pedruscos, como el que habian utilizado para instalar el puesto de vigilancia, seria lo mejor. Pero deberia tener mucho cuidado; algo o alguien utilizaria cualquier lugar seco que pudiera encontrar. Osos, serpientes, cualquier cosa.

En el primer lugar donde miraron habia una mofeta. Harvey lamento tener que pasar de largo, puesto que hubiera sido un buen sitio para acampar. Eran dos rocas, apoyadas la una en la otra, y entre ellas un espacio seco. Pero los ojos pequenos y vidriosos y el olor inequivoco fueron invencibles.

Ademas, las mofetas pueden transmitir la rabia. Una mordedura de mofeta podia ser lo mas peligroso en aquellos contornos. Pasaria mucho tiempo antes de que se pudiera disponer de nuevo del tratamiento Pasteur contra la rabia...

En la cueva siguiente habia un zorro o un perro salvaje. No pudieron distinguir bien que era, pero ahuyentaron al animal. La zona cubierta por las piedras no estaba seca ni era bastante grande, pero cortaron unas ramas para sostener sus capotes de monte y al menos evitaron que siguiera cayendoles agua sobre la cabeza.

Tenian que encender una hoguera. Harvey paso el resto de la tarde recogiendo madera. Habia troncos empapados, pero si se cortaban podia obtenerse un poco de madera seca en el centro. Con toda la madera recogida podrian mantener el fuego durante una hora, tal vez mas si tenian cuidado. Cuando se hizo totalmente oscuro, Harvey utilizo un poco del preciado gas de su encendedor.

—Ojala tuviera una bengala de ferrocarril —dijo Harvey. Vertio cuidadosamente un poco de gas en la base del pequeno monton de madera seca—. Con una bengala es posible encender un fuego en medio de una ventisca.

—El maldito Hardy no te la daria —dijo Mark.

—Sera mejor que tengas cuidado con el —le advirtio Harvey. Encendio una cerilla, el gas se inflamo y las llamas les cegaron un instante. La madera prendio, irradiando un calor escaso pero agradable—. No le gustas.

—No creo que le guste nadie —dijo Mark, empezando a colocar los trozos de madera mas grandes junto al fuego, para que se secaran—. Siempre sonrie, pero es un hipocrita.

Harvey asintio. La sonrisa de Hardy no habia cambiado desde la caida del cometa. Seguia siendo el ayudante del politico, el hombre amistoso con todo el mundo, pero ahora su sonrisa era una amenaza, no algo cordial y amigable.

—Jesus —dijo Mark.

—?Que?

—Solo pensar en esos pobres desgraciados me da repeluzno.

—No pienses en eso.

—No olvidare lo que ha ocurrido —dijo Mark.

—Yo tampoco.

En el rancho de los Roman habian encontrado cuatro muchachos asustados, dos chicos y dos muchachas, ninguno de los cuales tendria mas de veinte anos. Dos de ellos resultaron heridos en la refriega, cuando Hardy y Christopher los capturaron. Entonces hubo un intercambio de gritos entre Hardy y Christopher. George Christopher queria liquidar a los cuatro alli mismo. Al Hardy arguyo que debian llevarlos al pueblo. Harvey y Mark se pusieron al lado de Hardy, y finalmente Christopher accedio a los deseos de los demas.

Pero cuando llegaron al pueblo, el senador y el alcalde convocaron un juicio aquella misma tarde, y por la noche los cuatro muchachos colgaban delante del Ayuntamiento. El metodo de George Christopher no hubiera sido tan duro.

—Mataron a los Roman y al otro tipo, el de Muchos Nombres —dijo Harvey—. ?Que otra cosa podriamos haber hecho con ellos?

—Diablos, se habian expuesto a eso —dijo Mark—. Pero todo fue tan rapido, y las chicas gritaban y lloraban de aquella manera... —Pensativo, Mark alimento de nuevo la fogata.

