—?Nooo! —exclamo Hooker.

El doctor Cowles retrocedio unos pasos, temeroso de que el sargento se hubiera vuelto loco.

—No —repitio Hooker en voz baja—. No, no, no. No podemos soportarlo mas. Ya es suficiente, ?no comprende? Eso tiene que acabarse.

Los ojos de Hooker estaban fijos en el punto brillante que caia. No podria soportarlo, nadie podria si el Martillo golpeaba de nuevo.

Su plegaria fue escuchada. Un paracaidas se abrio detras del meteorito. Hooker miraba sin comprender.

—Es una nave espacial —dijo Cowles—. Por todos los diablos, Hooker, es una nave espacial. Debe ser del laboratorio espacial. ?Esta bien, Hooker?

—Callese —dijo Hooker, sin apartar la vista del objeto que caia suspendido del paracaidas.

—Eh, sargento —grito Gillings—. ?A que sabe un astronauta? ?A pavo?

—Nunca lo sabremos —replico Hooker. Afortunadamente solo Cowles vio la expresion de su rostro, y Cowles no hablaria—. Estan cayendo en el valle, precisamente donde aquellos granjeros nos echaron ayer a tiros.

Caian hacia el este, a ciegas. Las nubes brillaban bajo el «meteorito» Soyuz. Aqui y alla las nubes adoptaban formas arremolinadas, espirales de huracanes. Al norte de la direccion que seguian los astronautas en su descenso se habia formado una inmensa nube en forma de pico, matriz de huracanes que se desencadenaban sobre el agua caliente que aun debia cubrir el lugar del Pacifico donde se habia producido el choque del cometa. El Soyuz empezo a vibrar y John Baker miro atentamente por la ventanilla, tratando de averiguar lo que les esperaba abajo. Mientras atravesaban las capas nubosas, el color gris claro iba haciendose gradualmente mas oscuro.

—Puede haber cualquier cosa ahi abajo —informo Baker.

Aumento la velocidad del descenso. Habian salido de las nubes, pero abajo seguia estando oscuro. ?Tierra, mar, marismas? No importaba. No podian hacer nada para mejorar su suerte en caso de que el lugar donde aterrizaran les fuera adverso. El Soyuz carecia de combustible y energia, y no habia modo de maniobrarlo. Habian permanecido en el aire mientras pudieron, hasta que se agoto la ultima reserva de oxigeno, hasta que el laboratorio espacial, con su escasa energia electrica a causa de la averia de las celulas solares, se calento de un modo intolerable, hasta que no pudieron ya seguir en orbita y se vieron obligados a regresar a una Tierra inhospita.

Les habia parecido apropiado hacer que el ultimo vuelo espacial de la humanidad durase el maximo posible. Tal vez habian hecho algo importante al senalar los impactos y radiar sus localizaciones. Habian visto el ascenso y la caida de los cohetes, las explosiones atomicas que ya habian cesado. La guerra chino-rusa prosiguio, y tal vez durase eternamente, pero ya no se lucharia con armas atomicas. Lo habian visto todo, y sus informes radiados debian haber sido escuchados por alguien. Tenian confirmacion de que les habian escuchado en Pretoria y Nueva Zelanda, y habian sostenido casi cinco minutos de conversacion con el NORAD y Colorado Springs. No era un gran trabajo a presentar despues de cuatro semanas en orbita tras la caida del cometa, pero hubieran seguido en orbita si las condiciones lo hubiesen permitido: eran los ultimos viajeros del espacio.

—Paracaidas abierto —dijo Pieter a espaldas de Baker. Eran unas palabras sin especial significacion, pero algo en el tono de voz del ruso hizo que Johnny se pusiera en guardia, por si acaso.

—Es una bajada muy dificil —comento Rick—. Tal vez porque estamos sobrecargados.

—No, siempre es asi —dijo Leonilla—. ?Son vuestros Apolos mas comodos?

—Nunca he bajado en un Apolo —replico Rick—. Pero debe ser mejor para los nervios. Nosotros llevamos trajes presurizados.

—Aqui no hay espacio para eso —tercio Pieter—. Ya os he dicho que variamos el diseno de la nave despues del problema que costo la vida a tres cosmonautas. No hemos tenido perdidas, ?de acuerdo?

—De acuerdo.

El exterior iba haciendose mas claro, y el suelo parecia acercarse velozmente.

