisporroteo una vez y se encendio. Siseo suavemente bajo la lluvia.

—Vamonos —dijo Ray. Bajo el monticulo a toda prisa, seguido por George. Disponian de varios minutos antes de que se quemara toda la mecha, pero corrieron como si les persiguiera el diablo.

Habian rodeado el recodo cuando oyeron la explosion. No fue muy fuerte. La lluvia amortiguaba todos los ruidos. George hizo retroceder despacio el camion, hasta que pudieron ver lo ocurrido.

La carretera estaba cubierta por barro y piedras, formando un obstaculo de mas de un metro de espesor. Los materiales desprendidos habian rebasado tambien la carretera, cayendo al valle fluvial que se encontraba abajo.

—Solo se podria pasar por ahi con un todo terreno —dijo George—, nada mas.

—?Que diablos esperas aqui? ?Vamonos!

Ray habia gritado mas de la cuenta, pero sabia que su hermano no iba a reprocharselo.

Cuando llegaron a Porterville, las calles estaban inundadas de agua, pero solo llegaba a los tapacubos del camion. La presa aun resistia.

La sala de juntas del Ayuntamiento olia al queroseno de las lamparas y a sudor. Se notaba tambien el debil olor de los libros y la pasta de encuadernacion. Los libros no eran muy numerosos, y solo ocupaban las paredes, pero no el centro de la estancia.

El senador Jellison miro su reloj electrico e hizo una mueca. Las pilas durarian aun un ano, pero luego... ?Por que diablos no tenia un anticuado reloj a cuerda? Eran las 10:38' 35”, y podia confiar en que el reloj no se equivocaria en mas de un segundo hasta que las pilas se agotaran.

La sala estaba casi llena. Habian apartado todas las mesas de lectura para que cupieran mas sillas plegables. Habia unas pocas mujeres y el resto eran hombres, la mayoria vestidos con indumentaria rural y prendas para la lluvia, y casi todos sin armas. Olian a sudor y estaban empapados y exhaustos. Tres botellas de whisky iban ritmicamente de mano en mano, y habia un monton de latas de cerveza. Esperaban que diera comienzo la reunion sin hablar demasiado.

Habia en la sala tres grupos diferenciados. El senador Jellison destacaba en uno de ellos. Estaba sentado junto al alcalde Seltz, el jefe de policia Hartman y los ayudantes de este. Maureen Jellison formaba parte de este grupo, y en las filas delanteras estaban sus amigos mas cercanos, que constituian un solido bloque de apoyo para el grupo del senador Jellison.

A continuacion estaba el grupo mas numeroso, formado por personas neutrales que esperaban que el senador y el alcalde les dieran instrucciones. Ellos no lo habrian considerado asi, ni al senador se le hubiera ocurrido plantearlo de esta manera. Se trataba de granjeros y comerciantes que necesitaban ayuda, y no estaban acostumbrados a pedir consejo. Jellison los conocia a todos, no mucho, pero lo suficiente para saber que podia contar con ellos hasta cierto punto. Algunos habian traido a sus esposas.

Detras, en un rincon, estaba George Christopher rodeado de su clan. Arthur Jellison penso que «clan» era la palabra adecuada. Una docena de hombres armados. Bastaba mirarles para saber que eran parientes. Jellison sabia que dos de ellos eran cunados, pero su aspecto no se diferenciaba de los Christopher: robustos, de rostro rojizo y lo bastantes fuertes para levantar vehiculos todo terreno en su tiempo libre. Los Christopher no se sentaban precisamente separados de los demas, pero permanecian juntos, hablaban entre si y dirigian pocas palabras a sus vecinos.

Entro Steve Cox acompanado de dos trabajadores del rancho de Jellison.

—La presa sigue aguantando —dijo a gritos para hacerse oir por encima del fragor de la lluvia, los truenos y el murmullo de las conversaciones—. No se que puede mantenerla en pie. El agua esta mas alta que el aliviadero de detras. Esta rebasando los terraplenes a los lados.

—No durara mucho —dijo uno de los granjeros—. ?Hemos avisado a la gente de Porterville?

—Si —dijo el jefe de policia—, el guardia Mosey aviso a la policia de Porterville. Haran que la gente abandone la zona inundada.

—?Que zona inundada? —pregunto Steve Cox—. Todo el condenado valle se esta inundando, y la carretera esta cortada, asi que no pueden venir aqui...

—Vendran algunos —declaro el alcalde Seltz—. Trescientos, mas o menos. Subiran por la carretera comarcal. Es de esperar que esten aqui manana.

—Son demasiados —dijo Ray Christopher.

Se oyo un galimatias de voces, unos a favor y otros en contra de que admitiera a los extranos. El alcalde Seltz dio unos golpes sobre la mesa, exigiendo orden.

—Averiguemos lo que se nos avecina —dijo Seltz—. Senador, ?que es lo que usted sabe?

—Bastante. —Jellison se levanto de su silla y rodeo la mesa, sobre la que apoyo sus posaderas en una postura informal cuya eficacia le constaba.

—Tengo un buen equipo de radio de onda corta. Se que hay radioaficionados que intentan comunicarse, pero no capto nada mas que interferencias, y no solo en las bandas de radioaficionados, sino en las emisoras nacionales, comerciales, hasta militares, lo cual significa que la atmosfera esta trastornada. Es evidente que hay tormentas electricas.

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