no les importa que seas negro, Rick?

—En general, adivino si eso le molesta o no a la gente. Y en este caso puedo decir que no, pero de todos modos hay algo extrano... ?No os habeis dado cuenta? Despues de averiguar lo de la guerra, todos querian saber cosas del espacio. Nadie, nadie en absoluto, nos pregunto por lo que sucede en la Tierra.

—Es cierto —convino Pieter—, pero pronto tendremos que decirselo.

—Ojala pudieramos evitarlo —dijo Leonilla—, pero me temo que, en efecto, tendremos que hacerlo.

Quedaron en silencio. Rick se levanto y sirvio el resto del cafe. Desde la cocina les llegaban sonidos de actividad, y a traves de las ventanas podian ver hombres transportando piedras, arando los campos... Era un duro trabajo, y sin duda todos, incluso Leonilla, tendrian que hacerlo. Rick asi lo esperaba. Se dio cuenta de que habia rogado en silencio que hubiera trabajo, algo que hacer, algo que le hiciera sentirse util de nuevo y olvidarse de Houston, El Lago y el maremoto...

Pero de momento le habian recibido como a un heroe, lo mismo que a Leonilla y Pieter, y estaban a salvo, rodeados por hombres armados que no querian hacerles ningun dano.

De algun lugar al fondo de la casa llegaba un murmullo de voces. Debia ser el senador, Johnny Baker, Deke Wilson y el personal de confianza del senador que planeaban... ?que? Rick penso que estaban decidiendo que hacer con ellos. ?Estaria alli tambien la hija del senador? Rick recordo de que manera ella y Johnny se habian mirado, hablandose en voz baja y sus rostros casi tocandose, ajenos a la gente que les rodeaba. ?De que modo afectaria aquello a las decisiones del senador?

Tuvo casi la certeza de que al senador podria gustarle aquella situacion. Johnny Baker era general de la Fuerza Aerea. Si Colorado Springs tenia realmente el poder que afirmaba, eso podria ser importante.

—?Cuantos hombres hay aqui? —pregunto Pieter, haciendo salir a Rick de sus reflexiones—. Calculo que son varios centenares. Y tienen muchas armas. ?Crees que es suficiente?

Rick se encogio de hombros. Habia estado pensando en el futuro lejano, en semanas y meses por delante, y casi logro olvidar por que se habian presentado en la fortaleza del senador precisamente entonces.

—Ha de bastar —dijo Rick, sintiendo tambien la tension de Pieter y Leonilla. Nunca se le habia ocurrido que el senador no tuviera suficiente fuerza. Habia estado tan seguro de que en alguna parte habia hombres y mujeres civilizados, seguridad autentica, civilizacion y orden...

Y tal vez no habia nada de ello, en ningun lugar. Rick se estremecio levemente, pero no dejo de sonreir, y los tres hombres permanecieron sentados en la sala de paredes forradas de madera, esperando y confiando.

—Se llaman a si mismos el Ejercito de la Nueva Hermandad —dijo Deke, paseando la mirada entre los presentes:

Harvey Randall, Al Hardy, el general Johnny Baker, George Christopher, alejado del grupo, sentado en un extremo de la sala, y el senador Jellison en su sillon de juez. En los ojos de Deke podia leerse la inquietud que sentia. Se llevo su vaso a los labios y espero un minuto a que el whisky produjera su antigua magia. Luego anadio con voz mas firme—: Tambien aseguran que constituyen el gobierno legal de California.

—?Con que autoridad? —pregunto Al Hardy.

—Su proclamacion estaba firmada por el vicegobernador. Ahora se hace llamar «gobernador en funciones».

Hardy fruncio el ceno.

—?El honorable James Wade Montross?

—Asi se llama —dijo Deke—. ?Puedo servirme un poco mas de whisky?

Hardy miro al senador, el cual hizo un gesto de asentimiento, y volvio a llenar el vaso de Deke.

—Montross —musito Al—. Asi que el Chalado ha sobrevivido. —Miro a los demas y anadio rapidamente—: En politica solemos dar apodos a la gente. El Perdedor, el Estoico. A Montross le llamabamos el Chalado.

