Miro a los demas uno tras otro, y todos asintieron: la fortaleza era afortunada. Tenian mas que suerte, pues alli estaba el senador y habia orden. Era una pequena isla de seguridad en un mundo que habia estado muy cerca de la extincion.

Harvey Randall seguia haciendose cruces de que tuvieran tanta suerte. El informe de Johnny Baker no le habia sorprendido lo mas minimo. Mucho tiempo atras ya habia pensado que las cosas estaban tan mal. Uno de los indicios era la falta de comunicaciones radiofonicas. Cierto que las constantes interferencias atmosfericas hacian improbable que pudieran recibir ningun mensaje, pero de vez en cuando deberian oir algo, y nunca oian nada, lo cual significaba que nadie emitia, al menos con potencia suficiente y de manera constante.

Pero era distinto saber a ciencia cierta que eran una de las pocas bolsas de supervivientes.

?Que habia ocurrido en el mundo? Una revolucion por semana en Sudamerica. Quizas aquella era la respuesta en todas partes. Lo que el cometa y la guerra chino-sovietica no habian hecho, la gente se afanaba ahora por hacerlo.

Al Hardy rompio el silencio.

—Tengo la impresion de que la Caballeria de Estados Unidos no cargara contra la colina para rescatarnos.

Deke Wilson rio con amargura.

—El Ejercito se ha vuelto canibal. Al menos, lo que hemos visto de las fuerzas armadas.

—Tendremos que luchar —dijo George Christopher—. Ese condenado de Montross...

—George —intervino Al Hardy—. No puedes estar seguro de que ese hombre este al mando.

—?A quien le importa? Si el no manda sera peor, porque entonces los amos seran esos malditos canibales. Tarde o temprano tendremos que pelear, y creo que es mejor hacerlo mientras los hombres de Deke esten de nuestra parte.

—Yo estoy de acuerdo —dijo Deke Wilson—. Siempre que...

—?Que? —pregunto Christopher, en un tono subitamente suspicaz.

Wilson extendio las manos. Harvey reparo en que habia sido un hombre robusto, al que ahora las ropas le iban demasiado holgadas. Las privaciones le habian adelgazado y empequenecido. Y estaba asustado.

—Siempre que podamos quedarnos aqui —dijo Wilson—. Podemos mantener esa banda a raya. Vosotros teneis colinas que defender. Nosotros no. Todo cuanto tenemos es lo que podemos construir. No tenemos cerros ni limites naturales. Nada. Pero aqui podemos resistir a esos bastardos hasta que se mueran de hambre, y tal vez podemos colaborar para que eso suceda antes. Hacer incursiones y quemarles lo que hayan almacenado.

—Eso es absurdo —dijo Harvey Randall—. ?No hay ya bastante gente que se muere de hambre sin necesidad de quemar cosechas y alimentos? ?Por Cristo! ?En todo el mundo, lo que el cometa no logro lo estamos haciendo nosotros! ?Tambien tiene que ocurrir aqui?

—No podriamos alimentar a todos tus hombres durante el invierno, Deke —dijo Al Hardy—. Lo siento, pero el margen es demasiado estrecho. No podemos hacerlo.

—Todavia no tenemos datos suficientes —dijo Jellison—. Tal vez sea posible llegar a un acuerdo con la Nueva Hermandad.

—Tonterias —dijo George Christopher.

—No son tonterias —intervino Harvey Randall—. Conozco a Montross y se que no esta loco, no es un canibal y no es un malvado aunque se presentara en sus tierras y tratara de ayudar a los agricultores para que organizasen un sindicato...

—Basta ya —dijo Jellison en tono firme—. George, sugiero que esperemos a Harry. Tenemos que saber mas sobre las condiciones del exterior. Creo que Deke nos ha dicho casi todo lo que sabe. Harvey, ?tiene tiempo para ayudar o ha de hacer alguna otra cosa?

El tono de Jellison decia claramente que Harvey Randall ya no seria necesario en la Biblioteca en aquellos momentos.

—Si puede prescindir de mi, tengo que hacer algunas cosas...

Se levanto y fue hacia la puerta. Casi rio entre dientes cuando oyo que George Christopher iba tras el.