Las ejecuciones habian conmocionado a varios vecinos del pueblo. Harvey no tenia duda al respecto. Pero nadie dijo nada. Los Roman habian sido sus amigos. Ademas, discutir podria ser peligroso. Detras de las sonrisas de Al Hardy, su calma perpetua y sus buenos modales, habia una amenaza latente y definitiva: la carretera. Los que no cooperaran, los que causaran demasiados problemas, serian abandonados a su suerte en la carretera.

Estaban casi en la cima, en el punto mas alto al que llegaba la carretera, y ya era hora de acampar. Era el tercer dia desde su salida y la lluvia seguia cayendo con monotona insistencia. Cuanto mas ascendian mas frio. Aquella noche tendrian que encender un buen fuego, que durase hasta el dia siguiente, lo cual significaba que habrian de turnarse para mantenerlo encendido.

Harvey estaba preparando los troncos, y todavia no habia usado su encendedor cuando notaron el olor.

—Humo —dijo Mark—. Una fogata de campamento.

—Si, y esta bien escondido —comento Harvey.

—No pueden estar lejos, de lo contrario nunca notariamos el olor, sobre todo con esta lluvia.

Probablemente tampoco lo verian. Harvey hizo una sena a Mark para que se callara y permanecio en inmovilidad absoluta. Soplaba un fuerte viento desde mas arriba de la montana, y sin duda transportaba los olores del campamento. La lluvia era un telon de agua, y la luz mortecina no permitia ver nada mas alla de unos pocos metros.

—Echemos un vistazo —dijo Mark.

—Si, pero dejemos aqui los capotes. No podemos mojarnos mas de lo que ya estamos.

Ascendieron con cautela, siguiendo el camino, escudrinando la penumbra.

—Por alli —susurro Mark—. He oido algo. Una voz.

Harvey tambien creyo haberla oido, pero era demasiado debil. Avanzaron en aquella direccion. No valia la pena mantener la cautela, pues el viento y la lluvia se imponian a los demas ruidos, y los dos hombres chapoteaban en el suelo enfangado y cubierto de hojas mojadas.

—Espera un momento.

Permanecieron inmoviles. Habia sido una voz de nina, bastante pequena. Estaba muy cerca, probablemente oculta entre la espesura.

—?Andy! —grite»—. Dos visitantes.

—Ya voy.

Harvey se quedo rigido. Era...

—?Andy! —exclamo—. ?Eres tu, Andy?

—Si, senor.

Su hijo aparecio en el camino. Harvey se precipito hacia el.

—Andy, gracias a Dios que estas bien...

—Si, senor, estoy bien. ?Y mi madre...?

El recuerdo del bulto patetico envuelto en una manta electrica atenazo a Harvey.

—Asaltaron la casa —dijo al muchacho—. Los saqueadores mataron a tu madre.

—Oh.

Andy se aparto de su padre. Una muchacha salio de entre la espesura. Iba armada con una escopeta. Andy se acerco a ella y se quedo a su lado.

Harvey penso que el chico habia crecido en un par de semanas. Observo la manera en que permanecia junto a la muchacha, en actitud protectora, con mucha naturalidad, y le recordo las palabras de la ceremonia del matrimonio: «una sola carne». Si, parecian las dos mitades de una misma persona, pero eran tan jovenes.. Unos pelos muy finos despuntaban en la barbilla de Andy. No una barba autentica, sino una ligera pelusa como la que el tenia cuando Loretta se empeno en que se afeitara porque no era atractiva, aunque apenas se veia.

—?Esta el senor Vanee aqui? —pregunto Harvey.

—Si, venid por aqui —dijo Andy.

El muchacho dio media vuelta y su companera volvio a ocultarse en la espesura. No habia dicho una sola palabra. Harvey se pregunto quien seria. La... mujer de su hijo. Y ni siquiera sabia su nombre, ni Andy se lo habia dicho. Algo en todo aquello le parecia a Harvey tremendamente mal, pero no sabia que podia hacer.

Gordie Vanee se alegro de verle, y la alegria de Harvey fue aun mayor. Gordie habia construido un gran

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