—Chalado o no, me ha dado un plazo de siete dias para que me una a su gobierno —dijo Deke—. En caso contrario, su Ejercito de la Nueva Hermandad tomara mis terrenos a la fuerza.

El granjero abrio su chaqueta de campana, obtenida de excedentes del Ejercito, y saco un papel de un bolsillo interior. Era un ejemplar multicopiado, pero estaba escrito a mano, con una elegante caligrafia. Se lo entrego a Hardy, el cual le echo un vistazo y luego lo paso al senador Jellison.

—Es la firma de Montross —dijo Hardy—, no cabe duda.

Jellison asintio.

—Podemos considerar la firma como verdadera. —Miro a todos los presentes—. El vicegobernador proclama un estado de emergencia y se arroga la suprema autoridad en California.

George Christopher solto un grunido, un aspero ruido rasposo.

—?Tambien nos manda a nosotros?

—A todos —dijo Jellison—. Tambien menciona el anuncio de Colorado Springs. ?Sabe algo de eso, general Baker?

Johnny Baker asintio. Estaba sentado junto a Harvey Randall, pero no parecia formar parte del grupo. Los antiguos dioses habian regresado, al menos de momento. ?Hasta cuando serian dioses? Harvey habia sido testigo del encuentro de Baker y Maureen, y se habia sentido despechado.

—Captamos una emision de radio de Colorado Springs —dijo Baker—. Estoy seguro de que era autentica. Hablaban en nombre del presidente de la Camara de Representantes...

—Un idiota senil —dijo Al Hardy.

—...el cual actua como presidente —prosiguio el astronauta—. Su jefe de estado mayor parece ser un teniente coronel honorario llamado Fox. Creo que es Byron Fox, y en ese caso le conozco. Era uno de los profesores de la Academia, un buen hombre.

George Christopher habia estado refrenando su impaciencia. Ahora hablo con voz baja y llena de ira.

—Montross, ese hijo de perra. Estuvo por aqui hace un par de anos, tratando de organizar a los recolectores. ?Se presento en mis tierras! Y no pude echar a aquel intruso bastardo, porque llevaba cincuenta policias estatales con el.

—Yo diria que Jimmy Montross tiene mucho poder legal —dijo el senador Jellison—. Es el funcionario de mayor rango en California, suponiendo que el gobernador haya muerto, lo cual es muy probable.

—Entonces, ?ha desaparecido Sacramento? —pregunto Johnny Baker.

Al Hardy asintio.

—Por lo que sabemos, esa zona esta totalmente sumergida. Harry exploro el noroeste hace un par de semanas, y encontro a alguien que le hablo de gente que intentaba llegar a Sacramento. No encontraron mas que agua, como en el valle de San Joaquin.

—Maldicion —exclamo Baker—. En ese caso, la central nuclear ya no existe.

—En efecto —dijo Hardy—. Lo lamento.

—Deke, no vas a rendirte a ese maldito Montross, ?verdad? —inquirio George Christopher.

—He venido aqui para pedir ayuda —dijo Wilson—. Pueden vencernos. Ese ejercito es muy numeroso.

—?Cuanta gente tienen? —pregunto Al Hardy.

—Mucha.

—Hay algo que me confunde —dijo el senador Jellison—. Deke, ?estas seguro de que esa banda de canibales contra la que luchaste forma parte de ese grupo con el que Montross esta asociado?

—Ya lo he dicho, ?no?

—Bueno, no te molestes. —La famosa simpatia del senador se puso de subito en evidencia—. Es que me ha sorprendido, simplemente. Montross era un chalado, pero no estaba loco de atar, ni tampoco era estupido. Era el paladin de los oprimidos...

Christopher gruno de nuevo.

—...o eso decia —siguio diciendo Jellison—. Pero me cuesta creer que este en relaciones amistosas con unos canibales.

—Tal vez le tienen prisionero —sugirio Al Hardy.

Jellison asintio.

—A eso iba. De ser asi, no tiene en absoluto autoridad legal.

—Legal o no, lo que importa es lo que debo hacer —intervino Deke Wilson—. No puedo enfrentarme a el. ?Me ayudaran los vuestros? No quiero rendirme a ellos...

—No te censures —dijo Christopher.

—No es solo por los canibales —dijo Deke—. Es posible que dejen eso si encuentran... otro tipo de

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