utilizar. Tal vez incluso encontremos el camion...

—?El camion azul de Harv! —exclamaron al menos cuatro hombres, y Hardy se sobresalto.

Aunque Randall hubiera dejado de hablar sobre el dichoso furgon, los demas seguian haciendolo. Pimienta negra, especias, tasajo, sopa enlatada, jamon, cafe, licores y hasta una perdiz en un peral... Todo cuanto uno podia sonar, y en abundancia. Herramientas mecanicas. ?Ah! Si Hardy pudiera leer las mentes de cincuenta hombres dispuestos a partir en aquella absurda expedicion, sabia lo que encontraria: cincuenta imagenes de un furgon azul.

En aquel momento, el senador Jellison dio por finalizada la reunion.

—Es evidente que no podemos tomar ninguna decision hasta que Deke llegue aqui para decirnos como estan las cosas. Esperemosle.

—Vere si la senora Cox ha preparado el te —dijo Al Hardy—. Harvey, ?quieres ayudarme un momento, por favor?

—Claro.

Harvey fue a la cocina, donde Al Hardy le esperaba.

—La verdad es que la senora Cox ya sabe lo que debe hacer —dijo Hardy—. Queria hablar contigo. En la biblioteca, por favor.

Hardy se volvio y fue hacia la biblioteca. ?Y ahora, que?, se pregunto Harvey. Era evidente que a Hardy no le interesaba la expedicion de rescate, pero ?a que venia aquello? Cuando Al Hardy le hizo pasar a la gran estancia y cerro la puerta, Harvey sintio un temor familiar.

A Al Hardy le gustaban las cosas claras.

Anos atras, Harvey entrevisto a un almirante, y le sorprendio la mesa de trabajo de aquel hombre, que era absolutamente simetrica; la carpeta cubierta de papel secante bien centrada, las bandejas identicas para asuntos pendientes y ya solucionados, el tintero en el medio con una pluma a cada lado... Todo, excepto el lapiz que el almirante usaba para acompanar sus gestos. Harvey miro todo aquello y entonces dirigio el objetivo de la camara al centro del escritorio, y puso el lapiz frente al hombre, alineado con su aguja de corbata.

?Y al almirante le encanto!

—Sientate, por favor —dijo Hardy. Abrio un cajon de la gran mesa del senador y saco una botella de whisky—. ?Quieres un trago?

—Gracias.

Ahora la preocupacion de Harvey era definitiva. Al Hardy tenia casi tanto poder como el senador. Era el quien ejecutaba las ordenes de Jellison. Coincidia exactamente con los ejecutivos de la emisora de television que ordenaban a Randall lo que debia hacer, y que hubieran encontrado su trabajo mucho mas facil si todos los hombres no hubieran sido creados solo iguales, sino identicos.

?Se trataria de un problema con Mark? Si era asi, ?podria Harvey salvarle de nuevo? Mark habia estado a punto de que le echaran de la fortaleza. A Hardy no le habia gustado el cartel de Mark que anunciaba la fortaleza como «Factoria y Gobierno Provisional del Senador Jellison». Y a George Christopher tampoco le habia gustado. A ninguno de los dos les importo la pintura gastada y le retiraron el cartel.

Quiza no se trataba de Mark. Si Al Hardy habia decidido que Harvey Randall estaba obstaculizando sus planes bien trazados... La fortaleza no podria sobrevivir sin la mania organizadora de Hardy. La carretera estaba siempre alli, y nadie lo olvidaba jamas. Harvey se agito, incomodo, en el duro sillon.

Al Hardy estaba sentado frente a el. No habia querido utilizar el sillon detras de la mesa del senador. Nadie excepto el senador se sentaria jamas alli mientras Al Hardy pudiera decidirlo. Senalo la mesa cubierta de papeles. Mapas, con lineas a lapiz que indicaban la linea costera actual del valle San Joaquin convertido en mar; asignaciones de trabajo; inventarios de alimentos y equipo, todo lo que pudieron localizar, y otra lista de articulos necesarios de los que carecian; programas de plantacion; detalles de trabajo, todo el papeleo necesario para la labor de mantener a tanta gente con vida en un mundo que de subito se habia vuelto hostil.

