lo alto del risco rocoso. Ellos habian subido por la direccion opuesta, de modo que desde aquella altura podian ver todo el rancho.

—Tiene razon —dijo Harvey—. El panorama merece la pena.

Estaba en lo alto de una especie de monolito, notando la agradable brisa que soplaba a traves del valle. Dondequiera que mirase habia enormes rocas blancas. Un glaciar debia haber pasado por alli, esparciendo aquellos monolitos por la tierra.

Abajo se extendia el rancho del senador. El pequeno valle labrado por el arroyo avanzaba varios kilometros hacia el oeste. Luego habia mas colinas, salpicadas tambien de grandes piedras blancas. Mucho mas lejos de las colinas, y muy por debajo del nivel del rancho, se encontraba la vasta extension de San Joaquin. Aunque estaba cubierto por la niebla, Harvey creyo reconocer la forma oscura de la cordillera del Temblor, en la ladera occidental del valle central de California.

—El valle de Plata —anuncio Maureen—. Asi se llaman nuestras tierras. Y mas alla esta el rancho de George Christopher. Una vez estuve a punto de casarme con el...

Se interrumpio para echarse a reir.

Harvey se pregunto por que sentia una punzada de celos.

—?En donde esta la gracia? —le pregunto.

—Solo teniamos catorce anos cuando el me lo propuso —dijo Maureen—. Hace casi dieciseis. Papa acababa de salir elegido y nos ibamos a trasladar a Washington. George y yo hicimos planes, buscando la manera de que pudiera quedarme.

—Pero usted no se quedo.

—No. A veces desearia haberlo hecho. Sobre todo cuando estoy aqui.

La muchacha hizo un expresivo gesto que abarcaba el panorama. Harvey se volvio y vio mas colinas, cuyas alturas eran gradualmente mayores hasta fundirse con la Sierra Nevada. Las grandes montanas parecian virgenes, como si nunca hubieran sido holladas por seres humanos. Harvey sabia que aquello era una ilusion. Si uno se detenia para atarse los cordones de las botas en el camino, era probable que los excursionistas tropezaran con el.

La gran roca sobre la que se encontraban estaba hendida hacia el borde del risco. La hendidura no tendria mas que un metro de ancho, pero era profunda, tanto que Harvey no podia ver el fondo. La parte superior de la roca se inclinaba hacia la hendidura, y el borde situado mas alla, por lo que Harvey no se sentia tentado de acercarse.

Maureen fue hasta alli y, sin pensarlo dos veces, se introdujo en la hendidura. Se apoyo en una estrecha franja rocosa, de poco mas de medio metro de anchura, un precipicio de noventa metros por delante y la desconocida profundidad de la hendidura por detras. Miro hacia afuera, satisfecha, y luego se volvio.

Vio que Harvey Randall estaba de pie, con expresion sombria, tratando de avanzar pero incapaz de hacerlo. Ella le miro perpleja, y luego parecio preocupada. Salio de aquel peligroso lugar y se reunio con el hombre.

—Perdone. ?Acaso tiene problemas con las alturas?

—A veces —admitio Harvey.

—No debi hacer eso... Pero digame, ?en que pensaba?

—En como podria llegar ahi si ocurria algo. Si hubiera podido arrastrarme hasta esa hendidura...

—No, desde luego no debi hacer eso. Bueno, dejeme que le muestre el rancho. Desde aqui puede verse casi todo.

Mas tarde Harvey no pudo recordar de que habian hablado. No era nada importante, pero habian pasado una hora agradable. El no podia recordar un momento mejor.

—Deberiamos empezar a bajar —dijo Maureen.

—Si. ?Hay un camino mas facil que el de subida?

—No lo se. Podemos mirarlo.

Ella fue delante, rodeando el lado contrario de la superficie rocosa, a la izquierda. Se abrieron paso a traves de arbustos espinosos, y cruzaron estrechos senderos de cabras.

Habia montones de excrementos de cabra y oveja. A Harvey le parecio reconocer tambien excrementos de ciervo, aunque no podia estar seguro. El suelo era demasiado duro para que hubiera huellas.

