perneras, se extinguia un instante y luego se alzaba desde una direccion distinta, arrojando polvo a los ojos. Las nubes negras, cargadas de electricidad, encerraban una promesa de violencia. Hacia horas que no llovia. Era un tiempo extrano, incluso con relacion a las condiciones imperantes tras la caida del cometa.

El doctor marchaba en sombrio silencio, obligandose a seguir. No le quedaban fuerzas para huir. Al menos Hooker no tenia que preocuparse de eso, pero le preocupaban los murmullos entre la tropa. No percibia palabras concretas, pero el tono de queja e ira era inequivoco.

Penso que no se comerian unos a otros. Hay ciertos limites. Ni siquiera se comian a sus muertos. Todavia no. Tal vez debio haberlo propuesto. Ahora las quejas aumentaban. Quiza tendria que disparar contra Gillings.

Probablemente debio haberlo hecho al principio, cuando regreso y encontro muerto al capitan Hora y Gillings al mando, pero entonces no tenia municion, Gillings habia sido el promotor del amotinamiento. Se sentia como un rey ahora que el cometa habia terminado con la civilizacion.

Aquello no dejaba de tener su gracia, pero el sargento Hooker no reia. Le grunia el estomago.

—Si tenemos que parar de nuevo, se lo comeran a usted. —Le dijo en tono desabrido al doctor.

—Lo se. Ya le dije por que enferman.

El medico era un hombre de baja estatura y aspecto inofensivo. Con su nariz alargada y su espeso bigote parecia una ardilla listada. Procuraba no alejarse nunca de Hooker.

—La carne que comen... No pueden contagiarse muchas enfermedades de una res. La carne de cerdo se come bien hecha, porque los cerdos transmiten algunas enfermedades contagiosas, parasitos y cosas asi. —Hizo una pausa para tomar aliento y ver si Hooker le hacia una senal para que callara, pero Hooker no lo hizo—. En cambio un hombre puede transmitir cualquier cosa, excepto tal vez la anemia de celulas en forma de hoz. Ha perdido usted quince hombres desde que se han vuelto canibales...

—Ocho de ellos fueron muertos a tiros. Usted lo vio.

—Estaban demasiado enfermos para correr.

—Diablos, eran reclutas. No sabian que estaban haciendo.

El doctor permanecio un rato en silencio. Siguieron avanzando, sin mas ruido que su jadeo mientras ascendian por la humeda cuesta. Ocho hombres muertos a tiros, cuatro de ellos reclutas. Pero siete veteranos habian muerto tambien, y no a causa de las balas.

—Todos hemos estado enfermos —dijo el doctor—. Lo estamos ahora. —Sintio ganas de vomitar—. Dios mio, ojala no hubiera...

—Usted estaba tan hambriento como nosotros. Que pasaria si estuviera demasiado debil para andar?

Hooker se preguntaba por que le hacia caso. Los sentimientos del doctor no significaban nada para el. Guardaba celosamente un secreto: cuando encontraran un sitio donde albergarse, podrian dejar cojo al doctor, como los hombres de las cavernas dejaban cojos a sus herreros para evitar que huyeran. Pero todavia no se habia presentado tal necesidad.

En algun lugar tenia que haber un refugio, lo bastante pequeno para poder defenderse y lo bastante grande para albergar a la tropa de Hooker. Una comunidad agricola, con gente suficiente para trabajar la tierra y tierra suficiente para alimentarlos a todos. La compania podria establecerse alli. Los buenos soldados tenian que valer para algo. ?Aquel maldito Gillings! Lo habia dicho como si todo consistiera en entrar y tomar posesion. Las cosas no eran asi.

Estaban demasiado hambrientos. Llevaban andados demasiados kilometros entre las colinas, y todas las tiendas habian sido saqueadas, la gente habia huido o se habia parapetado detras de barricadas, de modo que ni siquiera los bazookas y los fusiles sin retroceso podrian asegurar...

Hooker queria pensar en otra cosa. Si hubieran luchado antes no habria habido nada que objetar; pero no, el se habia dejado convencer para que siguieran adelante, en busca de un lugar mejor, y cuando llegaron...

—Si uno ha de comer carne humana... —decia el doctor. No podia dejar de hablar de aquel tema, aunque le produjera nauseas—. Si no tiene mas remedio que comer carne humana, querra comer a los sanos, los que corren mas rapido y se defienden. Los que pueda capturar seran los enfermos, y su carne le enfermara tambien. Es mejor comer ganado enfermo que hombres enfermos...