—Creo que estamos demasiado al sur —dijo Pieter—. Los vientos son impredecibles.

—Hasta que lleguemos abajo. —Johnny Baker miro la extension de agua abajo—. ?Todos sabeis nadar?

Leonilla rio entre dientes.

—Podemos ir vadeando, el agua no parece profunda. De hecho... —Miro el panorama mientras los demas esperaban. Estaba en el asiento al lado de Johnny. Pieter y Rick se encontraban en el reducido espacio detras de ellos—. De hecho, avanzamos tierra adentro, hacia el este. Veo tres, no, cuatro personas que salen corriendo de una casa.

—Doscientos metros —dijo Johnny Baker—. Preparaos. Vamos a aterrizar. Cien... cincuenta... veinticinco...

El sobrecargado Soyuz aterrizo violentamente. Parecia que habian caido sobre suelo solido. Johnny suspiro y dejo que sus musculos se relajaran uno tras otro. No habia mas vibraciones, no debian temer que se agotara el aire, que la descompresion hiciera estallar la nave o que murieran ahogados. Habian aterrizado.

Todos estaban empapados en sudor. La temperatura durante el descenso habia sido muy elevada.

—?Todos estais bien? —pregunto Johnny.

—Perfectamente.

—Si, gracias.

—Salgamos de aqui en seguida —dijo Rick.

Johnny no veia la necesidad de apresurarse, pero Rick y Pieter debian estar muy incomodos alla atras. El mismo Rick habia sugerido aquella colocacion, pero ello no la hacia mas comoda. Johnny manoseo el sistema de cierre desconocido. Solto una maldicion y la cerradura funciono, como si hubiera esperado el exabrupto. La escotilla quedo abierta.

—Vaya.

—?Que ocurre? —pregunto Rick.

Leonilla estiro el cuello para ver.

—Que recibimiento —dijo Johnny. Permanecio inmovil en la escotilla, sonriendo a un grupo armado con escopetas y rifles. Mas de una docena de hombres y ninguna mujer. Aunque no los contaba, vio media docena de escopetas y un monton de rifles y revolveres, pero lo que mas le sorprendio fue distinguir un par de ametralladoras del Ejercito.

Johnny levanto las manos. No era muy facil mantener los brazos arriba y, a la vez, tratar de salir de la capsula. ?Por que diablos estaba aquella gente tan nerviosa? Se movio, volviendose para que pudieran ver la bandera de Estados Unidos en su hombro.

—No disparen. Soy un heroe.

El grupo no era precisamente atractivo. Parecian ratas semiahogadas vestidas con ropas campesinas convertidas en harapos, y sus rostros eran tan sombrios como sus armas. Un par de ellos llevaban vendajes ensangrentados. Johnny sintio el subito impulso de hablarles en el ingles corrompido que es la lengua franca de ciertos paises: Yo gran astronauta venir mismo pais donde sois vosotros, amigos. Pero se contuvo.

Uno de los hombres del semicirculo se dirigio a el. Era un hombre canoso y fornido, aunque el mono que vestia le venia algo holgado. Todos parecian empequenecidos bajo sus ropas. Pero los brazos del hombre eran gruesos como los de un campeon de lucha libre. La metralleta ligera parecia fragil entre sus manos.

—Dinos, heroe. ?Como es que estabas en un avion ruso?

—Es un modulo espacial. Venimos del laboratorio espacial. ?Han oido hablar de el? Se trata de la mision espacial conjunta Apolo-Soyuz. Fuimos a estudiar el cometa.

—Ya lo sabemos.

—Bien, el Apolo se agujereo. Creemos que le alcanzo un copo de nieve que viajaba a una velocidad enorme. Tuvimos que pedir a los soviets que nos trajeran a casa en su nave. Yo soy...

—?Johnny Baker! ?Le conozco, es Johnny Baker! —dijo una voz perteneciente a un hombre delgado, de liso pelo negro y finos dedos aferrados a una enorme escopeta—. ?Eh!

—Encantado de conocerle —dijo Johnny, sinceramente—. ?Podria bajar las manos?

—Hagalo —dijo el hombre canoso. Sin duda era el jefe del grupo, en parte por tradicion y en parte por su fuerza bovina. La metralleta corroboraba su posicion de lider. El canon no apuntaba directamente a Johnny—. ?Quien mas hay ahi?

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