prismaticos.

No dudo de que se trataba del camion de Deke Wilson, pero de todos modos lo enfoco. Un solo camion podia transportar un considerable armamento, y un solo error de apreciacion podia costar docenas de vidas y la condena del pobre centinela a ser arrojado a la carretera, no sin antes haberle capado.

Si, parecia el camion de Deke, mas cargado que de ordinario. Iba lleno de hombres de pie, y entre ellos habia una mujer...

Cuatro de ellos destacaban en especial. Uno era una mujer, otro un negro y otros dos blancos. Pero los cuatro parecian agruparse como si... como si les disgustara mezclarse con los mortales que les rodeaban. No, no parecian mortales. Tim cambio los codos de sitio y estudio las caras vagamente familiares a traves de los prismaticos...

Pero el camion se acercaba demasiado. Tim corrio a la cabana. Cogio el microfono y, de pronto, recordo.

—?Que ocurre? —le preguntaron a traves del receptor.

—Deke Wilson esta aqui —dijo Tim—. Llegara dentro de tres minutos. ?Y viene con los astronautas! ?Los astronautas del laboratorio espacial! ?Los cuatro! Es increible, Chet. Parecen dioses. Parece como si no hubieran pasado por el fin del mundo.

Rick Delanty se fijo en los rostros, docenas de ellos todos blancos, todos mirando a los recien llegados de pie en el camion. Hablaban a la vez, y Rick solo captaba retazos de conversacion, menciones a los rusos y los astronautas. Cuando bajo del camion, aquellos hombres se apinaron a su alrededor, retrocediendo un poco para no empujar a los hombres del espacio, sonriendoles. Hombres y mujeres, y no tenian aspecto de pasar hambre. Sus ojos no tenian la mirada inquieta de los hombres de Deke Wilson. Sin duda solo habian presenciado parte del infierno.

Eran en su mayoria de edad mediana, y sus ropas mostraban signos de duro trabajo y escaso lavado. Los hombres tendian a ser robustos y las mujeres normales, ?o acaso se debian a que vestian ropas de trabajo? En la granja de Deke Wilson las mujeres iban vestidas de hombre y trabajaban como ellos. Aqui habia una diferencia. En este valle las mujeres eran diferentes de los hombres. Cierto que las cosas eran distintas a lo que habian sido antes de la caida del cometa, y si Rick no hubiera pasado varias semanas con Deke Wilson, habria podido reflexionar en los cambios producidos desde entonces. Ahora reparo en las similitudes. Aquel valle era tan distinto del campamento fortificado de Wilson como...

Rick no tuvo tiempo de seguir pensando en ello. Hubo presentaciones y les condujeron al gran porche de la casa de piedra. Rick hubiera sabido quien estaba al frente del rancho aun cuando no hubiese reconocido al senador Jellison. Este no era tan robusto como los hombres grandes y fornidos, pero todo el mundo le abrio paso y aguardaron a que el hablara. Su sonrisa hizo que todos se sintieran bien recibidos, incluso Pieter y Leonilla, que habian temido aquel encuentro.

Se aproximaba mas gente. Unos bajaban de los campos y otros subian por el camino. La noticia debia haberse extendido con rapidez. Rick busco a Johnny Baker y le vio, pero Baker permanecia ajeno a Rick Delanty o cualquier otro. Estaba frente a una muchacha esbelta y alta, pelirroja, que llevaba una camisa de franela y pantalones de trabajo. El le habia cogido ambas manos y se devoraban mutuamente con la mirada.

—Estaba seguro de que habias muerto —le dijo Baker—. Yo no... no le pregunte siquiera a Deke. Temia hacerlo. Me alegro de que estes viva.

—Tambien yo me alegro de que vivas —respondio ella.

Rick se dijo que aquello era curioso: por la expresion dolorida de sus rostros, se hubiera dicho que cada uno asistia al funeral del otro. Era evidente, tanto para Rick como para los demas, que habian sido amantes.

?Y a algunos de los hombres aquello no les gustaba en absoluto! Iba a haber problemas... Pero Rick, una vez mas, no tuvo tiempo de pensar en ello. La multitud presionaba, todos hablaban a la vez. Uno de los hombres fornidos dejo de mirar a Johnny y a aquella mujer y se dirigio a Rick:

—?Estamos en guerra con los rusos? —le pregunto.

—No —replico Rick—. Lo que queda de Rusia y lo que queda de Estados Unidos son aliados... contra China. Pero podeis olvidaros de todo eso. Hace mucho que la guerra termino. Entre el cometa, los misiles sovieticos y tal vez, creo, algunos de los nuestros, no quedara nada de China que pueda presentar batalla.

