Marie reflexiono en lo que habia dicho Harvey. Miro sus botas y se palpo la chaqueta. Estaba preparada para andar, lo mismo que Harvey, pero lo que este decia tenia sentido. Desde luego, si tenian que andar, no venia de algunas horas.

—?Entonces vamos a esperar aqui? —pregunto Joanna.

Mark metio la cabeza por la ventanilla.

—Claro, esta es la finca del senador Jellison. Ya me parecia que los alrededores eran familiares. Harv, ha sido muy inteligente eso de enviar un mensaje a la hija del senador en vez de dirigirlo a el directamente.

—Espera —dijo Mane—. ?Cuanto tiempo vamos a estar aqui?

—?Como diablos voy a saberlo? —estallo Harvey—. Todo el tiempo que nos dejen estar. Este rancho esta organizado, ?no te has dado cuenta? Y tienen comida. Ese guarda no parecia hambriento. Cuando lleguen los chicos querremos alimentarlos, ?no? Y nosotros tambien tenemos que comer.

Marie asintio, sumisa.

—El problema estriba —prosiguio Harvey— en como logramos que nos dejen permanecer aqui. La voladura de aquel puente puede haber sido una sutil indicacion de que los refugiados no son bien recibidos en este valle. Hemos de ser utiles, lo cual significa que prometeremos hacer lo que quieran que hagamos, sin discutir nada. Marie, no lo eches a rodar. Aqui somos mendigos.

Hizo una pausa para que sus palabras calaran en Marie antes de dirigirse a Joanna.

—Y eso vale tambien para tu escopeta. No se si habras notado los sutiles gestos con la mano del tipo que nos paro, pero lo cierto es que movia la mano izquierda de una manera extrana. Creo que atacarle no seria una buena idea.

—Ya lo sabia —dijo Joanna.

—Bien. —Harvey se volvio hacia Mark—. Deja que hable yo.

Mark parecio herido. ?Quien habia sacado a Harvey de su cama y lo habia llevado a traves de todo el estado hasta aquel lugar? Pero siguio inmovil bajo la lluvia, dejando que el agua empapara su chaqueta y sus botas, y espero en silencio.

—Viene gente —dijo Mark finalmente, senalando hacia el camino.

Aparecieron tres hombres a caballo. Llevaban impermeables amarillos y sombreros de lluvia. Uno de ellos no cabalgaba muy bien. Cuando se acercaron, Harvey reconocio a Al Hardy, el ayudante administrativo de Jellison y quien se ocupaba de las tareas desagradables o poco escrupulosas propias de la actividad politica. Harvey penso que este ultimo cometido seria mas propio alli de lo que habia sido en Washington.

Hardy desmonto y entrego las riendas a uno de los hombres montados. Se acerco al furgon y se asomo a la ventanilla.

—Hola, senor Randall.

—Hola. —Harvey espero en tension.

—?Quienes son estas personas? —Hardy miro fijamente a Marie, pero no dijo nada mas.

Harvey penso que aquel hombre habia visto a Loretta una sola vez, meses atras, no recordaba exactamente cuando. No habia visto nunca a Marie, pero sabia que no era Loretta. Una buena memoria para los nombres y las fisonomias forma parte del trabajo del consejero politico...

—Una vecina —dijo Harvey—, y dos empleados.

—Ya veo. Y vienen ustedes de Los Angeles. ?Saben en que condiciones estan alli?

—Ellos lo saben —dijo Harvey, senalando a Mark y Joanna—. Vieron la gran oleada que se abatio sobre la ciudad.

—Puedo permitir que vengan dos de ustedes —dijo Hardy—. Mas no.

—Entonces ninguno —replico Harvey, rapidamente, antes de que el otro pudiera anadir algo mas—. Gracias, seguiremos nuestro camino...

—Espere. —Hardy parecio pensativo—. De acuerdo. Deme la escopeta, despacio y sin apuntarme. —Cogio el arma y la entrego al guarda que habian visto al principio y que tambien habia desmontado—. ?Tienen mas armas de fuego?

—Esta pistola. —Harvey le mostro la pistola de tiro olimpico.

