habian estado al alba, bloqueando la carretera.

Un camion aparecio en lo alto de la colina. Empezo a descender por la otra ladera, seguido de otro y otro mas. Cuando los camiones llegaron al puente derribado, saltaron de ellos varios hombres con vigas y planchas de acero. Mas camiones aparecieron en lo alto de la colina.

Harvey consulto su reloj. Habian retrasado los camiones enemigos en treinta y ocho minutos.

EL VALLE DE LA MUERTE

Senor, Senor, no me escucharas. El coronel dijo: «?Aguantad!» Pero no lo vamos a hacer, Porque echamos a correr, Si, pies para que os quiero... El Bugout Buggie, balada prohibida del Ejercito norteamericano

El procedimiento era siempre el mismo. Por muchas obstrucciones que el grupo de Harvey pusiera en la carretera, no podian detener al ejercito de la Nueva Hermandad mas de lo que tardaban en levantarlas. Si los muchachos de Randall hubieran podido defender activamente sus bloqueos, habrian podido detener el avance enemigo mucho mas, pero no tenian posibilidades de hacerlo. La Nueva Hermandad utilizaba sus camiones para llevar a sus hombres lo mas adelante posible; entonces sus tiradores se extendian por ambos flancos y avanzaban, amenazando con impedirle a Harvey la retirada. Y en una ocasion Harvey tuvo que retirarse.

Ademas, el enemigo puso en practica una nueva tactica. Instalaron ametralladoras pesadas en uno de sus camiones, y los hicieron avanzar para disparar sobre los hombres de Harvey, desde una distancia que les hacia quedar fuera del alcance de los rifles. De ese modo Harvey no podria llevar a cabo adecuadamente la tarea de inutilizar la carretera, y ni siquiera podia disparar contra el enemigo, formado por fantasmas sin rostro a los que no era posible danar, ni se podia detener. Su infanteria continuaba avanzando, evitando a los defensores de Harvey, tratando siempre de rodearlos. Era una batalla a distancia, con pocos heridos, pero el avance de la Nueva Hermandad era implacable. Hacia media tarde habian avanzado unos veinte kilometros hacia la fortaleza.

Trabajar y huir eran las tareas de Harvey. Y huir se estaba convirtiendo en un habito. Una docena de veces Harvey deseo seguir avanzando, correr hacia la fortaleza y mandar al diablo los bloqueos de la carretera. Su mente elaboro una docena de excusas para salir huyendo.

—?Es como si nada pudiera detenerlos! —grito Tommy Tallifsen.

Se habian detenido en otra hilera de cerros. Segun los mapas, el valle de abajo, donde los de la Nueva Hermandad se afanaban en retirar troncos de arboles, tapar agujeros, reparar la carretera con mas rapidez de la empleada por Harvey para destruirla, se llamaba «Hondonada Hambrienta». El nombre parecia apropiado.

—Tenemos que intentarlo —dijo Harvey.

Tallifsen parecio dubitativo. Harvey sabia en que estaba pensando. Todos estaban agotados, habian perdido cinco hombres, uno muerto de un tiro mientras trabajaba con la sierra, los otros cuatro desaparecidos. Tal vez habian huido, o los habian capturado, o herido, o estaban tendidos en las colinas. No lo sabian. No subieron a los camiones cuando llego el momento de echar a correr, y la Nueva Hermandad estaba demasiado cerca para buscarles. Y huir se habia convertido en un habito. ?Que podian hacer ocho hombres exhaustos para detener a una horda que se abalanzaba hacia ellos como una marea?

—Oscurecera dentro de un par de horas —dijo Harvey—. Entonces podremos descansar.

—?Tu crees? —pregunto Tallifsen. Pero volvio al trabajo y se puso a cavar bajo otra roca, encima de la carretera. Otros la rodearon con el cable del torno. No disponian de suficiente dinamita para volar cada roca que encontraban.

