—Los demas astronautas. Dos sovieticos y otro norteamericano. Apenas hay sitio. Les gustaria salir si... bueno, si a sus hombres no les importa y se calman.

—Aqui no hay nadie excitado —dijo el portavoz—. Que salgan sus amigos, tengo que hacerles algunas preguntas. Por ejemplo, ?por que han venido aqui los comunistas?

—?Adonde podiamos ir? Solo habia una nave espacial para los cuatro. ?Quieres salir, Leonilla?

La astronauta salio, sonriente, con las manos ligeramente en alto.

—Leonilla Malik —anuncio Johnny—. La primera mujer del espacio.

No era exactamente cierto, pero sonaba bien.

La dureza de las miradas se ablando. El hombre canoso bajo su arma.

—Soy Deke Wilson —dijo—. Salga, senorita. ?O debo decir camarada?

—Lo que usted prefiera —dijo ella. Salio por la escotilla abierta y parpadeo a causa del reflejo del agua a doscientos metros al oeste—. Esta es mi primera visita a America, y tambien la primera vez que salgo de la Union Sovietica. Antes no me dejaban salir.

—Ahora salen los otros —dijo Johnny—. Pieter...

El brigadier general Jakov no sonreia. Tenia las manos en alto y la espalda rigida, y el signo de la hoz y el martillo, con las letras CCCP, resaltaba en su hombro. Los granjeros adoptaron de nuevo una expresion cautelosa.

—El general Pieter Jakov —anuncio Johnny—. Hay uno mas. Rick...

Un par de granjeros intercambiaron miradas con sus amigos.

Salio Rick, tambien sonriendo, procurando que tambien se viera bien su bandera de Estados Unidos.

—El coronel Rick Delanty, de la Fuerza Aerea norteamericana —dijo Johnny.

Los granjeros se estaban tranquilizando. Por lo menos un poco.

—Soy el primer negro que ha ido al espacio —dijo Rick—, y el ultimo hasta dentro de unos dos mil anos. —Hizo una pausa y anadio—: Todos somos los ultimos.

—Por algun tiempo. Quiza no habra que esperar tanto tiempo —dijo Deke Wilson.

—Se colgo la metralleta del hombro, de modo que el canon apuntaba al cielo. Tambien se produjo un cambio sutil en la forma en que los demas llevaban sus armas. Ahora eran un grupo de granjeros que, simplemente, iban armados.

Uno de los hombres sonrio maliciosamente.

—?Te obligaron a ir atras?

—Bueno —dijo Rick—. Era el unico autobus que habia alla arriba.

Todos se echaron a reir.

—Derek, coge a tus muchachos y vuelve a la barricada de la carretera —dijo Wilson, y se volvio hacia Baker—: Estamos un poco nerviosos, porque algunos amotinados del Ejercito andan por estos alrededores. Mataron a un tipo armenio carretera abajo y se lo comieron. Uno de los chicos llego hasta nosotros y nos advirtio. Tendimos una emboscada a esos hijos de... Pero aun quedan muchos. Y hay otros, gente de la ciudad, enfermos de rabia...

—?Estan tan mal las cosas? —pregunto Leonilla—. ?Con tanta rapidez?

—Tal vez no deberiamos haber bajado —comento Rick.

Pieter Jakov apoyo una mano en el Soyuz, con ademan posesivo.

—La nave espacial contiene informes vitales y deben ser preservados. ?Hay algun lugar donde puedan estudiarlos? ?Hay cientificos o universidades cerca de aqui?

Los granjeros se echaron a reir.

—?Universidades? General Baker, mire a su alrededor. Eche una buena mirada.

John Baker miro la desolacion que le rodeaba. Al este habia colinas batidas por la lluvia, algunas verdes y otras yermas. Todas las zonas bajas estaban llenas de agua. La carretera que iba hacia el noreste se asemejaba mas a una serie de islas de cemento que a una carretera.

Al oeste habia un vasto mar interior, con olas de treinta centimetros de altura, salpicado de pequenos monticulos marrones que se habian convertido en islas. En el espacio que ocupo una plantacion, no totalmente sumergida, sobresalian las copas de los arboles en una disposicion regular. Algunas barcas se deslizaban por aquel mar. El agua estaba embarrada, era oscura y peligrosa, y hedia a causa de los cuerpos putrefactos que flotaban en ella, cadaveres no solo de ganado...

