De modo que habian llegado al final de la linea. Tim se sento junto al fuego y se echo a reir, primero suavemente y luego de una manera histerica. Habian transcurrido dos dias despues del martes fatidico, las carreteras que conducian a las tierras altas habian desaparecido y era imposible llegar a la propiedad del senador. Habia mas hombres armados. El mundo les pertenecia. Tal vez el que disparaba era el senador. La idea era divertida, el senador Jellison vestido de etiqueta y armado con un rifle...

—Es verdad —dijo Tim—. Cuenta tu sueno y lo mataras. ?Es verdad! —Se echo a reir de nuevo.

—Tenga. —Un hombre grueso, de hirsutos antebrazos, uso un panuelo para retirar una pequena lata del fuego. Vertio su contenido en un vaso de papel encerado y luego, como si le doliera hacerlo, saco un frasco plano del bolsillo de su chaqueta. Echo un poco de ron al vaso y se lo ofrecio a Tim—. Bebase esto y no tire el vaso. Y deje de reirse asi. Esta asustando a los ninos.

?Y que importaba que se asustaran? Pero Tim se sintio avergonzado, lo cual era natural en el. ?Cuantas veces le habia dicho su madre que no hiciera escenas? ?Y su padre, y todos los demas...?

El cafe perfumado tenia buen sabor y le reconforto un poco. Eileen trajo la lata restante de sopa y la ofrecio. Se sentaron en silencio, compartiendo lo que habia: la copa, cafe instantaneo y un poco de conejo ahogado y asado sobre ascuas.

La conversacion fue escasa. Finalmente los otros se levantaron.

—Vamos a ir hacia el norte —dijo un hombre, el cual reunio a su familia—. ?Viene alguien conmigo?

—Desde luego.

Otros se unieron a el. Tim se sintio aliviado. Se marchaban, dejandole solo con Eileen. ?Deberia ir con ellos? ?Para que? Tampoco ellos tenian ningun lugar donde ir.

Los demas se levantaron y se dirigieron a sus coches, excepto el hombre corpulento que les habia ofrecido el cafe. Permanecio sentado con su mujer y sus dos hijos.

—?Vienes tambien, Brad? —pregunto el nuevo lider.

—El coche no funciona. —Senalo un Lincoln aparcado cerca del barro—. Creo que se ha roto un eje.

—?Te queda gasolina? —pregunto el lider.

—No mucha.

—De todos modos lo intentaremos, si no te importa.

El hombre corpulento se encogio de hombros. Los demas utilizaron un sifon para extraer del Lincoln la poca gasolina que quedaba en el deposito. Sus coches ya estaban llenos y no quedaba sitio para nadie mas. El lider de la expedicion se detuvo y les miro como quien mira a los muertos.

—Ahi queda tu cubierta de plastico y tu cafe instantaneo.

Lo dijo en tono anhelante, pero como no obtuvo respuesta, dio media vuelta y se alejo. Los coches se pusieron en marcha y desaparecieron colina abajo.

Ahora eran seis personas junto al fuego.

—Me llamo Brad Wagoner —dijo el hombre corpulento—. Esta es Rosa, mi mujer, y mis hijos Eric y Concepcion. El nombre del chico corresponde a mi familia y el de la nina a la de Rosa. Queriamos mantener esta distribucion si teniamos mas.

El hombre parecia contento de poder hablar con alguien.

—Yo soy Eileen, y el se llama Tim. Estamos... —Eileen hizo una pausa—. Naturalmente, en realidad no estamos encantados de conocerles, pero supongo que debo decirlo de todos modos. Y les agradecemos mucho el cafe.

Los ninos estaban muy callados. Rosa Wagoner los abrazo y les hablo en un espanol suave. Eran muy pequenos, de cinco o seis anos como maximo, y se aferraban a su madre. Llevaban anoraks amarillos de nailon y zapatillas de tenis.

—No tienen adonde ir —dijo Tim.

Wagoner asintio en silencio.

Tim penso que aquel hombre lo doblaba. Y tenia esposa y dos hijos. Seria mejor que se marcharan de alli antes de que le partiera el cuello y se quedara con el coche. Tim sentia miedo y estaba avergonzado, porque los Wagoner no habian dicho o hecho nada que mereciera sospechas. Pero estaban alli...

