Pusieron los respaldos de los asientos en posicion horizontal, se abrazaron y se dispusieron a dormir.

Eileen no tuvo un sueno tranquilo. Se movia, daba patadas, gritaba. Tim descubrio que si le pasaba la mano por la espalda se relajaba y dormia de nuevo, con lo que el tambien podia dormir un poco hasta la proxima vez. Se desperto sobresaltado en plena noche. El viento rugia, Eileen le clavaba las unas y el coche se bamboleaba peligrosamente. Eileen tenia los ojos abiertos y apretaba los labios.

—Huracanes —dijo Tim—. Los han provocado los impactos en el oceano. Por suerte hemos encontrado un lugar seguro. —Eileen no parecio tranquilizarse—. Aqui estamos a salvo —repitio Tim—. Podemos dormir tranquilos, que no nos ocurrira nada.

Ella se echo a reir.

—?Y que ocurrira si nos alcanza uno de estos huracanes cuando estemos en las vias?

—En ese caso, ojala seas tan buena conductora como crees que eres.

—Oh, Dios mio —dijo ella y volvio a echarse a dormir, lo que a Tim le parecio increible.

Se tendio junto a ella y se pregunto si los huracanes podian volcar coches. Uno podia apostar a que si. Cuando se canso de pensar en ello, penso en el hambre que tenia. Talvez podria utilizar el parachoques para abrir una lata de sopa. Despues de que pasara el huracan.

Dormito un poco, hasta que le desperto el silencio total. Ni siquiera llovia. Busco una lata de sopa y bajo del vehiculo. Doblo un poco el parachoques, pero logro abrir la lata. Tomo un poco de la crema condensada de tomate y, al alzar la vista, vio estrellas en el firmamento.

—Que hermoso —murmuro, y entro precipitadamente en el coche.

Eileen estaba sentada. Tim le dio la lata de tomate.

—Creo que estamos en el centro del huracan. Si quieres ver las estrellas, miralas rapidamente y vuelve.

—No, gracias.

La sopa estaba fria y viscosa. Ambos tenian sed. Eileen puso la lata sobre el techo para recoger agua de lluvia, y se acostaron de nuevo para esperar la manana.

Llovio de nuevo, violentamente. Tim saco un brazo por la ventanilla para coger la lata, pero esta ya no estaba. Encontro la lata de cerveza abandonada en el suelo y la lleno dos veces con el agua que caia desde el techo del coche.

Horas despues remitio la violencia de la lluvia y empezo a caer con suavidad. La luz grisacea era suficiente para ver el mar que les rodeaba y en el que flotaban multitud de cosas. Habia cadaveres de perros, conejos y ganado, pero los cadaveres humanos les superaban en numero. Abundaba la madera, procedente de arboles, muebles y paredes de casas. Tim bajo del coche, recogio un monton de madera a la deriva y la coloco ante el calefactor del vehiculo.

—Si encontramos refugio, aun nos queda la otra lata de sopa —dijo Tim.

—Muy bien.

Eileen se sento erguida ante el volante y puso en marcha el motor. Tim no se ofrecio a sustituirla. Sabia que ella liaria mucho mejor aquel trabajo, y, ademas, tampoco querria dejarselo a el.

Eileen entro una marcha, pero Tim le puso una mano ·obre el hombro.

—Espera —le dijo, senalando afuera.

Ella asintio y coloco la palanca de cambios en punto muerto. Una ola gris plateada se acercaba a ellos. No era alta. Cuando llego al coche no tendria mas de sesenta centimetros de altura, pero el mar se habia elevado por la noche, hasta llegar a los neumaticos. La ola choco con el coche, lo elevo, lo arrastro y lo dejo de nuevo en el suelo con el motor todavia en marcha.

—?Que ha sido eso? ?Otro terremoto? —pregunto Eileen en tono de fatiga.

—Yo diria que una presa se ha derrumbado en alguna parte.

—Vaya, solo ha sido eso. —Eileen trato de reir—. ?La presa se ha roto! ?Poneos a salvo!

—Hay demasiada agua... Esta no sera la unica presa que ha cedido. Probablemente se han roto todas. Es posible que en algunos lugares los ingenieros hayan podido abrir aliviaderos a tiempo, pero la mayor parte de las presas han cedido.

