—No vendo nada. Soy Mark Czescu, de la NBS.

—Oh, perdone. Suele venir toda clase de gente a vender cosas. Pase, por favor. Me llamo George y ayudo en la casa. —Levanto una de las cajas—. Como pesa.

—Si —convino Mark, mirando a su alrededor. Habia cuadros, un telescopio, globos de la Tierra, Marte y la Luna, estatuillas de cristal, piezas de cristal de Steuben, recuerdos de viajes. La sala habia sido dispuesta como para una representacion teatral, con los sofas de cara al receptor de television—. Debe haber sido muy duro mover todo esto.

—Desde luego. Deje la caja ahi. ?Se trata de algo complicado?

—No, si uno entiende de grabadores de video.

—Yo deberia entender —dijo George—. Soy estudiante de teatro, de la UCLA. Pero todavia no hemos cursado esas tecnicas. Usted podria ensenarme.

—?Va usted a manejarlo esta noche?

—No, tengo un ensayo, El pato salvaje, con un buen papel. El senor Hamner lo hara.

—Entonces le ensenare a el.

—En ese caso tendra que esperar. Aun no ha llegado a casa. ?Le apetece una cerveza?

—Me ira muy bien. —Mark siguio a George a la cocina, una estancia grande con cromo brillante y formica por doquier. Tenia dos picas, dos hornos de gas y dos cocinas economicas. Un largo mostrador exhibia bandejas de canapes cubiertos con papel de celofan. Habia tambien una mesa y estantes con libros de cocina, las ultimas novelas de accion de Travis McGee y Un actor se prepara de Stanislavski. Solo las novelas y el libro de Stanislavski mostraban signos de haber sido usados—. Hubiera pensado que Hamner buscaria para que le ayudara a un estudiante de astronomia...

—El chico anterior lo era —dijo George mientras sacaba latas de cerveza del frigorifico—. Se peleaban mucho.

—Asi que Hamner lo despidio.

—No, lo envio a su centro en las montanas. A Hamner le gusta pelear, pero no cuando esta en casa. Es facil trabajar para el. Tengo televisor en color en mi habitacion y puedo usar la piscina y la sauna.

—Vaya, esto es una bicoca. —Mark tomo un sorbo de cerveza—. Aqui deben celebrarse fiestas cada dos por tres.

George se rio.

—Que va. Solo hay fiestas cuando traigo a companeros de reparto. O parientes, como esta noche.

Mark miro a George cuidadosamente: el fino bigote, los finos rasgos del actor. Le acometio un subito pensamiento.

—?Hamner es marica o algo por el estilo?

—No, por Dios —replico George—. No. Lo que ocurre es que no sale mucho. Le busque un ligue con la segunda actriz de nuestra ultima obra. Una buena chica, de Seattle. Hamner salio con ella un par de veces y luego, nada. Irene dijo que fue cortes y un perfecto caballero hasta que estuvieron solos. Entonces se abalanzo sobre ella.

—Ella debio haberse abalanzado a su vez.

—Eso es lo que le dije, pero no lo hizo. —George inclino la cabeza a un lado—. Vaya, ya ha llegado el senor Hamner. Reconozco el ruido del motor.

Tim Hamner se dirigio a la puerta lateral y entro en el pequeno apartamento que consideraba su hogar. Era la parte de la casa que le parecia mas comoda, aunque utilizaba todo el edificio. A Hamner no le gustaba su casa. Habia sido elegida por los administradores del dinero de su familia a causa de su valor de reventa, y se notaba. Aquel lugar proporcionaba a Hamner mucho espacio para exhibir las cosas que coleccionaba, pero no parecia un hogar.

Se sirvio un whisky y se dejo caer en un sillon, colocando los pies en un taburete a juego. Se sentia bien tras haber cumplido con su deber. Habia asistido a una reunion de directores, escuchado todos los informes y felicitado al presidente de la empresa por los beneficios del trimestre. Tim tenia una inclinacion natural a dejar que quienes les gustaba jugar con el dinero lo hicieran, pero un primo suyo habia perdido toda su fortuna de esa manera. Nunca estaba de mas hacer saber a los directivos financieros que uno miraba por encima de su hombro.