Una hora antes de que oscureciera tuvieron que salir corriendo de la Hondonada Hambrienta y cruzar las colinas proximas. Cruzaron el riachuelo del Ciervo, deteniendose tan solo para encender la mecha de la dinamita que habian colocado alli. Cuando subieron a la siguiente colina vieron que ya habia hombres alli.

Harvey tardo un momento en darse cuenta de que eran amigos. Steve Cox y cerca de un centenar de hombres habian sido enviados desde el rancho para defender aquella colina. Las fuerzas de la fortaleza ya habian dejado de huir. Ahora tendrian que disponerse a luchar. Cox habia extendido sus fuerzas a lo largo de la colina, en trincheras. Harvey y sus muchachos, los pocos que le quedaban, podian descansar. Habia incluso cena fria y un termo con te caliente.

—Tenemos los pies destrozados —le dijo Harvey a Steve Cox—. No seremos de mucha ayuda.

Cox se encogio de hombros.

—No importa. Dormid bien. Nosotros les tendremos a raya.

Harvey quiso decirle que era un estupido. El enemigo contaba con un millar de hombres y ellos eran cien. Los otros iban armados hasta los dientes y nada podia detenerles.

—?Has traido...? ?Que tal el trabajo de Forrester? ?Teneis algunas de sus superarmas?

—Granadas de termita. —Cox mostro a Harvey una caja que contenia unos objetos parecidos a terrones de arcilla cocida, con mechas adheridas. Cada uno tenia unos quince centimetros de diametro, y una cuerda de nylon de unos sesenta centimetros—. Hay que encender la mecha y hacerla girar —dijo Cox—. Luego la arrojas.

—?Funcionan?

—Desde luego —dijo Cox con entusiasmo—. Algunas explotan como bombas. Otras solo se abren, pero aun asi arrojan fuego a unos tres o cuatro metros. Veras el susto que van a dar a esos malditos canibales.

—?Pero y las demas armas? ?El gas de mostaza?

Cox volvio a encogerse de hombros.

—Estan trabajando en eso. Hardy dice que aun tardaran algun tiempo. Por eso estamos aqui.

En el valle de abajo, los primeros efectivos de la Nueva Hermandad habian alcanzado el puente en ruinas. El rio del Ciervo estaba crecido, corria velozmente y el puente habia desaparecido por completo. Los pocos hombres que habian tratado de vadearlo, desistieron rapidamente. El ejercito de la Hermandad se detuvo y luego empezo a desparramarse por las orillas. Algunos hombres siguieron corriente arriba hasta perderse de vista. Otros dieron media vuelta y regresaron en direccion al mar, que se encontraba a varios kilometros al oeste.

—Van a rodearnos —dijo Harvey nerviosamente.

—No. —Cox sonrio. Senalo corriente arriba, hacia la imponente Sierra—. Tenemos aliados alla arriba. Unos quince indios Tule, algunos de los refuerzos de Christopher. Tipos duros. Duerme un poco, Randall. No llegaran aqui ni esta noche ni manana. Tenemos una buena posicion. Los rechazaremos.

—Creo que Cox esta loco —le dijo Harvey a Marie—. Yo he visto... Nosotros hemos visto luchar a la Nueva Hermandad. El no.

—Han recibido nuestros mensajes por radio —dijo Marie. Se tendio en el asiento trasero del furgon—. Que agradable es descansar. Podria dormir una semana entera.

—Yo tambien.

Pero Harvey no durmio. El furgon estaba aparcado en el extremo de la colina, al otro lado del rio del Ciervo. Harvey habia enviado a los muchachos a una granja proxima donde podrian descansar adecuadamente. Sabia que deberia unirse a ellos, pero estaba preocupado. Habia aprendido a respetar a quienquiera que se encontrara al frente de la Nueva Hermandad. El enemigo no habia desperdiciado un solo hombre, nunca habia expuesto temerariamente a los suyos, y sin embargo habia avanzado mas de veinte kilometros en menos de un dia.

El, en cambio, habia gastado imprudentemente gasolina y municiones. Aquella era una guerra sin

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