Ninguno de los astronautas camino sobre roca lunar solida, porque en todos los lugares a los que fueron habia «suelo» bajo sus pies. La presencia de esta capa de polvo se debe a que la Luna ha sido bombardeada por meteoritos a lo largo del tiempo geologico. Los continuos impactos han pulverizado de tal manera la superficie que han creado una capa residual de cascotes rocosos de varios metros de espesor.

Dr. John A. Wood, Instituto Smithsoniano

Fred Lauren realizo delicados ajustes en el telescopio. Era un instrumento de gran tamano, un refractor de diez centimetros sobre un pesado tripode. El piso le costaba demasiado dinero, pero lo necesitaba por el lugar en que se hallaba. Sus unicos muebles eran un sofa barato, algunos cojines en el suelo y el gran telescopio.

Fred observo una ventana a oscuras a unos cuatrocientos metros de distancia. Ella deberia volver pronto a casa, como siempre. ?Que podria estar haciendo? Se habia marchado sola, pues nadie se habia presentado para buscarla. La idea le asusto primero y luego le hizo sentirse angustiado. ?Y si hubiera encontrado un hombre en alguna parte? ?Si hubieran ido a cenar y luego a su apartamento? En aquel momento el desconocido podria estar tocandole los pechos con sus puercas manos. Tendria unas manos velludas, asperas, como las de un mecanico, y las deslizaria hacia abajo, acariciandole la suave curva de su vientre.

?No! Ella no era de esas, no dejaria que nadie le hiciera algo asi, de ninguna manera.

Pero todas las mujeres lo hacian. Incluso su madre. Fred Lauren se estremecio. Un recuerdo que rechazaba le vino a la mente. Se vio cuando tenia nueve anos recien cumplidos, el dia que entro en la habitacion de su madre para pedirle que rezara con el, y la encontro tendida en la cama, con el hombre al que llamaba tio Jack encima de ella, emitiendo quejidos y retorciendose, y el tio Jack habia saltado del lecho.

—?Maldito bastardo, voy a cortarte los testiculos! ?Quieres mirar? ?Ya lo creo que vas a mirar! ?Quedate ahi, y si dices una palabra te cortare lo que tienes entre las piernas!

El habia mirado, y su madre dejo que aquel hombre...

La ventana se ilumino. ?Ella habia vuelto a casa! Fred contuvo el aliento. ?Estaria sola?

La mujer llevaba una gran bolsa de viveres, que dejo en la cocina. Fred penso que a continuacion se serviria una copa. Ojala no bebiera tanto. Parecia fatigada. La observo mientras ella se preparaba un martini y llevaba la coctelera a la cocina. Fred no la siguio con el telescopio, aunque podria haberlo hecho. Preferia esperar.

Ella tenia un rostro triangular, con grandes pomulos, la boca pequena y grandes ojos oscuros. Su cabello rubio, largo y flotante, estaba tenido. Su vello pubico era muy negro. Fred le habia perdonado aquella pequena decepcion, pero al principio le habia sorprendido.

Regreso con la coctelera y una cuchara de cristal. En una tienda de regalos, en la misma calle, habia una cuchara para coctel de plata, y Fred la miraba a menudo, tratando de reunir el valor suficiente para comprarsela. Tal vez ella le invitaria a su apartamento. Pero no lo haria hasta que el le hiciera regalos, y el no podria hacerlo porque sabia lo que a ella le gustaba y, naturalmente, ella querria saber como se habia enterado. Fred Lauren alargo la mano para tocar a la mujer a traves del espejo magico de su telescopio... pero solo mentalmente, solo en su anhelo desesperado.

Ahora, ahora iba a hacerlo. Ella no tenia suficientes vestidos buenos para llevar al trabajo. Trabajaba en un banco, y aunque los bancos permiten que las chicas lleven pantalones y todas las cosas desagradables con que las chicas se visten ultimamente, ella no lo hacia. Colleen era distinta. Fred sabia su nombre. Queria abrir una cuenta en su banco, pero no se atrevia. Ella se vestia bien para lograr ascensos y habia sido promovida a la seccion de cuentas nuevas, y Fred no podria hablarle alli. Estaba orgulloso de su ascenso, pero hubiera preferido que siguiese de cajera, porque entonces el podria entrar, acercarse a su ventanilla y...

Ella se quito el vestido azul y lo colgo cuidadosamente en el unico armario. Su piso era muy pequeno, constaba solo de una habitacion con un bano y una cocina y comedor juntos. Dormia en el sofa.

Sus enaguas estaban raidas. El la habia observado mientras las remendaba por la noche. Bajo las enaguas llevaba unas bragas negras con puntillas. Fred podia ver el color a traves de las enaguas. A veces, las bragas eran rosas con listas negras.

