—?Crees que eso es prudente? —pregunto el—. Mira, no be olvidado la ultima vez que nos encontramos en esta colina.

—Yo tampoco —dijo ella con un hilo de voz. Le parecio que el estaba a punto de moverse, de levantarse, y hablo con rapidez—. A veces me dan ganas de arrojarme al vacio y poner fin a todo, porque aun no se como enfrentarme a esto.

El permanecio sentado; tal vez no habia tenido intencion de incorporarse.

—Cuentame lo que sientes —le pidio.

—No. —Maureen no podia verle bien el rostro, cubierto por una barba de varios dias, y la luz que llegaba al refugio era muy debil. De vez en cuando un relampago restallaba cerca de alli y producia un resplandor brillante, de un verde espectral a causa del color de las bolsas de plastico, pero aquella luz cegaba a Maureen un instante y seguia sin poder ver la expresion de Harvey—. No puedo —confeso—. Para mi es horrible, pero te pareceria trivial...

—?Y que importa si me lo parece?

—Esa gente tiene esperanzas —dijo ella—. Vienen a casa, o yo voy a la suya, y creen que podemos salvarlos, que yo puedo hacerlo. Algunos se han vuelto locos. Hay un chico en el pueblo, el hijo del alcalde Seltz. Tiene quince anos y deambula desnudo bajo la lluvia, hasta que su madre le hace volver a casa. Hay cinco mujeres cuyos maridos se fueron de caza y que nunca volveran. Hay viejos, ninos y gente de la ciudad, y todos esperan un milagro de nosotros... Yo no puedo hacer ningun milagro, Harvey, pero he de fingir que si.

No le conto el resto, no le hablo de su hermana Charlotte, sentada en su habitacion y mirando fijamente la pared, la cual solo volvia a la vida y gritaba si no podia ver a sus hijos. No le hablo de Gina, la mujer negra de la oficina de correos, que se rompio una pierna y estuvo tendida en una zanja hasta que alguien la encontro, y que murio de gangrena gaseosa sin que nadie pudiera hacer algo por ella. No le hablo de los tres ninos enfermos de tifus a los que nadie podia salvar, ni de los que se habian vuelto locos.

—No puedo seguir dando a la gente falsas esperanzas —dijo al fin.

—Tienes que hacerlo. Es lo mas importante del mundo.

—?Por que?

A el parecio sorprenderle la pregunta.

—No hay nada mas importante, porque somos pocos los supervivientes.

—Si la vida no era importante antes, ?por que debe serlo ahora?

—Lo es.

—No. ?Que diferencia hay entre llevar una vida sin sentido en Washington o aqui? Nada de eso tiene el menor significado.

—Lo tiene para los demas, los que quieren tus milagros.

—Yo no puedo hacer milagros. ?Por que es importante que otras personas dependan de uno? ?Por que eso ha de hacer que mi vida sea digna de ser vivida?

—A veces eso es lo unico que tiene algun valor —dijo el en un tono muy grave—. Luego encontraras otras cosas, muchas mas. Pero ante todo cumples con una tarea que hasta ahora no habias asumido, la de cuidar de los demas. Luego, al cabo de un tiempo, te das cuenta de que vivir es importante. —Solto una risa triste—. Lo se por experiencia, Maureen.

—Cuentame.

—?Quieres saberlo de veras?

—No lo se. Si, quiero saberlo.

—De acuerdo.

Harvey le conto todo lo que le habia sucedido. Le hablo de los preparativos que habia hecho antes de la caida del cometa, de sus disputas con Loretta, de las dudas que tuvo y su sentimiento de culpabilidad por la breve aventura con Maureen, no tanto por que se hubiera acostado con ella, sino por lo que habia pensado despues de ella, comparandola con su mujer, y como eso habia afectado su relacion con Loretta.

Maureen le escuchaba atentamente, pero no alcanzaba a comprenderle realmente.

—Y finalmente estamos aqui —dijo Harvey—, a salvo. Maureen, no puedes saber como es esa sensacion: saber que viviras una hora mas, que dispondras de una hora entera cuando no quieres ver a alguien que amas roto como una muneca de trapo abandonada. No espero que me comprendas realmente, pero has de saber una cosa. Lo que tu padre esta haciendo en este valle es lo mas importante del mundo. Es inapreciable, y vale la pena hacer lo que sea para mantenerlo. Saber... saber que alguien, en alguna parte, tiene esperanzas, que puede sentirse seguro.

