Su lenguaje no produjo ninguna reaccion en el sacerdote, y se avergonzo por tratar de... ?de que? No importaba.

—?Ve como es verdad que se preocupa por algo? —dijo Varley—. Ese amante. Es alguien cuya vida usted quiere compartir.

La sonrisa de Maureen era amarga.

—?No lo comprende? ?No lo se! Y temo averiguarlo. Quiero amar, pero no creo que pueda hacerlo, y temo incluso que sea ya imposible. Y no puedo descubrirlo porque mi trabajo consiste en ser la princesa coronada. Quiza deberia casarme con George y terminar con esto.

Esta vez el sacerdote reacciono. Parecio sorprendido.

—?George Christopher es su amante?

—?Dios mio, no! El es el que mataria...

—Lo dudo. George es un buen hombre.

—Desearia... Me gustaria estar segura de eso. Entonces podria averiguarlo. Podria averiguar si todavia puedo amar a alguien. Y quiero saberlo, quiero saber si el Martillo tambien destruyo eso. Lo siento. No debi haberle dicho todo esto. Usted no puede hacer nada.

—Puedo escuchar. Y puedo decirle que veo una finalidad en la vida. Este vasto universo no fue creado por nada. Y fue creado. No surgio por casualidad.

—?Surgio el Martillo por casualidad?

—No lo creo.

—?Entonces, por que?

Varley meneo la cabeza.

—No lo se. Quiza para conmocionar suficientemente a la clase alta de Washington y hacerle reconsiderar su vida. Tal vez solo por eso. Por usted.

—Eso es absurdo. No puede creerlo.

—Creo que tiene un fin, pero ese fin sera distinto para cada uno de nosotros.

—Sera mejor que entremos. Tengo frio.

Maureen se volvio y se alejo rapidamente del sacerdote, en direccion a la casa de piedra. Penso que aquella noche veria a Harvey, y se lo diria. Todo. Tenia que hacerlo. No podia soportar mas aquella situacion.

FINAL DEL VIAJE

En la inminente edad oscura, la gente sufrira penalidades, y durante la mayor parte de su tiempo trabajara para satisfacer necesidades primarias. Unos pocos ostentaran posiciones de privilegio, y su trabajo no consistira en... cultivar la tierra o construir refugios con sus propias manos, sino en una serie de tretas e intrigas, mas sombrias y violentas que cualquiera de las que hoy conocemos, a fin de mantener sus privilegios personales...

Roberto Vacca, La proxima Edad Oscura

Sono la alarma del cronometro de cocina que utilizaba Tim Hamner. Este dejo el libro que estaba leyendo y tomo los prismaticos. Disponia de dos juegos de prismaticos en la cabana donde montaba guardia. Los que acababa de coger tenian lentes potentes, para la luz del dia; los otros eran mucho mas grandes y no aumentaban tanto, pero recogian mucha luz y eran ideales para la observacion nocturna. Hubieran sido unos lentes perfectos para observaciones astronomicas, pero ahora el cielo estaba siempre cubierto de nubes y Tim casi nunca veia las estrellas.

La cabana habia sido muy mejorada. Ahora disponia de aislamiento y la estructura de madera se encontraba reforzada. Incluso disponia de calefaccion. Contenia una cama, una silla, una mesa y algunas estanterias para libros. En el dorso de la puerta habia un sujetador de rifles. Tim se puso al hombro el Winchester, antes de salir, y por un breve instante le divirtio un pensamiento: ?El, Tim Hamner, astronomo aficionado y playboy, armado hasta los dientes para ir en busca de los malvados!

Trepo al risco, junto al cual crecia un arbol. Desde cualquier distancia, Tim seria invisible entre la frondosidad de sus ramas. Apoyado en el tronco, inicio su minuciosa exploracion del terreno de abajo.

Malpaso no salia en los mapas. Era el nombre dado por Harvey Randall al punto mas bajo entre las colinas que rodeaban a la fortaleza. Malpaso era la ruta mas probable que seguiria cualquiera que tuviera la intencion de entrar a pie en terrenos del rancho, y Tim lo exploro primero. Solo un cuarto de hora antes habia mirado al mismo lugar. El cronometro sonaba a intervalos de quince minutos, de acuerdo con la teoria de que nadie, a pie o a caballo, podia rebasar el paso y perderse de vista en menos de un cuarto de hora.