Aquello suponia que habria desaparecido la mayor parte de la energia electrica. Ni siquiera habria bolsas locales de electricidad. Tim se pregunto si las plantas electricas y los generadores habran sobrevivido. Las presas podian reconstruirse.

Eileen puso el coche en marcha y empezo a avanzar lentamente.

Las vias del Southern Pacific les condujo la mayor parte del camino hasta Porterville. Las vias y el terraplen se elevaron gradualmente, hasta que ya no se vieron rodeados por agua, sino por tierra que parecia como si hubiera emergido recientemente de las profundidades. Era como si hubiera retornado la Atlantida. No obstante, Eileen siguio avanzando por las vias, aunque los hombros le temblaban a causa de la tension.

—En las vias no hay gente ni coches parados —dijo a Tim—. Asi evitamos todos esos obstaculos, ?no te parece?

Sin embargo, no estaban totalmente solos. A veces pasaban junto a grupos aislados de refugiados, casi siempre familias, que caminaban penosamente siguiendo las vias.

—Siento dejarlos —dijo Eileen—, pero ?cuales deberiamos aceptar? ?Los primeros que veamos? ?Hemos de ser selectivos? Hagamos lo que hagamos, el coche se nos llenara de gente hasta el techo y habra muchos mas a los que no podremos llevar...

—Tienes razon —dijo Tim—. Tampoco nosotros tenemos ningun lugar donde ir.

Pero se pregunto hasta que punto era correcta su actitud. ?Que derecho tenian a esperar que alguien les ayudara, cuando ellos mismos no ayudaban a nadie?

Al sudeste de Porterville enlazaron de nuevo con la autopista. Tim se puso al volante y Eileen se tendio en el asiento abatible, agotada pero incapaz de dormir.

La tierra parecia anegada recientemente. Tim estudio los edificios y vallas derrumbados, los arboles arrancados de cuajo, y llego a la conclusion de que la inundacion habia llegado desde la direccion por la que viajaban. Habia barro por todas partes, y Tim tuvo muchas ocasiones para sentirse orgulloso de su buen juicio. No creia que ningun coche del mundo pudiera llevarles por algunos de los lugares que habian recorrido.

—El. lago Success —dijo Eileen—. Ahi habia un gran lago, y la presa debe haber cedido. La carretera pasa al lado...

—?Y que?

—No se si seguira habiendo carretera —concluyo ella.

Siguieron adelante, hasta que llegaron a la bifurcacion que, en condiciones normales, les habria llevado a las colinas.

La tierra estaba cubierta de barro, salpicada de vehiculos en todas las posiciones imaginables. Habia cadaveres, pero no personas vivas. La lluvia les impedia ver la zanja fangosa a su izquierda. La calzada empeoro, aparecio inundada en algunos lugares y cubierta de barro en otros. Eileen volvio a ponerse al volante. Avanzo tratando de adivinar donde estaba la carretera y esperando que aun se encontrara bajo el barro. El coche siguio moviendose, pero mas lentamente...

Finalmente vieron un campamento. Habia media docena de coches, algunos de ellos tan buenos como el suyo. Habia gente de ambos sexos y de todas las edades, una reunion de desamparados. A pesar de la lluvia, se las habian ingeniado para encender una hoguera, y tenian un monton de lena bajo una cubierta de plastico. La gente permanecia bajo la lluvia, mientras la madera se mantenia cerca del fuego para que se secara.

Tim bajo del coche llevando la madera que habia recogido. Nadie le hablo. Los ninos le miraron desesperanzados. Finalmente, uno de los hombres se dirigio a el:

—No lo conseguiran —le dijo.

Tim no dijo nada y miro el barro que se habia deslizado sobre la carretera, en el que se veian huellas de neumaticos. Si un coche podia atravesarlo...

—Ese no es el problema —dijo el hombre—. Nosotros pasamos ese obstaculo, pero mas adelante hay un puente derrumbado.

—Se puede ir andando...

—Y un hombre con un rifle. No pierden tiempo en hablar. La primera vez que disparo, la bala paso entre mi mujer y yo. Tuve la impresion de que el segundo tiro terminaria el trabajo. Ni siquiera vimos al tipo que disparaba.

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