Le ofrecio la pistola, que Al se apresuro a coger. Luego abrio la puerta.

—?Dios mio, senador! ?Es Harry! —grito la senora Cox.

—?Harry? ?Quien es Harry?

El senador Jellison se levanto de la mesa cubierta de mapas, listas y diagramas, y se acerco a la ventana. Si, alli estaba Al con otra persona, en un camion. Era un hombre barbudo y con un gran bigote, un tipo vestido de gris.

—?El cartero! —grito Harry al acercarse al porche.

La senora Cox fue corriendo a la puerta.

—?Harry, no esperabamos verte de nuevo!

—Hola —dijo Harry—. Carta certificada para el senador Jellison.

Carta certificada. Secretos politicos de un mundo muerto que se estaba enterrando a si mismo. Arthur Jellison fue hacia la puerta. Era el cartero, en efecto, Llevaba los restos de un uniforme del Servicio Postal y parecia un poco cansado.

—Pase —dijo Jellison, mientras se preguntaba que diablos estaba haciendo aquel tipo.

—Senador, Harry mato un oso esta manana —dijo Al Hardy—. Sera mejor que envie algunos hombres a recogerlo antes de que se lo coman los buitres.

—No ira usted con mi pistola —dijo Harry en tono indignado.

—Oh. —Hardy se saco el arma de un bolsillo y la miro de un modo vacilante—. Es esta, senador —dijo, poniendola Mi manos de su jefe. Luego salio a toda prisa, dejando a Jellison con el arma entre las manos y todavia mas confundido.

—Creo que es usted la primera persona que ha sido capaz de aturdir a Hardy —dijo Jellison—. Venga aqui. ?Visita todos los ranchos?

—Si, senor.

—?Y quien cree que va a pagarle ahora que...?

—La gente a la que llevo mensajes —dijo Harry—. Mis dientes.

La indirecta no se podia pasar por alto.

—Senora Cox, a ver si encuentra algo...

—En seguida —dijo la interpelada desde la cocina, y poco despues aparecio con una taza de cafe. Jellison observo que era una taza muy bonita, una de las mejores, y contenia un poco del ultimo cafe del mundo. Estaba claro que la senora Cox tenia a Harry en alta estima.

Aquello al menos le decia algo positivo. Devolvio la pistola a su dueno.

—Lo siento. Hardy tenia instrucciones...

—Claro.

El cartero se guardo la pistola en un bolsillo. Tomo un sorbo de cafe y suspiro.

—Sientese —dijo Jellison—. ?Ha recorrido todo el valle?

—He estado en casi todos los sitios.

—Digame pues como estan las cosas...

—Creia que nunca iba a preguntarmelo.

Harry habia estado en casi todas partes. Conto su historia con sencillez, sin fiorituras. Habia decidido limitarse a los hechos. Conto que la camioneta habia volcado, que las lineas electricas y telefonicas habian sido derribadas. Que las carreteras estaban interrumpidas en diversos puntos y habia que desviarse por tales y cuales lugares. Los Miller estaban bien, el Shire todavia funcionaba. Muchos Nombres estaba desierto cuando volvio con el camion, y los cadaveres... Pero no, iba demasiado deprisa. Conto el asesinato en el rancho de los Roman. Jellison fruncio el ceno y Harry fue hasta la mesa para senalar la situacion del lugar en el gran mapa del condado.

—?Y dice usted que no habia rastro de los propietarios pero que alguien le disparo y mato a su acompanante?

—Exacto.

Jellison asintio. Habia que tomar alguna iniciativa, pero primero tendria que hablar con los Christopher, hacerles compartir los riesgos de una accion policial.

—Y la gente de Muchos Nombres iban a visitarle —dijo Harry—. Fue ayer, antes de mediodia.

—Por aqui no han aparecido. Tal vez esten en el pueblo. ?Que tal la tierra por alli? ?Habia algo plantado?

—Poca cosa. Casi todo eran hierbajos —dijo Harry—. Pero tengo pollos. ?Tiene usted pienso para pollos?

—?Pollos?

?Aquel tipo era una mina de informacion!

Harry le hablo de los Sinanian y el rancho Chicken.

—Habia montones de pollos, y me temo que se moriran de hambre o se los comeran los coyotes, asi que podria servirse usted mismo. Yo solo quiero unos cuantos. Habia un gallo y espero que este vivo. De lo contrario tendre que pedir uno prestado...

—?Va a hacerse cargo de la granja? —pregunto Jellison.

Harry se estremecio.

—?Oh, no, en absoluto! Pero me parecio que no estaria mal tener unos cuantos pollos alrededor.

—De modo que vuelve usted alli...

—Cuando termine la ruta —dijo Hardy—. Parare en otros lugares durante el camino de regreso.

—?Y luego, que? —pregunto Jellison, aunque ya sabia la respuesta.

—A empezar de nuevo, naturalmente. ?Que otra cosa puedo hacer?

Exactamente lo que pensaba el senador.

—Senora Cox, ?hay alguien que corra rapido y este disponible?

—Mark —dijo ella, en tono reprobatorio. Aun no las tenia todas consigo con respecto a Mark.

—Mandele al pueblo para que averigue lo ocurrido con esos turistas de Muchos Nombres. Tenian que haber venido a verme.

—De acuerdo —dijo ella, y salio murmurando algo.

Era preciso que los telefonos volvieran a funcionar. La noche anterior su hija le hablo de la posibilidad de montar un telegrafo. Habia planos en uno de sus libros, y naturalmente todavia se podian utilizar los cables de las antiguas lineas telefonicas.

Despues de dar el encargo a Mark, la senora Cox preparo el almuerzo. De momento tenian comida de sobras; restos de lo que enlataban, los ultimos productos de la huerta, pero aquello no duraria mucho...

Harry habia estado incluso fuera de los limites del valle. Siguio el recorrido de la carretera sobre el mapa.

—El rancho de Deke Wilson esta en mi ruta —dijo a Jellison—. Esta organizado mas o menos como usted. Se encuentra a unos cincuenta kilometros al sudoeste.

—?Y como se las arreglo para entrar de nuevo en el valle? —le pregunto Jellison.

—Por la carretera del condado.

—Esta bloqueada.

—Oh, si. El senor Christopher esta alli.

—?Y como diablos le dejo pasar? —Nada de lo que le dijera Harry sorprenderia ahora a Jellison.

—Le salude con la mano y el me devolvio el saludo —explico Harry—. ?No tenia que dejarme pasar?

—Claro que si —dijo Jellison, aunque aquello le parecia la tanto absurdo—. ?Le conto usted todo esto?

—Todavia no —dijo Harry—. Habia otras personas tratando de hablar con el. Ademas, estaba armado y en compania de cuatro tipos imponentes. No parecia el momento adecuado para tener una charla amigable.

Jellison se entero tambien de la inundacion. El relato de Harry confirmaba lo que el senador ya sabia, que el valle de San Joaquin se habia convertido en un gran mar ulterior, con una profundidad de treinta metros o mas en algunos lugares, y que el agua lamia los bordes de las colinas. Las plantaciones de almendros habian sido desgajadas por los huracanes. Habia muertos y moribundos por todas partes. Era casi seguro que se declararia una epidemia de tifus si alguien no hacia algo, ?pero que?

En aquel momento, Mark entro en la sala.

—Si, senor, la gente de Muchos Nombres estuvo aqui ayer. Trataron de comprar comida, pero no se

Вы читаете El martillo de Lucifer
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×