—Callese, medicucho. Usted sabe por que murieron. Murieron porque usted no es un verdadero doctor, sino solo un medicucho.

—Y cuando capture a un medico verdadero, me destinara a la cazuela.

—No se aleje mucho de mi si quiere vivir hasta entonces.

Antes de que cayera el cometa Cowles habia sido ginecologo. Paso unos dias de descanso en la montana y, al regresar, le sorprendio el diluvio. Tuvo que detenerse al borde del nuevo mar que cubria el valle de San Joaquin. Alli le encontro la tropa de Hooker. Estaba sentado en el guardabarros del coche, bajo la lluvia, con expresion abatida y sin saber que hacer. Si Cowles no hubiera tenido el buen sentido de mencionar su profesion, se lo habrian comido de inmediato.

Protesto de que le obligaran a alistarse, hasta que Hooker le conto la verdadera situacion.

Ahora era bastante docil. Ya habia dejado de murmurar acerca de los derechos del ciudadano. Hooker no dudaba de que habia hecho cuanto podia por salvar vidas, y andaba tan rapido como el mas lento de ellos. Detras iban tres hombres, todavia sanos, que cargaban con la marmita del rancho. Gillings era uno de ellos. El sargento se sentia asi mas seguro, pues Gillings tendria que dejar caer la marmita antes de disparar a Hooker por la espalda.

Hooker no queria disparar a nadie. Ya habian perdido demasiados hombres. Unos habian muerto de enfermedad, otros habian desertado, y a otros los habian abatido a tiros en el valle. ?Quien hubiera pensado que aquellos granjeros pudieran pelear tan bien, contra unos militares con armamento moderno?

Sin embargo, como fuerza militar no eran nada extraordinario, tenian pocas municiones y menos ideas. No habia habido tiempo para entrenar a los reclutas. No existia una verdadera disciplina entre los soldados. Todos estaban nerviosos, temerosos de que una autentica patrulla militar hubiera salido en su busca, o un grupo de policias. Pero de momento ninguno retrocedia. Y no podian avanzar mas rapido que las noticias. Lo que necesitaban eran mas reclutas, pero no podrian reclutar a nadie hasta que tuvieran alimentos. La economia seria un terrible enemigo. Matar a un hombre para la marmita y conseguir el combustible y el agua necesarios para cocer la carne requeria una cantidad determinada de esfuerzo. Si los miembros de la compania se reducian demasiado, la carne se estropearia antes de que pudieran comerla. Seria una perdida de esfuerzo... y de asesinatos.

No era extrano que Hooker se sintiera perseguido por las furias. Nada habia salido bien desde el dia en que cayo el cometa, semanas atras. Habia olvidado exactamente cuantos dias, pero dos soldados llevaban la cuenta, tachando los dias en un calendario de bolsillo. Si el sargento Hooker necesitaba saberlo con precision, podria averiguarlo.

El sargento habia aprendido tambien a delegar las responsabilidades. Tenia que hacerlo. Como sargento, se habia ocupado de tareas pequenas. Ahora era el oficial al mando y tenia mayores preocupaciones.

Izquierda, derecha, lejos del valle, hacia el sur de nuevo, donde pudieran encontrar algun lugar donde detenerse, nuevos reclutas, algo que comer...

Observo las nubes y se pregunto si realmente se movian formando un remolino en sentido contrario al de las agujas del reloj. El unico refugio a la vista era una casa, cuesta abajo. Tendria que enviar exploradores. Confiaba en que estuviera abandonada, y tal vez encontraran dentro alimentos en conserva, pero no era probable.

—?Bascomb! ?Flash! Cubrid esa granja. Averiguad si hay alguien. Si esta habitada, habladles para que salgan. No dispareis.

—De acuerdo, sargento.

Dos soldados, de entre los que estaban sanos, salieron de la formacion y corrieron colina abajo.

—?No van a matarlos? —pregunto el doctor.

—Necesito reclutas, medicucho, y nos queda un poco de carne cocida, suficiente para un dia mas...

Hooker hablaba distraidamente. Todavia estaba observando a Bascomb y Flash que avanzaban hacia la casa, y el tiempo le preocupaba. Era poco mas de mediodia, pero las nubes parecian moverse en una especie de remolino...

Algo brillante aparecio entre las nubes. No podia ser la luz del sol. Era solo un punto rojizo que se movia con mucha rapidez, casi paralelo a las nubes, entre cuyas masas oscuras aparecia y desaparecia.

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