No habia nadie alli, como ocurria siempre en los ultimos dias. En las primeras semanas, algunas personas a pie habian tratado de penetrar por alli, pero fueron descubiertas y Tim toco la corneta, dando la alarma. Cuando lo hacia, los guardias a caballo iban al encuentro de los intrusos y los desalojaban. Ahora el paso estaba siempre solitario, pero aun asi era preciso vigilarlo.

Tim diviso dos ciervos y un coyote, cinco liebres y muchos pajaros. Una buena provision de carne, si fuera posible dedicar algunos hombres a la caza. No habia nada mas en el paso. Miro a su alrededor con los prismaticos, sobre las cumbres y a lo largo de las colinas. No era muy distinto que buscar cometas. Uno recuerda el aspecto que deben tener las cosas, y busca algo diferente. Ahora Tim conocia todas las rocas de las colinas. Habia una que tenia la forma de una estatua en miniatura de la isla de Pascua, y otra con el aspecto de un Cadillac. No habia nada en las colinas que no perteneciera alli.

Se volvio y miro hacia el valle situado atras. Sonrio otra vez por su buena suerte: era mejor ser un vigia en lo alto de una colina que estar abajo rompiendo piedras.

—Espero que los guardianes de San Quintin piensen tambien lo mismo —dijo en voz alta. Ultimamente habia adquirido la costumbre de hablar en voz alta consigo mismo.

La fortaleza tenia buen aspecto: solida, segura, con invernaderos y rebanos que pacian. Habria bastante alimento.

—Soy un afortunado hijo de perra.

Tim penso, como hacia a menudo, que era mas afortunado de lo que se merecia. Tenia a Eileen y no le faltaban amigos. Tenia un lugar seguro donde dormir y bastante comida. Tenia trabajo, aunque su primer proyecto, la reconstruccion de las presas por encima de la fortaleza, no habia salido bien... y no por culpa suya. El y Brad Wagoner habian ideado nuevos sistemas de generar electricidad, suponiendo siempre que podrian salir al exterior y encontrar el cable, los cojinetes, las herramientas y el equipo necesario.

Sin olvidar los libros. Tim tenia una lista con todos los libros que deseaba. La mayor parte de ellos ya los habia poseido, hacia tanto tiempo que ya casi no lo recordaba, una epoca en la que todo lo que tenia que hacer cuando queria algo era hacerselo saber a alguien y dejar que el dinero hiciera el resto. Cuando pensaba en los libros y lo facil que le habia sido conseguirlos, a veces sus pensamientos iban mas alla y se detenian en las toallas calientes, la sauna, la piscina, la ginebra Tanqueray, el cafe irlandes y ropas limpias a su disposicion en todo momento... Pero era duro recordar aquellos tiempos. Tiempos anteriores a su encuentro con Eileen, y ella valia mucho. Si hubiera sido necesario el fin del mundo para que se conocieran, entonces tal vez valdria la pena.

Tim solo se ponia triste cuando pensaba en el exterior, al recordar el nino muerto que arrojaron por la ventanilla, la policia y las enfermeras que trabajaban entre las ruinas del hospital de Burbank. Aquellos recuerdos de cuando avanzaron entre gente irremisiblemente condenada surgian a veces para obsesionarle, y no podia evitar el preguntarse por que habia sobrevivido, mas aun, por que habia vivido hasta encontrar seguridad y mucha mas felicidad de la que jamas habia esperado...

Un movimiento le llamo la atencion. Un camion subia por la carretera. Estaba lleno de hombres, y Tim casi bajo de un salto a la cabana para dar la alarma. El aire estaba limpio, sin relampagos, excepto en las cumbres de la Sierra Alta. La pequena radio funcionaba, pero no debia usarse mas de lo necesario, pues era muy duro arrastrar las baterias arriba y abajo de la colina, y se necesitaba una gasolina preciosa para recargarlas. Tim dejo que pasara el impulso. El camion estaba aun a bastante distancia. Tenia tiempo para examinarlo con los

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