aqui. Entra con las manos arriba y dile al sargento Hooker que quiero hablarle. Y se amable con el, ?me entiendes? Respetuoso.

—Puedes estar seguro de eso.

Harold avanzo erguido, mostrando las manos vacias. Intento silbar.

Alim observo movimientos a su derecha. Hooker habia enviado hombres para que le flanquearan. Alim volvio la cabeza y grito a unos seguidores puramente imaginarios.

—?Quedaos ahi, bastardos! Esta es una charla de paz, ?comprendeis? Le arrancare la piel a tiras al primer cabrito que dispare, y sabeis que no hablo por hablar.

Alim penso que se habia excedido un poco, como si temiera que sus hombres no le obedecieran. Pero de todos los modos los tipos del Ejercito le habian oido y no iban a precipitarse. Harold estaba en el campamento y nadie habia disparado todavia...

Vio que Harold hablaba con Hooker, el Gancho, y que este iba a su encuentro. Penso que estaban salvados. Por primera vez desde la caida del cometa, Alim Nassor sintio esperanza y orgullo.

Dos pesados camiones avanzaban por la llanura embarrada, siguiendo un camino tortuoso hacia la nueva isla surgida en el mar de San Joaquin. Se detuvieron junto a un supermercado, aun medio inundado, de cuyos escaparates se Habia quitado laboriosamente el barro. Unos hombres armados saltaron de los vehiculos y tomaron posiciones en las cercanias.

—Vamos —dijo Cal White.

White, que llevaba la metralleta de Deke Wilson, entro el primero en el edificio anegado, y anduvo con el agua sucia hasta la cintura. Los otros le siguieron.

Rick Delanty tosio y trato de respirar por la boca. El olor de la muerte era irresistible. Busco a alguien con quien hablar, Pieter o Johnny Baker, pero estos se hallaban en el extremo de la columna. Aunque aquel era su segundo dia en el almacen, ninguno de los astronautas se habia acostumbrado al hedor.

—Si de mi dependiera, esperaria otra semana —dijo Kevin Murray.

Murray era un hombre bajo y robusto, de largos brazos. Habia sido dependiente en unos almacenes, y tuvo la suerte de casarse con la hermana de un granjero.

—Espera una semana y esos bastardos del Ejercito estaran aqui. —Cal White llamo desde el interior—. Esperad un momento.

White siguio adelante con otro hombre y la unica linterna que funcionaba. A Rick la metralleta le parecia una extrana obscenidad. Habia demasiada muerte a su alrededor. Pero el no iba a poner ningun reparo. La noche pasada Deke habia admitido a un refugiado, un hombre del sur que tenia informacion para cambiarla por una comida, y les dijo que una banda de negros habia aterrorizado el sur del valle y que ahora se habian unido a los canibales del Ejercito. Puede que no pasara mucho tiempo antes de que hicieran una visita a Deke Wilson.

Rick se compadecio de aquellos pobres desgraciados. Podia comprenderlos: eran negros en este mundo desgarrado, sin condicion social, sin ningun lugar donde ir, indeseables en todas partes. Claro que se habian unido a los canibales. Y era natural que los supervivientes de la zona volvieran a mirar con aprension a Rick Delanty...

—No hay peligro —dijo White desde el interior—. Manos a la obra.

El grupo, formado por una docena de hombres, tres astronautas y nueve supervivientes, entro en el almacen y avanzo vadeando. Un conductor acerco uno de los camiones para que sus faros iluminasen el almacen arruinado.

Rick hubiera preferido menos luz, para no ver los cadaveres que se mecian en el agua sucia. Para no marearse se llevo un trozo de tela a la cabeza. White habia rociado la tela con una docena de gotas de gasolina. El olor dulzon de la gasolina era mejor que aquello.

Kevin Murray se acerco a un estante con latas y cogio una de maiz. Estaba carcomida por el orin.

—Estropeada —dijo—. Maldita sea.

—Ojala tuvieramos una linterna —dijo otro granjero.

Rick sabia que una linterna les ayudaria, pero ciertas cosas era mejor hacerlas en la penumbra. Aparto unos restos podridos sobre un estante y encontro tarros de cristal. Conservas en salmuera. Llamo a los otros y empezaron a llevarse los tarros.

—?Que es esto, Rick? —pregunto Kevin Murray con otro tarro entre las manos.