—Aliados... —El hombre fornido parecia perplejo—. Esta bien, supongo.

Rick le sonrio.

—La verdad es que si alguna vez podemos llegar a Rusia, no encontraremos nada mas que glaciares. Pero si llegamos a China encontraremos rusos, y ellos recordaran que somos aliados. ?Comprendes?

El hombre fruncio el ceno y se alejo, exactamente como si Rick le hubiera tomado el pelo.

Rick Delanty volvio a la antigua rutina. Estaba acostumbrado a hablar en reuniones, con palabras simples que evocaban imagines vividas, explicando sin condescender. Las preguntas eran muchas. Querian saber que se sentia en el espacio, cuanto tiempo se tardaba en acostumbrarse a la caida libre. A Rick le sorprendio constatar que muchos habian visto sus emisiones de television desde el laboratorio espacial y recordaban sus maniobras en un medio ingravido. ?Como se movian, comian y bebian? ?Como arreglaban los desperfectos por el impacto de un meteoro? ?Aquella radiante luz solar no era fatal para la vista? ?Llevaban continuamente gafas de sol?

Aprendio sus nombres. La muchachita era Alice Cox, la mujer con la bandeja de cafe caliente —?cafe autentico!— era su madre, los hombres fornidos de aspecto desafiante eran los hermanos Christopher, y tambien el que habia preguntado sobre la guerra era un Christopher, pero este habia pasado dentro junto con Deke Wilson y Johnny Baker, dejando a la senora Cox la tarea de anfitriona. Habia un hombre al que presentaron como el «alcalde» y otro al que llamaban «jefe de policia», pero a pesar de tales titulos habia alli algo sutil que Rick no comprendia, porque los Christopher, sin titulo alguno, parecen tener una posicion superior. Todos los hombres eran fornidos y estaban armados. ?Acaso se habia acostumbrado demasiado al aspecto de extenuacion que tenian los hombres de Deke Wilson?

—Dice el senador que podemos ahorrar luz —anuncio la senora Cox tras una de sus idas al interior—. Podeis hablar con los astronautas cuando este demasiado oscuro para trabajar. Y tal vez tendremos una fiesta el domingo.

Hubo murmullos de aceptacion y saludos de despedida, y el grupo se disperso. La senora Cox hizo pasar a los astronautas a la sala de estar y sirvio mas cafe. Era una anfitriona perfecta, y Rick sintio que se relajaba por primera vez desde el aterrizaje. En la granja de Deke Wilson tambien se servia cafe, pero muy escaso, y era consumido precipitadamente por hombres que se disponian a montar guardia. Nadie se sentaba comodamente en un salon, y desde luego el cafe no se servia en vajilla de porcelana.

—Siento que no haya nadie disponible para hacerles compania —dijo la senora Cox—. Todo el mundo tiene algo que hacer. Cuando vuelvan por la noche les acosaran a preguntas.

—No tiene importancia —dijo Pieter—. Le agradecemos su recibimiento. Espero que no le impidamos cumplir con sus obligaciones.

—Bueno, tengo que preparar la cena —dijo la senora Cox—. Si desean algo, solo tienen que llamarme. — Salio de la estancia no sin antes dejar sobre la mesa la cafetera y anadir—: Sera mejor que se lo tomen antes de que se enfrie. Puedo asegurarle que no habra mas durante algun tiempo.

—Gracias —dijo Leonilla—. Son todos tan amables con nosotros...

—No mas de lo que se merecen, estoy segura —respondio la senora Cox antes de salir definitivamente.

Pieter, que estaba sentado junto a Leonilla, y ambos a cierta distancia de Rick, fue el primero en hablar.

—De modo que nos hemos encontrado con un gobierno. ?Donde esta el general Baker?

Rick se encogio de hombros.

—Anda por ahi, con Deke, el senador y algunos otros. Estan celebrando una gran conferencia.

—A la que no hemos sido invitados —observo Jakov—. Comprendo que no nos necesiten a Leonilla y a mi, pero ?por que no te dejan participar?

—He pensado en eso —dijo Rick—, pero todos salieron muy deprisa. Ya sabes lo que Deke tenia que decirles. Y alguien tenia que quedarse fuera y hablar a la gente. Yo lo he considerado como un cumplido.

—Confio en que tengas razon —dijo Jakov.

Leonilla hizo un gesto de asentimiento.

—Esta es la primera vez que me siento a salvo desde que aterrizamos. Creo que les gustamos. ?De veras

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