—Vere los mapas cuando esten terminados —decia Christopher—. Tambien yo tengo trabajo. Encantado de conocerle, general Baker. —Siguio a Harvey al exterior—. Espere un minuto.

Harvey camino lentamente, preguntandose que ocurriria ahora. Era evidente que al senador le habia disgustado el exabrupto de Harvey. Habia tratado de separarle de Christopher, pero sin resultado...

—Bien, ?que hacemos ahora? —le pregunto Christopher.

Harvey se encogio de hombros.

—Mire, no estamos bien enterados de lo que ocurre. Ademas, aun disponemos de algunas dias. Tal vez si salieramos con Deke podriamos encontrar suficientes fertilizantes y materiales para el invernadero, de modo que pudieramos alimentar a los hombres de Deke durante el invierno...

—No me referia a eso —dijo Christopher—. Vamos a tener que luchar contra esos malditos canibales, y es mejor que lo hagamos antes de que se hagan mas fuertes. Hemos de coger todas las armas y todos los hombres capaces de usarlas, ir ahi y acabar con ellos de una vez por todas. No quiero pasarme todo el invierno mirando por encima del hombro. Cuando alguien te asusta, solo puedes hacer una cosa, y es derribarle y darle de patadas hasta que no te pueda hacer ningun dano.

O echar a correr, o hablar por los codos, penso Harvey, pero no dijo nada.

—El asunto entre usted y Maureen me ponia nervioso —dijo George.

—A mi tambien me interesa —replico Harvey. Se detuvo ante la puerta cerrada de la cocina y miro a Christopher—. Si usted me derriba y me da de patadas, va a ser algo muy embarazoso para todos. Ahora le toca a usted jugar.

—Todavia no. Cuando me haga salir de mis casillas, ira a parar a la carretera. Por el momento, ambos tenemos un problema.

—Si, yo tambien me he dado cuenta —dijo Harvey—. ?Va a ponerle a el en la carretera?

—No sea estupido. Es un heroe. Salgamos fuera.

Christopher avanzo el primero a traves de la cocina. En aquel momento no habia nadie. Abrio la puerta que daba al exterior y los dos hombres salieron a la oscuridad.

—Mire, Randall —dijo Christopher—, creo que no le gusto mucho.

—No. Creo que es algo mutuo.

Christopher se encogio de hombros.

—No tengo nada contra usted. No creo que me dispare por la espalda o me golpee cuando este desprevenido.

—Gracias.

—Y a menos que lo haga asi, no puede vencerme. La cuestion estriba en si ella decide casarse con el general Baker. ?Que haria usted?

—Llorar mucho.

—Mire, estoy tratando de ser cortes —dijo Christopher.

—Bueno, ?que quiere que le diga? Si se casa con Baker, bien casada este. Eso es todo.

—?Y no la importunara? ?No tratara de verla a escondidas?

—?Por que diablos iba a hacer eso? —pregunto Harvey.

—Oiga, usted me toma por un estupido palurdo, ?no? Y a lo mejor lo soy, desde su punto de vista. He vivido siempre aqui. Iba a la iglesia, me ocupaba de mis asuntos, no iba a bailes, no tenia una amiguita en cada ciudad a las que visitaba cargando los gastos a la cuenta de representacion...

Harvey se echo a reir.

—Yo no vivia de esa manera —le dijo—. Ha leido demasiado el Playboy.

—?Ah, si? Mire, Randall, supongo que soy anticuado, pero pienso que si un hombre esta casado, tiene que quedarse en casa. Yo nunca me case. Estuve comprometido una vez, pero no salio bien, luego me entere de que Maureen se habia divorciado, y aunque no puedo decir exactamente que la estuviera esperando, pues sabia muy bien que ella no querria vivir de nuevo en este valle ni yo querria vivir en Washington, nunca encontre a nadie mas. Entonces ocurrio el desastre, y ahora ella tiene que vivir aqui. Tal vez podria vivir conmigo. Una vez quisimos casarnos, pero aquello no salio bien, eramos demasiado jovenes...

—?Por que me cuenta todo esto?

—Porque tenia algo que decir. Maldita sea, Randall, si alguna vez me caso, seguire casado, si, y tambien

Вы читаете El martillo de Lucifer
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×