—?Crees que todo eso sirve de algo? —le pregunto Al.

—Vale mucho —respondio Harvey—. Es la organizacion, lo que nos mantiene vivos.

—Me alegro de que lo creas asi. —Hardy alzo su vaso—. ?Por quien quieres brindar?

Harvey senalo el sillon vacio detras del escritorio.

—Por el duque de Silver Valley.

Al Hardy asintio.

—Brindare por el. Salud.

—Salud.

—Si, es un duque —dijo Hardy—. Con su justicia superior, media e inferior.

El nudo de temor en el estomago de Harvey empezo a crecer.

—Dime, Harvey, si el muriese manana, ?que seria de nosotros? —pregunto Hardy.

—Dios mio, no quiero ni pensar en ello. —La pregunta habia sobresaltado a Harvey—. Pero no es muy probable que ocurra...

—Es muy probable —dijo Hardy—. Naturalmente, te estoy diciendo un secreto. Si lo dices, o le haces saber que te lo he dicho, no sera muy agradable.

—?Entonces por que me lo dices? ?Y que le pasa?

—Esta mal del corazon —explico Al—. En el hospital de Bethesda le dijeron que se tomara las cosas con calma. Iba a retirarse despues de esta legislatura, si hubiera vivido tanto.

—?Tan mal esta?

—Bastante mal. Podria durar dos anos o morir en una hora. Es mas probable un ano que una hora, pero ambas cosas son posibles.

—Dios mio... Pero, ?por que me lo dices?

Hardy no respondio directamente.

—Tu mismo has dicho que la organizacion es la clave de la supervivencia. Sin el senador, no habria organizacion. ?Se te ocurre alguien que pueda gobernar aqui si el muere manana?

—No, ahora no...

—?Que hay de Colorado? —pregunto Hardy.

Harvey se echo a reir.

—Ya has oido a los otros. Colorado no puede mantenernos con vida. Pero se quien podria suceder al senador.

—?Quien?

—Tu.

Hardy meneo la cabeza.

—No saldria bien, por dos razones. En primer lugar, no soy de la region. No me conocen, y aceptan mis ordenes solo porque son las ordenes del senador. De acuerdo, eso podria arreglarse con el tiempo. Pero hay una razon mejor, y es que no soy el hombre adecuado.

—Pareces hacerlo todo bien.

—No. Yo queria su escano en el senado, y el lo hubiera arreglado cuando se retirase. Creo que habria sido un buen senador, pero no un buen presidente. Harvey, hace un par de semanas tuve que ir a casa de Bonar y desahuciar a su mujer y los dos ninos. Lloraron, gritaron y me dijeron que les estaba matando, y tenian razon, pero lo hice. ?Fue correcto lo que hice? No lo se y, sin embargo, lo se. Lo se porque el lo ordeno, y lo que el ordena esta bien.

—Esa es una extrana...

—Deficiencia de caracter —dijo Hardy—. Podria hablarte de mi infancia en un orfelinato catolico, pero no creo que te interese la historia de mi vida. Creeme. Doy lo mejor de mi mismo cuando tengo alguien en quien apoyarme, alguien que sea la autoridad final. El viejo lo sabe. No hay la menor oportunidad de que me designe como su sucesor.

—?Que haras entonces cuando...?

—Sere el jefe de estado mayor de alguien a quien el senador Jellison designe, quienquiera que sea. Si no ha designado a nadie, lo sere de quien yo considere capaz de realizar su trabajo. Este valle es la obra de su vida, ?sabes? Nos ha salvado a todos. Sin el, todos estariamos en las mismas condiciones que los de ahi afuera.

Harvey asintio.

—Espero que tengas razon. —Penso que le gustaba estar alli a salvo, y cuanto apreciaba la seguridad—.

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