Pronto se daria un bano. Los banos de Colleen eran prolongados. Fred podria trasladarse a su casa y llamar a la puerta antes de que ella hubiera terminado. Sin duda abriria la puerta, porque confiaba en la gente. Una vez habia abierto la puerta vestida solo con una toalla, dejando atonito al empleado de la telefonica que habia llamado, y otra vez fue el vigilante del edificio. Fred supo que podia imitar la voz del vigilante. Le siguio a un bar y le oyo hablar. Ella abriria la puerta...

Pero no podia hacerlo. Sabia lo que haria si ella le abria la puerta. Sabia lo que ocurriria despues. Esa seria la tercera vez, el tercer delito sexual. Entonces le encerrarian con todos aquellos hombres, aquellos animales. Fred recordaba lo que los hombres enjaulados le habian llamado y como se habian aprovechado de el. Gimoteo y ahogo el sonido, como si ella pudiera oirle.

La mujer se puso una bata. Mientras se hacia la cena en la cocina, se sento en el sofa y encendio el televisor. Fred cruzo la habitacion para encender su propio aparato y sintonizar el mismo canal, y luego regreso rapidamente al telescopio. Ahora podia mirar por encima del hombro de la mujer, ver la imagen de su televisor y escuchar el sonido, y era como si Fred y su chica estuvieran juntos viendo la television.

Era un programa sobre un cometa.

Las manos del hombre eran grandes, esbeltas, suaves, mas fuertes de lo que parecian. Se movian expertamente sobre el cuerpo de Maureen. Ella gimio y de subito atrajo al hombre hacia si, arqueandose y envolviendole entre sus largas piernas. El la aparto poco a poco y siguio acariciandola, actuando sobre ella como... las toberas de un modulo lunar. Aquella imagen extrana y discordante permanecio en su mente, mientras los labios y la lengua del hombre exploraban sus senos. Llego por fin el momento, y ella pudo perderse en el. Ahora no pensaba en ninguna tecnica, pero el la tenia. Nunca perdia el dominio de si mismo. No terminaria hasta que ella lo hubiera hecho, podia estar segura de ello, y ahora no habia tiempo para pensar, solo las oleadas de una sensacion estremecedora...

Le parecio como si volviera a casa despues de un largo viaje.

Permanecieron tendidos, cada uno respirando el aliento del otro. Finalmente, el se movio. Maureen le cogio por los cabellos rizados, alzandole la cabeza. De pie, aquel hombre tenia su misma estatura: los astronautas no suelen ser muy altos. Cuando estaba encima de ella, su cabeza le llegaba a la garganta. Ella se incorporo para besarle y exhalo un suspiro de satisfaccion.

Ninguna idea extrana cruzaba ya la mente de Maureen. Ojala le amara, se dijo. ?Por que no le quiero? ?Porque es tan vulnerable?

—Dime, Johnny. ?Tu mente se distrae alguna vez?

El penso la pregunta antes de responderla.

—Cuentan una anecdota de John Glenn... —Se apoyo en un codo—. Los medicos espaciales trataban de averiguar todo lo que podriamos soportar sin perder eficacia. Habia un monton de cables conectados al cuerpo de Glenn para que pudieran observar los latidos de su corazon y la respiracion mientras se entrenaba en un simulacro de vuelo Geminis. De improviso empezaron a arrojar un chorro de virutas de hierro que caian sobre una bandeja metalica en movimiento, justo a su espalda. El ruido era infernal, y siguio durante mucho rato. El corazon de Glenn se sobresalto y aparecieron grandes alteraciones en la representacion grafica, pero el ni siquiera se movio. Continuo entrenandose durante todo el programa y al final llamo a los medicos hijos de perra.

Espero a que ella terminara de reir y luego, un poco tristemente, anadio:

—No podemos distraernos. Oye, si vamos a ver tu programa debemos levantarnos.

—Supongo que si. Tu primero.

—De acuerdo. —Se inclino para besarla de nuevo y salto de la cama.

Ella oyo el ruido de la ducha y penso en unirse a el, pero ahora Johnny no estaria interesado. Habia dicho algo inconveniente y ahora el estaria recordando su frustrada carrera, frustrada no porque hubiera cometido algun error, sino porque el pais habia dejado en suspenso la exploracion espacial.

Encontro su bata en el lugar donde el, previsoramente, la habia dejado. No podemos distraernos. Cada cosa a su tiempo, y hacerla perfectamente. Tanto si se paseaba a lo largo de un Skylab averiado para repararlo en orbita como si dirigia una aventura amorosa, lo hacia correctamente. Y nunca tenia prisa.

Cuando se conocieron, Baker estaba en la oficina astronautica de Houston, y le nombraron agente de

Вы читаете El martillo de Lucifer
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×