Pensar en la reunion le hizo recordar a la secretaria de la oficina, que habia charlado animadamente con Tim antes de la reunion, pero cuando la invito a cenar al dia siguiente ella adujo una cita. Tal vez era cierto que estaba citada con alguien. Habia sido muy cortes, pero le habia rechazado. Tal vez, penso, tal vez debia haberle pedido que salieran el viernes, o la proxima semana. Pero si ella le hubiera dicho que no, entonces no habria tenido duda de la razon de su negativa.

Oyo que George hablaba con alguien en la sala de estar y se pregunto quien podria ser. George no le molestaria hasta que saliera de aquel lugar. Aquello era lo bueno de su casa: podia disponer del pequeno apartamento para el solo. Entonces recordo que el visitante debia ser el hombre de la NBS, el cual traeria las escenas cortadas, las que a Tim le gustaban pero que no saldrian en el documental. Se levanto entusiasmado y empezo a cambiarse de ropa.

Penelope Wilson llego cerca de las seis. Jamas respondia al diminuto Penny. Su madre habia insistido en que no lo hiciera. Al verla a traves de la mirilla de la puerta, Tim Hamner recordo que tambien habia renunciado a Penelope y utilizaba solo su segundo nombre, el cual no podia recordar.

«Se valiente», penso. Abrio la puerta y, sin ocultar su desconcierto, espeto a la muchacha:

—?Rapido! ?Cual es tu segundo nombre?

—Joyce. Hola, Tim. ?Soy la primera en llegar?

—Si. Vaya, estas muy elegante —observo el, ayudandola a quitarse la chaqueta.

La conocia desde siempre, es decir, desde la escuela primaria. Penelope Joyce habia asistido a la misma escuela preparatoria de ninas que la hermana de Tim y media docena de primas. Ella era la mas fea, con su ancha boca, su mandibula demasiado cuadrada y una figura de la que lo mas amable que podria decirse es que era robusta. Pero en la universidad habia empezado a mejorar.

Aquella noche estaba realmente elegante. Su cabello era largo y ondulante, y estaba muy bien arreglado. El corte de su vestido era impecable, y de un color y textura suaves a la vista. Tim sintio deseos de tocarlo. Habia vivido con su hermana lo suficiente para saber que conseguir aquel efecto debia costar mucho tiempo, aun cuando el no tuviera la menor idea de como lo hacia.

Tim deseo que la aprobacion de la muchacha fuera total. Espero mientras ella inspeccionaba su sala de estar, preguntandose por que no la habia invitado hasta entonces. Finalmente, ella le miro con una expresion que no habia vuelto a ver en ella desde los tiempos escolares, cuando ella se erigio en juez de toda moral.

—Es bonita esta habitacion —aprobo, y a continuacion solto una risita tonta que dio al traste con su pose.

—Me alegro de que te guste. En serio, me alegro mucho.

—?De veras? ?Tan importante es mi opinion? —dijo ella, bromeando todavia con las expresiones faciales de su infancia.

—Si. Dentro de unos minutos toda la maldita familia estara aqui, y la mayoria de ellos no han visto este lugar. Tu piensas como ellos, asi que, si a ti te gusta, a ellos tambien les agradara.

—Ya. Creo que me merecia eso.

—Eh, no queria decir...

Ella le interrumpio con su risa. Tim le alargo un vaso y se sentaron.

—He estado pensando... —dijo ella en tono meditativo—, ?por que me has pedido que venga esta noche cuando hace al menos dos anos que no nos vemos?

Tim estaba preparado en parte para esa pregunta. Ella siempre habia sido directa, y decidio ser franco.

—Pense en quien queria que viniera esta noche, para mayor satisfaccion de mi ego, porque nada me satisfara tanto como hablar de mi cometa. Pense en Gil Waters, el numero uno de mi clase en Cate, en mi familia y en ti. Entonces me di cuenta de que pensaba en todas las personas a las que mas queria impresionar.

—?A mi tambien?

—Exacto. ?Recuerdas que soliamos charlar? Y yo nunca pude decirte lo que queria hacer con mi vida. El

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