—No hay ningun sitio al que dirigirse —dijo Brad Wagoner—. Nosotros somos de Bakersfield. No queda mucho de la ciudad. Supongo que debimos haber ido de inmediato a las colinas, pero pensamos que tal vez encontrariamos suministros en la ciudad. Por poco nos ahogamos cuando revento la presa. —Miro la empinada colina por encima de ellos—. Si dejara de llover quiza podriamos ver algun sitio por donde se pueda andar. ?Tienen ustedes algun plan? —No pudo disimular la suplica en su voz.

—Pues no. —Tim se quedo mirando el fuego agonizante—. Conozco a alguien ahi arriba. Un politico al que di un monton de dinero, el senador Jellison.

Pero ya habia perdido la esperanza de llegar hasta el senador. ?Que harian ahora?

—Jellison —musito Wagoner—. Yo vote por el. ?Cree que eso podria contar? ?Todavia va a intentar llegar alli?

—No se me ocurre que otra cosa puedo hacer —dijo Tim en tono desesperanzado.

—?Y ustedes que haran? —pregunto Eileen, mirando los ninos.

Wagoner se encogio de hombros.

—Supongo que buscar algun lugar y empezar de nuevo. —Se echo a reir—. Soy constructor de apartamentos. Gane mucho dinero con ese trabajo, pero... no tengo un coche tan bueno como el suyo.

—Le sorprenderia saber cuanto me ha costado —dijo Tim.

El fuego se extinguio. Era hora de marcharse. Eileen se dirigio al coche, seguida de Tim. Brad Wagoner se quedo sentado con su mujer y sus hijos.

—No puedo soportarlo —dijo Tim.

—Yo tampoco. —Eileen le cogio la mano y se la apreto—. Senor Wagoner. Brad...

—?Si?

—Vamos, suban.

Eileen espero hasta que los Wagoner estuvieron a bordo, los adultos en el asiento trasero y los ninos en el suelo, detras. Eileen dio media vuelta y bajo por la colina.

—Ojala tuviera un buen mapa.

—Yo tengo mapas —dijo Wagoner. Saco un papel mojado de un bolsillo interior—. Tenga cuidado, se rompe facilmente cuando esta humedo.

Era un mapa del Auto Club del condado de Tulare, mucho mejor que el mapa que ellos habian usado.

Eileen detuvo el coche y examino el mapa.

—Este puente de aqui, ?es el que se ha derrumbado?

—Si.

—Mira, Tim. Si hacemos marcha atras y vamos hacia el sur, hay una carretera que va hacia las colinas.

—Si, iremos mas rapidos por ahi que por el Southern Pacific.

—?Southern Pacific? —pregunto Rosa Wagoner.

Tim no le explico a que se referia. Avanzaron hacia el sur, hasta que encontraron un lugar resguardado junto a la carretera, en una pequena elevacion, y se detuvieron para dormir. Se turnaron para dejar que los Wagoner usaran los asientos abatibles mientras ellos se acurrucaban bajo la cubierta de plastico.

—Terreno elevado —dijo Tim—. Va hacia el noroeste, y esa carretera no esta en el mapa.

Senalo un camino de grava pero que parecia en buenas condiciones y transitado. Se extendia en la direccion correcta.

A Eileen se le estaban terminando las esperanzas y al coche se le acababa la gasolina, pero avanzo por aquella carretera que serpenteaba cuesta arriba adentrandose en las colinas. Fue una suerte encontrarla, y mas suerte aun que la lluvia, el barro y los huracanes no la hubieran destrozado. Pero la suerte no podia protegerles del bloqueo con que se encontraron.

Habia cuatro hombres robustos, como figuras del futbol o matones manosos de los seriales televisivos. Su corpulencia y sus armas les daban un aspecto poco amistoso, y no sonreian. Tim bajo del coche y uno de los hombres fue a su encuentro, mientras los otros no se movian de su sitio. Uno de ellos le parecio a Tim algo familiar. ?Seria alguien que habia visto en el rancho del senador? Eso no serviria de nada. Ademas, era otro hombre armado el que se habia acercado a la barrera.

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