—Vaya, es muy bonita. Demela tambien. Les devolvere estas armas si no se quedan. —Hardy cogio la pistola y se la coloco bajo el cinturon—. Ahora haganme sitio en el Miento trasero.

Subio al furgon y saco la cabeza por la ventanilla para que los demas pudieran oirle.

—Usted siganos en la moto —le dijo a Mark—. No se aleje. Los llevo arriba, Gil. Todo esta en orden.

—Si usted lo dice —dijo el guarda.

—Vamonos —ordeno Hardy a Randall—. Conduzca con cuidado.

La puerta de la valla se abrio y Harvey paso seguido por Mark y, mas atras, por el tercer hombre a caballo, el cual sujetaba las riendas de los otros dos animales.

—?Por que no le deja un caballo al guarda? —pregunto Harvey.

—Tenemos mas coches que caballos. Preferimos perder un coche si algun loco intenta algo —explico Hardy.

Harvey asintio. El coche estaba alli por si era necesario subir urgentemente a la casa. Era evidente que su mensaje no se habia considerado lo bastante urgente para gastar gasolina.

El furgon avanzo a traves del espeso barro, y Harvey se pregunto cuando terminaria el camino. Pasaron ante la casa del capataz y se dirigieron a la gran casa en lo alto de la colina. Las plantaciones de naranjos tenian un aspecto lastimoso. Muchos arboles habian sido derribados por los fuertes vientos, pero no habia fruta desparramada por el suelo. Harvey aprobo semejante prevision.

No era Maureen sino el senador Jellison quien se encontraba en la sala. Habia desplegado varios mapas sobre la mesa del comedor, y en otras mesitas cercanas habia listas y otros papeles. Una botella de bourbon, casi llena, descansaba en la mesa.

Los recien llegados dejaron sus botas en el porche y entraron en la gran casa de piedra. El senador se levanto, pero no tendio la mano.

—Le dare un trago si reconoce de antemano que esto no es permanente —dijo Jellison—. Hace tiempo, si uno ofrecia a un hombre alimentos y bebida, indicaba con ello que le consideraba un huesped. Eso no esta aun decidido.

—Comprendo —dijo Harvey—. Me iria bien un trago.

—Bien. Al, lleva a las mujeres a la cocina. Ahi podran secarse. Perdonen mis maneras, senoras, pero ahora estoy un poco apurado. —Espero hasta que las mujeres salieron de la estancia e hizo una sena a Harvey para que se sentara. Mark permanecia indeciso junto a la puerta—. Usted tambien —dijo Jellison—. ?Quiere beber algo?

—Desde luego, gracias —dijo Mark. Cuando el senador le paso la botella, vertio una enorme cantidad de licor en su vaso. Harvey hizo una mueca y escruto el rostro del senador. La expresion de este no habia cambiado.

—?Esta bien Maureen? —pregunto Harvey.

—Si, esta aqui —dijo Jellison—. ?Donde esta su esposa?

Harvey noto que se sonrojaba.

—Murio. La asesinaron. Estaba en la casa cuando unos tipos decidieron atracarla. Si se entera de que pasa por aqui una camioneta azul escoltada por unos motociclistas...

—Eso no figura en mi lista de prioridades, pero lamento lo de su esposa. ?Quienes son las personas que ha traido con usted?

—La mujer mas alta es Marie Vanee, mi vecina. Gordie Vanee se encuentra en Quaking Aspen, con un grupo de muchachos exploradores. Mi hijo esta con el, y yo estoy con su mujer.

—Aja. Es una mujer elegante. ?Puede andar por las montanas o esas botas que lleva son solo de adorno?

—Puede andar por las montanas. Tambien puede cocinar. No puedo abandonarla.

—Ya tengo cocineros. ?Y los otros?

—Me salvaron la vida. Cuando descubri el cadaver de Loretta quede conmocionado. No hubiera podido sobrevivir sin su ayuda. —El whisky le animaba, y notaba la intensidad del interrogatorio del senador. Aquel hombre era juez y jurado, y no tardaria mucho en tomar su decision—. Mark y Joanna me encontraron y cargaron conmigo hasta que volvi a la vida. Tambien trajeron a Marie. Estan conmigo.

Вы читаете El martillo de Lucifer
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×