—Es como si nadie hubiera estado jamas ahi antes de nosotros —dijo Harvey entre dientes, y Maureen no le oyo. Se encontraban en una estrecha hondonada, una especie de corte al lado de la empinada colina, y la vista del rancho habia desaparecido.

Se oyo un ruido detras de ellos. Harvey se volvio, sobresaltado. Un caballo se aproximaba a ellos.

El caballo no iba solo. Lo montaba una muchachita rubia, una chiquilla que no tendria mas de doce anos. Montaba sin silla, y parecia formar parte del enorme animal, encajada tan bien con el que podria haber sido un centauro poco desarrollado.

—Hola —exclamo.

—Hola —respondio Maureen—. Harvey, esta es Alice Cox. Los Cox trabajan el rancho. ?Que haces aqui, Alice?

—Os vi subir —dijo la nina. Su voz era aguda, pero bien modulada, no chillona.

Maureen se acerco a Harvey y le guino un ojo. El asintio, complacido.

—Y nosotros creiamos que eramos exploradores intrepidos —dijo Maureen.

—Si. Ya ha sido bastante dificil subir a pie, sin llevar un caballo con nosotros.

Harvey miro al frente. El camino era empinado, y parecia imposible que un caballo pasara por alli. Cuando se volvio para decirlo, Alice habia desmontado y conducia tranquilamente al caballo por el camino. El animal parecia comprenderla perfectamente. Se deslizaba, se arrastraba y seguia los lugares que la muchacha le indicaba para subir.

—?Vendra pronto el senador? —pregunto la nina.

—Si, manana por la manana —dijo Maureen.

—Me gusta hablar con el. Todos los chicos de la escuela quieren conocerle. Sale mucho por la tele.

—Harvey... El senor Randall hace programas de television —explico Maureen.

Alice miro a Harvey con renovado respeto. Por un momento no dijo nada. Luego le pregunto:

—?Le gusta Star Trek?

—Si, pero yo no tuve nada que ver con ese programa. —Harvey bajo con cuidado otro tramo empinado. Seguro que el caballo no pasaba por alli.

—Es mi programa favorito —dijo Alice—. Vamos, Tommy, vamos. Ya falta poco... Yo escribi un guion para la tele. Trata de un platillo volante y como todos huimos de el y nos escondemos en una cueva. Es muy bueno.

—Apuesto a que si. —Harvey miro a Maureen y vio que sonreia de nuevo—. Apuesto a que no hay nada que no pueda hacer —anadio en voz baja.

Maureen asintio. Cuando el arroyo seco por el que avanzaban empezo a internarse entre matorrales espinosos, se encaramaron a los costados. El rancho volvia a ser visible, pero aun estaba bastante abajo y la pendiente de la colina era tan pronunciada que si uno caia probablemente saldria mal librado. Harvey miro atras y observo un momento a Alice, pero en seguida dejo de preocuparse por ella y el caballo para concentrarse en su propio descenso.

—?Subes aqui a menudo, Alice? —pregunto Maureen—. ?Con el caballo?

—Si.

—Pero tus padres estaran preocupados —intervino Harvey.

—Oh, conozco muy bien el camino. Me perdi un par de veces, pero Tommy sabe volver a casa.

—Es un caballo muy bonito —dijo Maureen.

—Claro, es mio.

Harvey miro el animal. Era un semental, no un caballo castrado. Espero a que Maureen llegara junto a el. Su orgullo masculino le habia hecho ir delante, aunque estaba claro que quien deberia llevar la delantera era Alice.

—Debe ser muy agradable vivir en un sitio donde lo unico que puede preocuparte es perderse... Y el caballo se encarga de que no ocurra —dijo Harvey a Maureen—. Ella ni siquiera sabe de que estoy hablando. La semana pasada una nina de unos once anos fue violada en las colinas de Hollywood, a menos de un kilometro de

Вы читаете El martillo de Lucifer
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×