—No. Harvey... ?Que sabes de tu hijo, y el de Marie?

—Estan por aqui, en algun lugar. Y tengo que ir en su busca. He intentado que Hardy me deje ir a explorar las cercanias, pero esta demasiado ocupado para hablar conmigo. Ire sin su permiso, si es necesario, pero se lo preguntare una vez mas. Lo intentare manana. No, manana, no. Hay que hacer otra cosa.

—Ir a casa de los Roman.

—Si.

—?Tu tambien iras?

—Si, parece que Mark y yo tenemos todos los numeros de la rifa. Iremos con el senor Christopher y su hermano, ademas de Al Hardy. Supongo que vendran tambien algunos mas.

—?Habra tiroteo? —pregunto ella con ansiedad.

—Quiza. Dispararon a Harry y mataron al otro hombre, el del rancho de los turistas del Este.

—?Tienes miedo?

—Estoy aterrado. Pero hay que hacerlo. Y luego pedire a Hardy que me deje ir a buscar a Mark a las montanas.

Maureen no le pregunto si era imprescindible que fuera. Sabia perfectamente la respuesta.

—?Volveras?

—Si. ?Quieres que vuelva?

—Si, pero... pero no estoy enamorada de ti.

—No te preocupes por eso —dijo el con una risita—. Despues de todo, apenas nos conocemos. ?Me querras alguna vez?

—No lo se —dijo ella, pensando en su fuero interno que no se atreveria a querer. El amor no tenia futuro. No habia en absoluto futuro—. Creo que nunca amare a nadie.

—Ya veras como si.

—No hablemos mas de eso.

Llueve en el Sahara. El lago Chad se desborda y engulle la ciudad de Nguigmi. Los rios Niger y Volta tambien se desbordan, ahogando a millones de seres que habian sobrevivido al maremoto. En Nigeria central la tribu Ibo se alza en revuelta contra el gobierno central.

Mas al Este, palestinos e israelies se dan cuenta de subito de que ya no existen grandes potencias capaces de intervenir. Esta vez la guerra llegara a una solucion definitiva. Los restos de Israel, Jordania, Siria y Arabia Saudi se ponen en marcha. No hay aviones, y queda muy poco combustible para los tanques. No habra nuevos suministros de municiones, y la guerra no terminara hasta que se luche cuerpo a cuerpo.

SEGUNDA SEMANA: EL MONTANERO

El tiempo, como un torrente incesante, se lleva a todos sus hijos; Huyen, olvidados, como un sueno muere al despuntar el dia. Isaac Watts, 1719; Himno Anglicano 289

Diluviaba. Harvey Randall pasaba casi desapercibido, de la misma manera que el apenas veia los lugares en donde la carretera habia desaparecido. Evitaba de un modo automatico los baches mas profundos, avanzando con cautela por el barro que cruzaba la calzada en forma de verdaderos rios. Estar en movimiento le producia una agradable sensacion. Avanzaba poco a poco por la serpenteante carretera en direccion a la Sierra Alta. No habia otros coches ni gente, solo la carretera. Tenia alimentos, un cuchillo y la pistola de tiro al blanco. La comida era parca, lo mismo que la municion, pero era una suerte contar con lo poco que tenia.

—Eh, Harv —llamo Mark, detras de el—. ?Descansamos un poco?

Harvey siguio andando. Mark se encogio de hombros y murmuro algo entre dientes. Paso la escopeta del hombro derecho al izquierdo. Ocultaba el canon del arma bajo el capote de monte con que se cubria, y asi lo mantenia seco, pero Mark tenia la sensacion de que ninguna parte de su cuerpo estaba seca. Sudaba tanto que el capote resultaba incomodo. Bajo aquella pesada prenda parecia estar en un bano de vapor.

Harvey ladeo un riachuelo. El camino que habian recorrido hasta entonces no era tan malo como para impedir el paso del potente furgon, y maldijo al senador y su testarudo ayudante, pero lo hizo en silencio. Si decia algo, Mark estaria de acuerdo con el, y Mark ya tenia bastantes problemas con Al Hardy. Uno de aquellos dias a Mark le pegarian un tiro, o lo echarian de la fortaleza del senador, y en ese caso Harvey Randall tendria que tomar una decision.

Entretanto podia poner todo su esfuerzo en trepar colina arriba. Un paso, una pausa durante una fraccion de segundo, dejando inmovil la pierna atrasada para que descansara un instante, cargar el peso en el pie adelantado, dar otro paso, un nuevo instante de descanso... Distraidamente, Harvey abrio una bolsita que colgaba de su cinto y saco un pedazo de carne seca. Era carne de oso. Harvey nunca habia probado hasta entonces aquella clase de carne, y ahora se preguntaba si alguna vez comeria otra cosa. Penso que al caer la tarde estarian a unos quince kilometros de la fortaleza, y si podian cazar algo se lo comerian. Segun las reglas del senador estaba prohibido cazar a menos de ocho kilometros del rancho. Era una prohibicion sensata. Mas adelante la caza seria necesaria, y era preciso que los animales no se asustaran antes de tiempo. Todas las reglas del senador tenian sentido, pero no dejaban de ser reglas, proclamadas sin discusion, ordenes emitidas desde la gran casa y a las que nadie se oponia excepto los Christopher, aunque estos todavia no las discutian.

George Christopher habia autorizado la marcha de Harvey. Hardy no habia querido arriesgarse. No era que le importase lo que pudiera ocurrirle a Harvey, pero las armas y la comida que este llevaba eran valiosas. Sin embargo, Maureen habia hablado con Hardy, y luego George Christopher salio para darle a Harvey las provisiones y explicarles las condiciones en que estaba la carretera.

Harvey estaba seguro de que aquello no era una coincidencia. Christopher no tenia razon alguna para ayudarle... y habia empezado a comportarse el dia en que Maureen hablo de ello a Al Hardy y su padre, el dia en que habia mostrado una amistad abierta hacia Harvey Randall. Este no podia pasar aquel hecho por alto.

Era facil ver lo que Maureen significaba para George Christopher, pero ?que significaba este para ella? ?Y que significaba el mismo, Harvey Randall, para Maureen Jellison?

Era muy probable que se hubiera enamorado de ella, pero no podia saberlo con certeza. Habia sido un marido bueno, casi fiel, durante dieciocho anos, y eso no era precisamente una preparacion para tener una nueva relacion amorosa. O tal vez si. Siempre le habia parecido que dos personas lo bastante decididas a intentarlo podrian hacerlo. Ahora le costaba comprender el funcionamiento del amor. Habia estado dispuesto a dar su vida por Loretta, pero no a quedarse en casa solo porque ella tenia miedo. Ahora podia enfrentarse a aquel hecho, pero no estaba seguro de su significado.

Eran las primeras horas de la tarde, el momento adecuado para acampar. Mientras avanzaba escudrinaba atentamente la espesura a su alrededor. Se sentia muy solo y vulnerable. Hubo un tiempo en que cuando uno se alejaba de las vias principales podia contar con que encontraria buena gente, pero eso habia sido antes de la caida del cometa. Algunos aspirantes a atracadores habian bajado de aquellas colinas aun no hacia un par de dias, y ellos u otros como ellos podian prepararles una emboscada en cualquier parte. Pero hasta entonces no habia visto a nadie.

El camino discurria a traves de un bosque de pinos, por laderas empinadas, y todos los lugares llanos estaban encharcados. No seria facil encontrar un sitio para acampar bajo aquella lluvia. Un hueco entre

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