—Setas.

—Es mejor que nada —dijo Murray, encogiendose de hombros—. Gracias. Ojala no hubiera perdido las gafas. ?Sabes por que no llevo ningun arma? Porque no puedo ver mas alla del punto de mira.

Rick trato de concentrarse en las gafas: tal vez podrian fabricarse a partir de cristal corriente, pero no tenia idea de como se pulen los lentes. Avanzo por los pasillos, cogiendo cosas que otros habian descubierto, buscando otras, empujando tantos cadaveres que al final ya le parecia una rutina. Pero era preciso hablar de alguna otra cosa...

—Las latas no duran mucho, ?verdad? —pregunto, mirando una lata de cocido putrefacto.

—Las sardinas en lata pueden durar mucho, sabe Dios por que. Creo que alguien ya ha estado aqui, no hay tantas cosas como en el ultimo almacen. De todos modos, ayer nos llevamos la mayor parte de lo que quedaba. —Se quedo mirando, pensativo, los cadaveres que flotaban—. Tal vez ellos se lo han comido todo. Atrapados aqui...

Rick no respondio. Los dedos de sus pies habian rozado vidrio.

Todos trabajaban calzados con sandalias que habian cogido en una zapateria cercana. No podian hacerlo descalzos, por temor al vidrio roto, y no era cuestion de echar a perder unas buenas botas. Ahora sus dedos habian rozado la curva fria y suave de una botella de vidrio.

Rick contuvo la respiracion y se sumergio. Cerca del nivel del suelo encontro varias hileras de botellas, en gran cantidad, de formas diferentes. La mitad eran de agua mineral, y no valia la pena que ocuparan espacio en el camion. Rick cogio una de las botellas y la saco a la superficie.

—?Zumo de manzana, nada menos! ?Eh, muchachos, aqui necesitamos ayuda!

Los demas acudieron vadeando por los pasillos. Pieter y Johnny iban entre los granjeros, y todos estaban agotados, sucios y calados. Se movian como cadaveres vivientes. Algunos aun tenian fuerzas para sonreir. Rick y Kevin Murray se sumergieron para coger las botellas y las fueron pasando a los otros, porque eran los unicos que no llevaban armas.

White, el jefe del grupo, se alejo lentamente con dos botellas, pero volvio la cabeza hacia Rick.

—Lo has hecho muy bien —le dijo, sonriente, y siguio vadeando despacio hacia la puerta. Rick le siguio.

Se oyo el grito de alguien.

Rick dejo sus botellas sobre un estante vacio para avanzar mas rapido. El grito debia ser de Sohl, el centinela. ?Pero Rick no tenia un arma!

Sohl grito de nuevo.

—No hay peligro. Repito, no hay peligro. ?Pero venid a ver esto!

Rick penso en regresar para recoger las botellas, pero decidio abandonarlas. Empujo algo que no quiso mirar, pero la masa flotante tenia las caracteristicas y el peso de un hombre muerto no demasiado voluminoso o una mujer muerta bastante robusta.

Salio a la luz. El aparcamiento estaba casi medio lleno de coches. Cuarenta o cincuenta vehiculos que fueron abandonados cuando llegaron las lluvias. La lluvia calida debio caer con tanta intensidad que los motores de los coches se anegaron antes que los clientes del centro de compras pudieran tomar la decision de salir. Por eso los coches se habian quedado alli, y muchos de los clientes. El agua rodeaba los coches, entraba y salia de ellos.

Sohl seguia aun en su puesto en el tejado del supermercado. No le hubiera servido de nada estar mas cerca. Era corto de vista y sus gafas se habian roto, como las de Murray. Senalo una cosa que rozaba el lado de un autobus Volkswagen.

—?Quiere decirme alguien que es eso? —grito—. ?No es una vaca!

Los demas formaron un semicirculo alrededor de la cosa, apoyando bien los pies para resistir la suave corriente del agua que se dirigia al oeste, la misma que habia lanzado el extrano cuerpo contra el autobus. Era algo mas pequeno que un hombre, y tenia todos los colores de la decadencia. Las patas, grandes y muy curvadas, casi estaban desprendidas. ?Que era aquello? Tenia brazos. Por un instante, Rick imagino absurdamente que el

Вы читаете El martillo de Lucifer
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×