la evidencia de que estos meteoritos habian caido del cielo e infirio correctamente que se trataba de objetos extraterrestres que se habian calentado al atravesar la atmosfera de la Tierra. Chladni incluso postulo que podrian ser fragmentos de un planeta destrozado, idea que dio pie a las primeras teorias sobre los asteroides, y el primero de ellos fue descubierto siete anos despues. Las teorias de Chladni fueron rechazadas en general, no porque estuvieran mal concebidas, pues habia podido obtener pruebas convincentes, sino porque sus contemporaneos no estaban dispuestos a aceptar la idea de que piedras extraterrestres pudieran caer del cielo.

William K. Hartmann, Satelites y Planetas: Una introduccion a la ciencia planetaria

El hombre joven andaba cojeando ostensiblemente. Casi tropezo con la gruesa alfombra del gran despacho, y Carrie, la recepcionista del senador Jellison, le cogio un momento del brazo. El la rechazo con brusquedad.

—El senor Colin Saunders —anuncio Carrie.

—?En que puedo servirle? —pregunto el senador Jellison.

—Necesito una pierna nueva.

Jellison intento no parecer sorprendido, pero no lo logro. «Crei que ya los habia escuchado a todos», penso.

—Sientese, por favor —Jellison consulto su reloj—. Son mas de las seis...

—Se que le estoy haciendo perder su valioso tiempo —dijo Saunders en tono agresivo.

—No pensaba en mi tiempo —replico Arthur Jellison—. Como pasan de las seis, podemos tomar un trago. ?Le apetece algo?

—Pues... si, senor. Gracias.

—Muy bien.

Jellison se levanto de su barroca mesa de trabajo y se acerco a un armario de estilo antiguo, en la pared. El edificio no era precisamente viejo, pero parecia como si aquellos armarios hubieran podido ser usados por Daniel Webster, del que se sabia que no esperaba a las seis para beber. El senador abrio la puerta del armario y exhibio una gran cantidad de botellas de licor, casi todas con la misma etiqueta.

—?Son de buena marca? —pregunto el visitante.

—Claro, no se deje enganar por las etiquetas. La botella negra contiene bourbon Jack Daniels. Las restantes tambien son buenas marcas. ?Por que pagar los precios de las marcas registradas cuando puedo conseguir la misma calidad en mi tierra, mucho mas barata? ?Que quiere tomar?

—Un escoces.

—En seguida. A mi me gusta mas el bourbon. —Jellison sirvio dos vasos—. Ahora, digame que desea de mi.

—Se trata de la Asociacion de Veteranos.

Saunder conto su historia. Aquella seria su cuarta pierna artificial. La primera que le dieron en la Asociacion de Veteranos habia encajado bien, pero se la habian robado, y las dos siguientes no encajaron, le hacian dano, y ahora la Asociacion ya no queria saber nada mas del asunto.

—Me parece que ese problema corresponde mas bien a su diputado en el congreso —dijo amablemente Jellison.

—Trate de ver al honorable Jim Braden. —El tono del joven volvio a tener un dejo de amargura—. Ni siquiera pude lograr una cita.

—Ya veo. Perdone un segundo. —Jellison saco un cuaderno de notas de un cajon de su mesa y escribio: «Que Al se encargue de poner en cintura a ese hijo de perra. El partido no necesita tipos asi, y esta no es la primera vez.» Luego cogio un bloc de papel—. Sera mejor que me de los nombres de los medicos que le han tratado.

—?Quiere decir que realmente va a ayudarme?

—Hare que alguien se encargue del asunto. —Jellison empezo a escribir los detalles—. ?Donde le hirieron?

—En Khe Sanh.

—?Medallas? Pueden ser de ayuda.

El visitante se encogio de hombros.

—La estrella de plata.

—Y el corazon de purpura, naturalmente —dijo Jellison—. ?Quiere otro trago?

El visitante sonrio y meneo la cabeza. Miro a su alrededor. Las paredes de la gran estancia estaban decoradas con fotografias en las que aparecia el senador Jellison en una reserva india, ante los mandos de un bombardero de la Fuerza Aerea, los hijos de Jellison, los miembros de su personal y sus amigos.

—No quiero robarle mas tiempo. Debe estar ocupado.

El visitante se puso en pie trabajosamente, y Jellison le acompano hasta la puerta.

—Ese ha sido el ultimo —dijo Carde.

—Bien. Todavia me quedare un rato. Haz que entre Alvin, y tu puedes irte a casa... Ah, una cosa. Primero mira si esta el doctor Sharps en el JPL, ?quieres? Y llama a Maureen para decirle que llegare un poco tarde.

—De acuerdo.

Carne sonrio mientras el senador volvia a su despacho. Antes de que se fuera a casa, le encargaba una decena de cosas de ultima hora. Ya estaba acostumbrada. Inspecciono las salas de trabajo. Todo el mundo se habia ido excepto Alvin Hardy, el cual siempre esperaba, por si acaso.

—Quiere verte —le dijo Carrie.

—?Que querra ahora?

Cuando Al entro en el gran despacho, Jellison estaba repantigado en su sillon. La chaqueta y la corbata yacian sobre la mesa, y la mitad de los botones de la camisa estaban desabrochados. Un largo vaso de bourbon descansaba junto a la botella.

—?Que desea, senor? —le pregunto Al.

—Un par de cosas. —Entrego a Al los apuntes que habia tomado—. Verifica esto. Si es verdad, quiero que se de un buen rapapolvo a esa gente. Que ahorren dinero de sus salarios, no escatimando una pierna artificial a un veterano de guerra con una estrella de plata.

—Si, senor.

—Y luego puedes echar un vistazo al distrito de Braden. Me parece que el partido deberia tener ahi a un muchacho brillante. Me refiero a un miembro del consejo municipal...

—Ben Tyson —dijo Al, acudiendo en su ayuda.

—Ese es su nombre. Tyson. ?Crees que podria superar a Braden?

—Desde luego, si usted colabora.

—Pues adelante. Ya estoy harto de que el senor Braden este tan ocupado salvando al mundo que no tenga tiempo de preocuparse por sus votantes.

El senador Jellison no sonreia en absoluto. Al asintio, pensando que Braden estaba acabado. Cuando el jefe estaba de aquel humor...

Se oyo el zumbido del intercomunicador y Carrie anuncio que el doctor Sharps estaba al aparato.

—Bien. No te vayas, Al. Quiero que oigas esto. ?Charlie?

—Si, senador. Dime.

—?Como va el lanzamiento? —pregunto Jellison.

—Todo va bien. Iria mejor si todos los peces gordos de Washington no me llamaran para preguntarmelo.

—Diablos, Charlie, he hecho mucho por ti. Si alguien tiene derecho a saber soy yo.

—Si, perdona —dijo Sharps—. La verdad es que las cosas van mejor de lo que esperabamos. Los rusos estan ayudando mucho. Tienen una gran seccion propulsora y embarcaran muchos articulos de consumo que compartiran con nuestro equipo, asi que podemos llevar mas instrumentos cientificos. Por una vez tenemos una juiciosa division del trabajo.

—Muy bien. Nunca sabras cuantos favores he tenido que solicitar para conseguir ese lanzamiento. Ahora

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