concesiones. El territorio de la Nueva Hermandad debia habersele quedado pequeno, y ahora tratarian de apoderarse de la fortaleza para tener nuevos suministros.

Con la llegada de la noche se levanto un viento frio, pero ceso la cellisca. Unas pocas estrellas aparecieron diseminadas por los claros entre nubes, puntos de luz parpadeantes demasiado alejados para reconocerlos como constelaciones. Harvey recordo una sauna caliente seguida de un chapuzon en el agua fria de una piscina, bajo un fuerte sol; se vio conduciendo el furgon por la ardiente belleza desierta de la Baja California, para nadar finalmente en un oceano de aguas calientes como una banera, nadando sobre las olas enormes de Hermosa Beach y tendiendo una toalla para echarse sobre una arena demasiado caliente para andar por ella.

Les llegaban desde el valle los ruidos de los camiones enemigos y de los hombres que movian objetos pesados. No habia forma de saber que estaban haciendo. Cox habia dispuesto patrullas que vigilaban posibles infiltraciones, pero el mando enemigo seguia otra tactica: sus hombres disparaban sus armas a intervalos regulares, gritaban, lanzaban granadas y piedras al otro lado del rio, y a menudo los rancheros respondian, disparando ciegamente a la oscuridad, con lo que perdian municion y sueno.

Harvey sabia que aquello era lo que pretendia la Hermandad, pero saberlo no le servia de ayuda. Durmio irregularmente, despertandose con demasiada frecuencia. Marie se agito en el asiento, detras de el.

—?Estas despierto? —susurro.

—Si.

—?Quien era ese tipo del camion, el de los prismaticos? ?Lo sabes?

—Probablemente el sargento, Hooker. ?Por que?

—Si le das un nombre asusta menos. ?Crees que podemos ganar? ?Es Hardy bastante listo para eso?

—Claro —dijo Harvey.

—Siguen avanzando. Como una maquina, una gran maquina trituradora.

Harvey se incorporo. En algun lugar estallo una granada, y Cox grito que no gastaran municion.

—Esa es una imagen aterradora —dijo Harvey—. Por suerte no es la adecuada. No, no es como una maquina de triturar carne, sino una de esas estructuras cineticas en las que el artista invita a una horda de periodistas a permanecer a su alrededor y beber mientras contemplan como la maquina se autodestruye.

La risa de la mujer parecio forzada.

—Bonita imagen, Harv.

Demonios, mi vida era la creacion de imagenes, antes de dedicarme a partir piedras y destrozar carreteras. Solia pensar en las batallas como un juego de ajedrez, pero no son asi. Es como esos montajes. El director, los realiza, sabiendo que las piezas se oprimiran unas a otras, y que no las domina todas. La mitad de ellas estan controladas por un critico de arte que le odia. Y cada uno de ellos trata de cerciorarse de que el se quedara con las piezas sobrantes cuando el juego haya terminado, por lo que tienen que repetirlo una y otra vez.

—Y nosotros somos algunas de las piezas —dijo Marie—. Espero que Hardy sepa lo que esta haciendo.

Por la manana aumento la excitacion en el campamento de la fortaleza. Durante la noche se habia presentado Stephen Tallman, vicepresidente del Consejo de Tule, para decir que sus guerreros estaban atrincherados al este, y que habia mas en camino. Los rumores aumentaron. Se dijo que George Christopher iba a regresar y que tenia cien, doscientos, mil rancheros armados que habia reclutado en las colinas. A todo el que lo pusiera en duda se le hacia callar.

Pero era cierto que habia cincuenta indios al este, y todos los rancheros hablaban de lo duros que eran y de que serian unos grandes aliados. Se contaban otros relatos, uno de ellos sobre un intento nocturno de la Nueva Hermandad para atravesar el rio del Ciervo, a ocho kilometros corriente arriba, y como los indios de Tallman los habian rechazado y matado a docenas, y la Nueva Hermandad habia huido. Cuando Harvey hablo con los demas, no encontro a nadie que hubiera visto la batalla. Solo algunos afirmaban haber hablado con alguien que habia participado en ella. Todo el mundo tenia un amigo que habia hablado con Tallman en persona, o con Stretch Tallifsen, el cual estaba con los hombres del rancho enviados corriente arriba para defender el extremo occidental de la linea.

Siempre era asi. Los nuevos combatientes eran demonios encarnados, que atacarian al enemigo como otras tantas maquinas de picar carne. Y los nuevos combatientes tambien pensaban siempre lo mismo. Pero podria ser cierto... A veces lo era... Tal vez ganarian, despues de todo. La Nueva Hermandad seria detenida, y ni siquiera seria necesaria toda la fuerza de la fortaleza para hacerlo.

