seguro de ello, sabia que podria sentarse en el otros diez minutos. Alim Nassor habia sido un gran hombre. Cuando volviera a ser grande tendria que ocultar lo que ahora estaba haciendo.
Antes de ser grande se llamaba George Washington Carver Davis. Su madre habia estado orgullosa de ese nombre. Decia que el nombre de la familia era Jefferson Davis. Ese blanco habia sido un tipo duro, pero su nombre era el de un perdedor, no tenia fuerza. Desde entonces, Alim habia tenido muchos nombres callejeros, ninguno de los cuales habia gustado a su madre. Cuando esta le echo de casa, el adopto su propio nombre.
Maldijo en silencio al pensar en el alcalde Bentley Allen. Los Angeles tenia otro alcalde negro, y el maldito habia cerrado la espita. Habia nuevas personas en el consistorio. Y aquel estupido congresista negro hijo de perra que no podia conformarse con el cargo, no, sino que tenia que enchufar a todos sus parientes, y lo descubrieron los puneteros reporteros de la television. En estos tiempos, un politico negro necesitaba una reputacion impecable...
Bien, el juego habia terminado, pero el habia comenzado otro. Once trabajos, y todos ellos habian salido a pedir de boca. Habian conseguido... tal vez un botin de un cuarto de millon de dolares en cuatro anos. Pero despues de traficar con los articulos robados se quedaron reducidos a menos de cien mil. Veinte mil para cada uno de los cuatro hombres en cuatro anos. ?Aquello ni siquiera era un sueldo! Y despues de pagar las facturas de los abogados, no seria exagerado decir que las ganancias no habian pasado de cinco mil dolares al ano.
Aquel iba a ser el treceavo trabajo. Seria rapido. Era un almacen con un gran movimiento comercial. Alim esperaba, siempre consciente del tiempo. Salieron dos clientes, y nadie bajaba por la calle. Aquel trabajo no le satisfacia. Le disgustaba el derramamiento de sangre. Los blancos no importaba, pero habia que tener cuidado para no hacer dano a los hermanos. Habia remachado aquello una y otra vez a sus companeros. ?Que pensaban de el ahora? Pero estaba metido hasta el cuello en aquello y tenia que actuar rapido.
El sitio estaba maduro. Lo habia reservado para una emergencia y la situacion era de emergencia total. Probablemente su abogado blanco no estaria de acuerdo con su accion, pero los abogados y los funcionarios de fianzas querian pan, y en seguida. Era absurdo robar un almacen para pagar a un abogado que le defenderia por haber atracado otro almacen. Algun dia las cosas serian diferentes. Alim Nassor las haria diferentes.
Era casi la hora. Hacia dos minutos uno de sus hermanos se habia hecho detener por una infraccion de trafico a catorce manzanas de distancia, lo cual requirio la presencia de un coche patrulla. Hacia veinte minutos que otro hermano habia tenido una «discusion de familia», la hermana habia llamado a la comisaria y habian enviado otro coche. Asi pues, los dos coches patrulla estaban ocupados. Las zonas negras no eran patrulladas de la misma manera que los distritos de los blancos. Los negros no suscribian importantes polizas de seguros, ni sabian influir en el Ayuntamiento.
A veces Alim ponia en funcionamiento hasta cuatro tacticas de diversion, incluyendo atascos de trafico. Se limitaban a repartir pan entre los chicos, para que se entretuvieran en las calles. Alim Nassor era un dirigente nato. No le habian echado el guante desde su juventud, con excepcion del ultimo trabajo, cuando un policia fuera de servicio salio de una lavanderia automatica. ?Quien habria pensado que aquel hermano era un cerdo policia? Todavia se preguntaba si debia haberlo liquidado o no. En cualquier caso, no lo habia hecho. Corrio a un callejon y se desprendio del arma, la mascara y la pistola. Los abogados se encargarian de esas cosas. Solo habia otra prueba, que era la identificacion del tendero blanco, pero habia maneras de hablar con el para que no testificara..
Llego la hora Alim bajo del coche. La mascara parecia un rostro. A cinco metros de distancia, nadie diria que se trataba de una mascara. Llevaba el arma bajo la cazadora. Cinco minutos despues del trabajo, la cazadora y la mascara habrian desaparecido. Alim dejo de pensar, ahuyento el pasado y el futuro. Cruzo la calle a su debido tiempo, pues no queria hacer nada que llamara la atencion. El almacen estaba vacio.
Todo fue bien, sin problemas. Obtuvo el dinero y estaba a punto de salir cuando entro un hermano. Era un hombre al que Alim conocia desde mucho tiempo atras. ?Que estaba haciendo el muy bastardo en aquella parte de la ciudad? ?Nadie del barrio de Boyle Heights deberia estar mas abajo de Watts! Vaya inconveniente. Alim se dio cuenta de que el hermano le habia reconocido, tal vez por su forma de andar o por cualquier otra cosa, pero sabia quien era.
Apenas tardo un segundo en tomar una decision. Se volvio, apunto el arma y disparo dos veces, para asegurarse. El hombre cayo al suelo. El horror se reflejaba en los ojos del tendero, y Alim disparo tres veces mas. Otro atraco no hubiera molestado a nadie, pero los cerdos trabajaban a fondo cuando se trataba de asesinato. Aunque lamentable, era mejor no dejar testigos.
Salio rapidamente y no se dirigio al coche robado que estaba al otro lado de la calle, sino que camino media manzana, se interno en un callejon y salio a otra calle. Todavia sentia en el brazo ese cosquilleo peculiar y atavico. El hombre habia sido hecho para usar una porra, y una pistola es el ultimo grito en porras. Cierra el puno, y si el enemigo esta lo bastante cerca para verle el rostro, un golpe lo derribara al suelo, sin vida. ?Poder! Alim conocia gente a la que habia enviciado aquella sensacion.
Su hermano, hijo de su misma madre, no solo de raza, le esperaba en un coche que no era robado. Avanzaron al limite permitido de velocidad, lo bastante rapido para no llamar la atencion, pero con suficiente lentitud para que no les detuvieran.
—He tenido que despachar a dos —dijo Alim.
Harold se estremecio, pero su voz era fria.
—Lastima. ?Quienes eran?
—Nadie. Nadie importante.
MARZO: DOS
La mayoria de los astronomos conciben a los cometas como una vasta nube que rodea el sistema solar y que tal vez se extienden hasta llegar a medio camino de la estrella mas proxima. El astronomo holandes J. H. Oort, con cuyo nombre suele designarse la nube, ha calculado que esta podria contener quiza cien mil millones de cometas.
Los acomodaron en la confortable Sala Verde. Dos ujieres y una camarera sorprendentemente bonita llenaban sus vasos en cuanto estaban vacios, por lo que Tim Hamner bebio mas de lo que queria. Pero penso que estaba bien en comparacion con Arnold. Arnold era un autor de
Uno de los ujieres hizo una sena y Tim, vacilante, se puso en pie. Las escaleras no le habian parecido tan empinadas cuando las bajo. Llego al estudio y escucho el fin del monologo profesional de Johnny y los aplausos del auditorio.
Johnny estaba en plena forma y bromeaba con los demas invitados. Tim recordo, por haberlo leido en el cartel de la entrada, que Sharps, del JPL, habia dado una conferencia sobre cometas, y que Johnny parecia saber mucho de astronomia. La otra invitada, una matrona respetable cuyo busto, veinte anos atras, habia proporcionado un nuevo termino a la lengua inglesa, no cesaba de interrumpir con chistes de color subido. La matrona estaba ebria como una cuba. Tim recordo que se llamaba Mary Jane, y que ya nadie la conocia por su nombre artistico. Con su edad y su peso, hubiera sido ridiculo.
Las palabras de apertura provocaron en Tim un instante de panico al verse ante el publico. Entonces