—?No! Ese es el verdadero horror. ?Es una esperanza falsa! ?Es el fin del mundo, Harvey! El maldito mundo ha sido despanzurrado y estamos prometiendo algo que no existe, que no ocurrira.

—Es cierto —reconocio el—. A veces lo pienso tambien. Ya sabes que Eileen tambien esta aqui. Por ella hemos sabido lo que sucede.

—?De que sirve entonces seguir adelante si no superaremos el invierno?

Harvey se levanto y se acerco a ella. Maureen estaba muy quieta, y el se sento a su lado, sin tocarla, pero ella era consciente de su proximidad.

—En primer lugar, no esta todo perdido. Hay esperanzas, y no puedes ignorarlas. Hardy y tu padre han trazado unos planes excelentes. Es verdad que se necesitara suerte para llevarlos a cabo, pero tenemos una oportunidad. Vamos, admitelo.

—Tal vez, si tenemos suerte. ?Pero y si se nos ha terminado la suerte?

El ignoro su pregunta y prosiguio:

—En segundo lugar, supongamos que todo sea un timo y que este invierno nos muramos de hambre. Aun asi, Maureen, vale la pena intentarlo, aunque solo pudieramos ganar una hora, aunque pudieramos librar a alguien una sola hora de sentir lo que senti mientras estaba acurrucado en la parte trasera de mi furgon... Maureen, vale la pena morir solo por evitar que un ser humano sienta eso. Te lo digo en serio. Y tu puedes hacerlo. Si es preciso fingir, finge. Pero hazlo.

Lo decia en serio. Quizas el fingiera tambien, tal como le habia dicho a ella que hiciera, pero lo decia en serio. En caso contrario, ?por que iba a molestarse? Tal vez tenia razon. Ojala la tuviera.

?Hasta que punto creia Harvey Randall en lo que decia? ?Que fuerza tendria su resolucion? Maureen rogo por que no la perdiera, porque lograba comunicarsela a ella. Podia compartirla.

Le miro y le pregunto en tono quedo:

—?Quieres hacerme el amor?

—Si —respondio el sin hacer el menor movimiento.

—?Por que?

—Porque hace meses que pienso en ti, porque no me sentire culpable, porque quiero amar a alguien.

—Esas son buenas razones.

Maureen se levanto y le tendio los brazos. El rodeo sus hombros, sin estrecharla, mirandola. Ambos sabian que ahora no seria como la ultima vez, que todo seria distinto en lo sucesivo.

Maureen sentia frio en su espalda humeda, y noto ahora el calor de las manos masculinas, reconfortante, como el olor a sudor y trabajo, un olor sincero, no el aroma artificial de un spray de locion. Cuando se inclino para besarla, ella se aferro a su cuerpo, obedeciendo un impulso irrefrenable, deseosa de olvidarse de si misma.

Finalmente se tendieron sobre el colchon neumatico. Harvey la abrazo dulcemente, y ella tuvo la certeza de que despues de tanto tiempo aquel acto de amor les haria mucho bien.

Mas tarde, tendida junto a el, Maureen contemplaba como la luz de los relampagos adoptaba formas extranas a traves del plastico verde, y pensaba en lo que habia hecho.

Haz tu tarea. La vida no consiste mas que en eso. Harvey no lo habia dicho con esas palabras, que ella habia leido en La peste de Albert Camus, pero aquello era lo que queria decir. Maureen se dijo que hacer su tarea incluia muchas cosas, pero no estaba segura de que tambien incluyera a Harvey Randall. El le decia aquello por lo que ella deberia vivir, pero ella sabia muy bien que no podria hacerlo sola. ?Que haria George si supiera donde estaba ahora? Sin duda echaria a Harvey de alli.

—?Que te ocurre? —le pregunto Harvey. Su voz parecia llegar desde una gran distancia.

Ella se volvio hacia el y trato de sonreir.

—Nada... Todo. Solo estaba pensando.

—Te has estremecido. ?Tienes frio?

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