Las olas movian suavemente los restos de una muneca de trapo. Flotaba a unos treinta metros de la linea costera. No lejos, tal vez unidos de alguna manera a la muneca, se veian guedejas de cabello rubio y una tela a cuadros, no reconocibles como algo humano. Deke Wilson siguio la mirada de Baker y luego se volvio hacia la granja que se alzaba en una colina por encima de aquel lago.

—No podemos hacer nada —dijo en tono amargo—. Tendriamos que dedicar todo el tiempo a enterrarlos, y aun asi no lo conseguiriamos.

En aquel momento Johnny Baker tuvo plena conciencia del horror que significaba la caida del cometa.

—Ha sido peor de lo que creia —dijo Baker—. No ha sido solo el choque, el fin de la civilizacion y la necesidad de reconstruirla. No, estan las secuelas, y eso es peor que el cometa.

—Tiene razon —dijo Wilson—. Ha sido muy afortunado, Baker. Se ha librado de lo peor.

—?No hay gobierno central? —pregunto Pieter Jakov.

—Aqui lo tiene —dijo Wilson—. Hay un sheriff, Bill Appleby, pero eso no sirve de nada. No hemos tenido noticias de Sacramento desde que choco el cometa.

—Pero supongo que habra alguien tratando de organizarse —dijo Leonilla.

—Si, la gente del senador —dijo Wilson.

—?El senador? —pregunto John Baker, procurando que su rostro no mostrara emocion. Aparto la mirada del terrible mar interior y la dirigio a las colinas hacia el este.

—El senador Arthur Jellison —informo Deke Wilson.

—Parece que no le gusta mucho —dijo Rick Delanty.

—No exactamente. No puedo censurarle, pero no tengo por que apreciarle.

—?Que ha hecho? —pregunto Baker.

—Esta organizado —explico Wilson—. En ese valle suyo. —Wilson senalo al noreste, hacia las estribaciones de la Sierra Alta—. Esta rodeado de colinas. Tienen patrullas, guardias fronterizos, y no dejan entrar a nadie sin su autorizacion. Si quiere ayuda, se la proporcionaran, pero a un precio muy alto. Tendra que alimentar a sus hombres y entregarles mas comida, petroleo, municiones, fertilizantes, todo lo que pueda conseguir.

—Si tienen petroleo, creo que estaran en buenas condiciones —dijo Rick Delanty.

Wilson hizo un amplio gesto que abarcaba el terreno circundante.

—?Como podemos mantenernos aqui? No hay limites fronterizos. No hay rocas para convertir este lugar en una fortaleza. No tenemos tiempo para construir. No hay forma de evitar que entren los refugiados y saqueen lo que tengamos. ?Quiere cerrar ese cacharro? No quiero tanta gente aqui sin hacer nada. Hay trabajo que hacer. Mucho trabajo.

—Si. El material estara seguro. —Pieter trepo al Soyuz y cerro la escotilla.

—No hay electricidad —dijo Johnny Baker—. ?Y las centrales nucleares? ?La que habia cerca de Sacramento?

Wilson se encogio de hombros.

—Sacramento estaba a menos de ocho metros sobre el nivel del mar. Los terremotos lo desbarataron todo, y es posible que la central nuclear este bajo el agua, o tal vez no. No podria decirle. Entre aqui y la ciudad hay una extension de agua y marismas de cuatrocientos kilometros, y la mayor parte del valle ha quedado inundado y a bastante profundidad. ?Ha cerrado eso? Vamonos.

Anduvieron colina arriba, hacia la granja. Al acercarse, Baker vio los sacos de arena y las trincheras individuales excavadas alrededor de los edificios. Mujeres y ninos trabajaban en el refuerzo de las fortificaciones.

Wilson se quedo pensativo.

—General —dijo por fin—. Usted tendria que hacer algo mejor que excavar trincheras, pero no se que podria ser.

Johnny Baker no dijo nada. Estaba abrumado por lo que habia visto y sabido. Alli no habia civilizacion, sino unos granjeros desesperados que trataban de conservar unas pocas hectareas de terreno.

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