—No siempre es tan interesante, ?sabe? Ahora mismo estamos haciendo entrevistas al publico en la calle.

—?Y no son bastante aburridas?

—Es posible, pero a veces nos encontramos con personas que saben muy bien lo que dicen. Ademas, no hace ningun dano tener de vez en cuando una relacion directa con los espectadores.

?Y yo hago las cosas a mi manera, maldita sea!, penso Harvey.

—?Que esta buscando? ?Puede utilizar mucho material de esas entrevistas?

Harvey se encogio de hombros.

—No voy a tirar el buen material... pero esa no es la cuestion. Lo que busco son actitudes, lo inesperado. Si supiera con exactitud lo que busco, se lo encargaria a algun otro, y...

—Siga, siga. —Tim entorno los ojos. Habia visto una expresion curiosa en el rostro de Randall.

—Bien, hay extranas reacciones que no comprendo. Empezaron despues de que Johnny llamara al cometa el Martillo...

—Podria haberse mordido la lengua.

—Y probablemente aumentaran cuando emitamos el programa con la analogia del helado con pasta de chocolate. Tim, es casi como si mucha gente deseara realmente el fin del mundo.

—Pero eso es ridiculo.

—Tal vez, pero esas son las reacciones que obtenemos. —Harvey penso que seria ridiculo para Tim, pero no tanto para el nombre obligado a realizar un trabajo que odia, o la mujer forzada a acostarse con un jefe asqueroso para mantener su empleo...— Mire, usted es el patrocinador. No puedo detenerle, pero insisto en que yo soy quien establece las reglas. Ademas, empezamos por la manana muy temprano...

—Si. —Tim vacio su vaso—. Me acostumbrare. Dicen que uno puede acostumbrarse a ahorcar si ahorca durante bastante tiempo.

El furgon estaba lleno de instrumentos y personas. Camaras, equipo de video y una mesa portatil. A Mark Czescu le costo encontrar un lugar para sentarse. Tres personas ocupaban ahora los asientos traseros, ya que Hamner seguia empenado en sentarse delante. Mark recordo viajes al desierto en compania de motoristas. Primero se acomodaban cuidadosamente ciclomotores y equipo mecanica, y luego se introducia a los corredores de cualquier manera. Mientras esperaba que los demas salieran del estudio, Mark encendio la radio.

Una voz autoritaria hablo en el tono convincente del orador profesional.

—«Y esta buena nueva del reino debera ser predicada en todo el mundo, para que todas las naciones sean testigo. Y entonces llegara el fin. Cuando veais asi la abominacion y desolacion de que hablo el profeta Daniel, quedaos en el lugar sagrado: entonces dejad que quienes estan en Judea huyan a las montanas.» —El tono de voz cambio, pasando de la lectura a la predica—. Amigos, ?no habeis visto lo que ahora se hace en las iglesias? ?No es abominacion? El que pueda entender, que entienda. ?Y el martillo se acerca! Viene para castigar a los malvados. «Y entonces habra una gran tribulacion, como no la ha habido desde el principio del mundo ni volvera a haberla jamas. Y a menos que esos dias no sean breves, ninguna vida se salvara.»

—Realmente impresiona —dijo una voz detras de Mark. Charlie Bascomb entro en el furgon.

—El reverendo Henry Armitage les ha ofrecido la buena nueva —dijo el locutor de radio—. La voz de Dios se emite en todas las lenguas del mundo, obedeciendo al mandamiento. Sus contribuciones hacen posible estas emisiones.

—Seguro que le escuchan mucho estos dias —dijo Mark—. Debe tener un monton de nuevos donantes.

Se dirigieron a Burbank y al llegar estacionaron cerca de los estudios de la Warner Brothers. Era una buena calle: muchas tiendas y establecimientos, desde los que tenian camaras de television ocultas hasta restaurantes caros. La gente deambulaba por la ancha avenida. Estrellas en ciernes y personal de produccion de los estudios se mezclaban con serios hombres de negocios procedentes de las companias de seguros. Amas de casa de clase media estacionaban sus rancheras y se dirigian a las calles. Una celebre personalidad de la television que vivia cerca de Toluca Lake paso cerca de ellos. Mark reconocio su nariz ganchuda.

