—Claro. Bien, ?que tiene para ofrecer?

Harvey se encogio de hombros.

—Un furgon todo terreno que se como manejar. Alguna... que diablos, mucha experiencia en practicas de supervivencia. He sido corresponsal de guerra, piloto de helicoptero...

—Usted estaba en Los Angeles. ?Vio lo que ocurrio?

—Mark y Joanna lo vieron. Tenemos informacion, si eso es util.

—La informacion vale una comida y un trago. Usted me esta diciendo que si le dejo quedarse, los otros tambien se tendran que quedar.

—Si; me temo que asi es. Haremos lo que nos corresponda, suponiendo que pueda alimentarnos.

Jellison se quedo pensativo.

—Tiene usted un voto —dijo—. El de Maureen. Pero el mio es el que cuenta.

—Lo suponia. Entiendo que no estan dispuestos a recibir refugiados. Despues de lo del puente...

—?El puente?

—El puente que salvaba un brazo del lago. Despues que la presa cediera...

—?La presa ha cedido? —Jellison fruncio el ceno—. ?Al! —grito.

—Digame, senor.

Hardy se presento de inmediato, con la mano en el bolsillo del impermeable, que revelaba el bulto de un arma. Se relajo al ver a los tres hombres sentados en sillones, bebiendo tranquilamente.

—Dice que la presa ha reventado —le informo Jellison—. ?Te han dicho algo de eso?

—Aun no.

—Ya. —Jellison hizo un gesto de asentimiento. Hardy parecio comprender lo que significaba—. Diganme que paso con el puente —solicito el senador.

—Dos hombres lo volaron, poco despues de que reventara la presa. Pusieron dinamita en ambos extremos.

—Maldita sea. ?Como eran esos hombres. —Jellison escucho y luego asintio de nuevo—. Si, son los Christopher. Podemos tener problemas con ellos. —Se volvio hacia Mark—. ?Ha estado en el ejercito? —le pregunto.

—En la Marina —respondio Mark.

—?Recibio entrenamiento basico? ?Puede disparar?

—Si, senor.

Mark empezo a contar una de sus historias de Vietnam. Podria ser cierta o no, pero Jellison no le escuchaba.

—?Puede hacerlo? —pregunto a Randall.

—Si, le he visto disparar —dijo Harvey. Empezo a relajarse, a sentir que se aflojaban los nudos de su cuello. Parecia como si el senador fuera a decidirse en su favor...

—Si se quedan aqui, formaran parte de mi equipo. Su lealtad me pertenecera.

—Comprendo —dijo Harvey.

Jellison asintio.

—Bien, lo intentaremos.

Mientras las aguas del Mediterraneo se retiran de las ciudades anegadas de Tel Aviv y Haifa, las tormentas de lluvia azotan las tierras altas de Sudan y Etiopia. Inmensas avenidas de agua se precipitan Nilo abajo para estrellarse contra la presa de Asuan, ya debilitada por los terremotos que Siguieron al choque del cometa. La presa estalla y anade millones de toneladas de agua a la enorme crecida del rio. Las aguas arrasan el delta del Nilo, las antiguas ciudades, El Cairo, socavan la Gran Piramide, que se derrumba bajo el torrente.

Diez mil anos de civilizacion son arrasados y transportados por el agua, desde la primera catarata hasta el Mediterraneo. Nada queda vivo en el delta del Nilo.

EL MENDIGO

Escuchanos cuando te clamemos por quienes corren peligro en el mar.

Himno de los marineros

Eileen durmio en el asiento del coche, con el respaldo horizontal y el cinturon de seguridad desprendido. Se bamboleaba con el movimiento del vehiculo. En una ocasion, Tim oyo el inicio de un ronquido. Alargo el brazo para abrochar el cinturon de la muchacha, pues entraban en una larga pendiente. Luego cerro el contacto del motor.

Recordo que su conductor habia hecho lo mismo en Grecia. Alli todo el mundo bajaba asi las pendientes de las colinas, incluso por la estrecha y retorcida carretera que iba a Delfos y a las Termopilas a traves de Parnaso. Fue un viaje terrible, pero el conductor insistio. La gasolina en Grecia era la mas cara del mundo.

?Donde estaban ahora las Termopilas? ?Habrian arrasado las aguas la tumba de los Trescientos? Las olas no llegarian a Delfos, ni alcanzarian la altura de la Acropolis. Grecia habia sufrido desastres anteriores.

La carretera serpenteaba, se ladeaba, y Tim aminoro la velocidad para tomar una curva, frenando cautelosamente. Un largo trecho se extendia en linea recta, y luego la carretera seguia bajando, mojada, quebrada y retorcida. Despues de haber visto a Eileen al volante, Tim se percataba de lo mal conductor que era.

La posicion de las montanas habia cambiado. Y, de repente, la carretera termino ante el vacio. Tim freno bruscamente y el vehiculo se detuvo. Al bajar noto que la lluvia, que ahora caia con poca intensidad, ya no era salada.

La carretera, la pared rocosa del terraplen y parte de la montana se habian desgajado, cayendo cinco metros o mas. Debajo se habia amontonado barro, y habia lugares en los que el desnivel no era muy superior a un metro.

Los coches tenian que salvar obstaculos mayores que los de los anuncios televisivos. Tim recordo el anuncio de una camioneta con fragmentos de una pelicula en los que el vehiculo saltaba sobre zanjas, volaba por encima de terraplenes, y el anuncio decia que ni siquiera habia sido modificado para hacer todo aquello... ?Podria hacerlo su coche? No tenia eleccion, pues el desnivel de la carretera parecia extenderse a lo largo de kilometros. Tim subio de nuevo al vehiculo y retrocedio cincuenta metros. Reflexiono en el aspecto fisico de la situacion. Si el coche caia por el borde, aterrizaria de morro y podrian considerarse muertos. Tenia que avanzar horizontalmente, lo que suponia velocidad. Reducir la marcha seria suicida.

Puso el freno de mano, bajo del coche y se acerco de nuevo al borde. Se pregunto si deberia despertar a Eileen, pero entonces vio las mortecinas luces de unos faros bajo la lluvia, y se decidio. No sabia quien podria aproximarse ni queria saberlo. Volvio al coche e hizo una ecuacion mental para calcular la velocidad a que deberia correr. Subio al vehiculo y lo puso en marcha. Calculo que el coche tenia seis metros de largo. Para que la parte delantera descendiera menos de un metro antes de que la trasera se elevara del suelo y tambien empezara a descender, el vehiculo tendria que salvar el desnivel en un tercio de segundo aproximadamente, lo cual significaba seis metros en un tercio de segundo o catorce metros por segundo, que venian a ser cincuenta kilometros por hora.

Avanzo, pues, a cincuenta por hora, y el coche descendio casi dos metros. Tim sintio el impulso de frenar, pero no lo hizo. El coche cayo violentamente sobre el barro, y descendio por la pendiente embarrada de la carretera. A Tim le sorprendio que no hubiera ocurrido nada mas y que continuaran la marcha como si tal cosa.

Eileen reboto en el asiento y noto el violento tiron del cinturon de seguridad. Se incorporo parcialmente y miro afuera. No vio mas que el campo humedo. Parpadeo y, satisfecha, volvio a dormir.

Tim penso que habia estado dormida mientras el realizaba la mejor maniobra de conduccion de su vida.

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