Al Este se disiparon las nubes, y el sol aparecio con un brillo insolito. El dia avanzo sin que sucediera nada. Los rancheros y la linea de tiradores de la Hermandad intercambiaban disparos esporadicos, de escaso efecto. Entonces...

Aparecieron camiones sobre la colina contraria. No parecian camiones. Tenian un aspecto extrano, pues les habian colocado delante unas grandes estructuras de madera. Bajaron la ladera a no demasiada velocidad, pues con todo aquel peso delante eran dificiles de manejar e inestables, pero avanzaron hacia el riachuelo crecido.

Al mismo tiempo, centenares de enemigos salieron de detras de rocas y pliegues del terreno donde habian permanecido ocultos, y empezaron a disparar a cualquier cosa que se moviera. Los camiones con sus extranas torres avanzaron hasta el borde del arroyo, y algunos de ellos atravesaron prados que debian estar demasiado embarrados, pero durante la noche la Hermandad habia colocado rodadas de alambre y planchas para permitir que los camiones pudieran pasar sin hundirse en el barro.

Cuando llegaron al borde del arroyo las torres cayeron, formando puentes. Las fuerzas de la Hermandad avanzaron por ellos y se desparramaron al otro lado del arroyo. Otros se concentraron para disparar contra cualquier defensor de la fortaleza que osara mostrarse. Harvey oyo el sordo fragor que conocia de la guerra de Vietnam: eran morteros. Las bombas de mortero caian entre las rocas donde se ocultaban los rancheros de Cox, y cada vez eran mas precisas. Alguien, al otro lado del rio, la dirigia, y lo hacia bien. Cada vez que los hombres de Cox trataban de hacer frente a los que avanzaban, los morteros pronto los encontraban.

Mas soldados de la Hermandad cruzaron el rio, se desplegaron y avanzaron en una linea de casi dos kilometros de longitud, y las tropas de Cox o bien retrocedian o eran alcanzadas. En poco mas de media hora la linea defensiva del rio habia desaparecido, y Cox solo mantenia la colina, e incluso alli los implacables morteros y ametralladoras, alejados del alcance eficaz del fuego de rifle, buscaba a los defensores y les obligaba a abandonar sus posiciones, mientras mas fuerzas de la Hermandad avanzaban por las colinas, ocultandose detras de las rocas, esquivando, saltando, avanzando siempre...

—?Hormigas! —exclamo Harvey—. ?Es un ejercito de hormigas!

Supo que no podrian detener a los canibales. Habia estado locos al creer que si. Y al ritmo que avanzaban, Cox perderia la mayor parte de sus hombres. Algunos grupos ya habian empezado a huir, unos arrojando sus armas, otros aferrandose todavia a ellas, deteniendose de vez en cuando para disparar contra el enemigo. Pero la defensa ya no estaba organizada, y cada vez eran mas los que lo veian asi y solo pensaban en salvarse. No habia ningun lugar desde donde resistir. Toda posicion estaba amenazada por un avance en algun otro punto, y los defensores no habian luchado ni vivido juntos, no tenian confianza en los hombres de la primera linea, los cuales podrian huir y dejar una brecha por donde penetrarian los vociferantes canibales para impedirles definitivamente la retirada.

Una docena de hombres se aferraban al furgon de Harvey, se amontonaban dentro, subian a los guardabarros. Harvey lo puso en marcha. El riachuelo del Ciervo, que Cox habia esperado defender todo el dia, deteniendo incluso permanentemente a la Hermandad, habia caido en menos de una hora y media.

El resto de la manana fue una pesadilla. Harvey no pudo encontrar el camion. El unico equipo que le quedaba estaba en el furgon, y solo algunos de los rancheros de Cox estaban dispuestos a ayudarle. Finalmente llegaron refuerzos de la fortaleza, veinte hombres y mujeres con mas dinamita, gasolina y sierras de cadena, pero nunca pudieron estar lo bastante alejados de las fuerzas de la Hermandad para hacer un trabajo eficaz.

Las tacticas de la Hermandad habian cambiado. Ahora, en lugar de desplegarse y flanquear las defensas, avanzaron en masa, acercandose. Querian hacer que las fuerzas de la fortaleza siguieran huyendo, y ahora su general estaba dispuesto a perder hombres para lograrlo.

Si Marie no hubiera estado con el, Harvey habria huido con el resto, pero ella no se lo permitiria. Insistio en que debian seguir cumpliendo con su mision, o por lo menos que se detuvieran y encendieran las mechas de las cargas que habian colocado dos noches antes, durante su avance. Una vez se retrasaron demasiado y estuvieron

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