Mientras los tecnicos preparaban la camara y el equipo de sonido, Harvey llevo a Tim Hamner a un restaurante, para tomar cafe. Cuando todo estuvo dispuesto, Mark se unio a ellos. Al aproximarse al reservado, oyo la voz de Randall. Harvey tenia un timbre de voz inequivoco.

—...se trata de averiguar lo que piensan ellos. Lo que yo pienso lo oculto tras preguntas neutrales y una voz neutral. Lo que usted piensa, lo oculta con su silencio. ?Esta claro?

—Totalmente —respondio Hamner. Parecia mas despierto de lo que habia estado durante el viaje—. ?Que tengo que hacer?

—Puede dar una sensacion de cooperar. Por ejemplo, ayudar a Mark. Y tambien puede quitarse de en medio.

—Tengo un buen magnetofon —dijo Hamner—. Podria...

—Nada de lo que usted tenga nos seria de utilidad —le interrumpio Randall—. No esta sindicado.

Alzo la vista y vio a Mark, que le hizo una sena de que todo estaba listo. Entonces se levanto y salio. Mark acompano a Hamner.

—A mi me vino con la misma cancion. Realmente me comio los sesos.

—Le creo. Me parece que si le estropeo una entrevista me dejara en la estacada. Y los taxis desde aqui a casa cuestan un ojo de la cara.

—?Sabe? —le dijo Mark—. Creia que usted era el patrocinador.

—Si. Ese Harv Randall es un tipo duro de pelar —comento Hamner—. ?Hace mucho que se dedica a este trabajo?

Mark meneo la cabeza.

—Es temporal, solo trabajo para Harv. A lo mejor algun dia lo hare de manera permanente, pero ya sabe como es el negocio de la television. Restringiria mi libertad.

Burbank estaba envuelta en la neblina de la contaminacion.

—Veo que la Hertz ha conseguido las montanas —dijo Hamner.

Mark le dirigio una mirada de sorpresa.

—?Como es eso?

Hamner senalo hacia el norte, donde el horizonte del valle San Fernando se desvanecia en una mancha marron.

—A veces cuidamos las montanas. Yo incluso tengo un observatorio en una de ellas. Pero veo que hoy el imperio de alquiler de coches Hertz se ha apoderado de ellas.

Llegaron al furgon. Las camaras estaban dispuestas, listas para enfocar primeros planos o vistas panoramicas. Harvey Randall ya habia abordado a un hombre musculoso que llevaba casco y un mono de trabajo. Parecia fuera de lugar entre los vendedores y los hombres de negocios.

—...Rich Gollantz. Estamos construyendo el edificio Avery, alla abajo.

La voz y los gestos de Harvey Randall intentaban conseguir que las personas hablaran. Si era necesario, su imagen haciendo las preguntas podia ser filmada de nuevo.

—?Ha oido hablar del cometa Hamner-Brown?

Gollantz se echo a reir.

—No paso tanto tiempo pensando en cometas como usted podria esperar. —Harvey sonrio—. Pero vi el «Show de medianoche» en el que dijeron que podria chocar con la Tierra.

—?Y que penso al respecto? —inquirio Harvey.

—Un monton de... basura. —Gollantz miro a la camara—. La gente siempre esta diciendo algo parecido. Que si el ozono se acaba y moriremos todos Y recuerde el sesenta y ocho, cuando todos los adivinos dijeron que California se iba a hundir en el mar, y los chalados huyeron a las colinas.

—Si, pero los astronomos dicen que si nos alcanzara la cabeza del cometa causaria..

—Una era glacial —le interrumpio Gollantz—. Ya lo se Lo lei en la revista Astronomia. —Sonrio y se rasco bajo el casco metalico—. Eso si que seria algo espectacular. Piense en todos los nuevos proyectos de construccion que necesitariamos. Y los chicos del departamento de bienestar social podrian pagar con pieles de oso polar en vez de cheques. Claro que alguien tendria que cazar primero a los osos. Tal vez yo podria conseguir ese empleo. —La sonrisa de Gollantz se ensancho—. Si, podria ser divertido. No me importaria tratar de ganarme la vida como un buen cazador.

Вы читаете El martillo de Lucifer
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату