—Oh. Quiza no deberia preguntartelo, pero ?de donde obtienes tu informacion?

—Solia leer revistas de ciencia ficcion. Luego, hacia los veinte anos, empece a estar demasiado ocupado para continuar con esa aficion. Veamos, los imperios que tienen a la Tierra en el centro tienden a ser pequenos, pero... una pequena fraccion de cien mil millones de soles. Encuentras imperios enormes que ni siquiera cubren uno de los brazos galacticos. —Harvey se interrumpio. Ahora el brillo de las estrellas era increiblemente vivo. Casi creia ver las naves guerreras partiendo de Sagitario—. Maureen, es una fantasia que parece tan real...

La muchacha se rio, y el pudo ver su rostro sin detalles, palido. Se inclino por encima del ancho brazo del sillon y la beso. Ella se hizo a un lado, invitandole a que se sentara. En el sillon apenas habia sitio para los dos.

No hay asuntos sin riesgos.

Solo el pensamiento de que al dia siguiente terminaria el sueno y volveria a ser el Harvey Randall de siempre podria haberle impedido seguir adelante, pero no permitio la presencia de aquel pensamiento.

La casa estaba completamente a oscuras. Sin soltar su mano, ella le condujo, valiendose del tacto y la familiaridad con el lugar, a uno de los dormitorios. Se desvistieron mutuamente. Parecio como si sus ropas cayeran del universo. La piel de Maureen estaba tibia, casi calida. Por un momento el deseo ver su rostro, pero solo por un momento.

Cuando Harvey se desperto una luz gris clareaba la habitacion. Sintio frio en la espalda. Estaban tendidos en una cama sin deshacer. Maureen dormia apaciblemente, con una ligera sonrisa en los labios.

Harvey se estaba helando y penso que a ella le ocurriria lo mismo. Se pregunto si deberia despertarla, pero su cerebro, que se desperezaba con lentitud, le proporciono una respuesta mejor. Se separo de la muchacha con tiento, procurando no despertarla. Luego cogio las ropas de la cama gemela y cubrio a Maureen con ellas. Permanecio de pie, inmovil, durante casi un minuto, sintiendo deseos de arrebujarse tambien entre las mantas, al lado de ella. Pero no era su esposa...

—Se acabo el sueno —dijo en voz muy baja.

Recogio sus ropas cuidadosamente, para no dejarse ninguna prenda, y camino sin hacer ruido hasta la sala de estar. Empezaba a temblar de frio. Abrio la primera puerta que tuvo a mano y vio que era otro dormitorio. Arrojo sus ropas sobre una silla y se metio en la cama.

?No muerto, sino transmutado! El cometa esta magnifico en su agonia. La estela de su materia desgarrada alcanza millones de millas, y esta compuesta por extranas sustancias quimicas que regresan hacia el halo cometario en forma de viento de luz reflejada. Tal vez algunas de sus moleculas brillaran en las superficies heladas de otros cometas.

Los telescopios de la Tierra descubren al cometa obstaculizado por el mismo sol llameante.

La magnificencia de su cola consiste en la luz reflejada del sol, pero en el coma hay algo mas que luz solar. Algunas sustancias quimicas pueden hallarse intimamente mezcladas cerca del cero absoluto, pero si se calentaran arderian. El coma bulle mientras cambia.

La cabeza es mas pequena cada dia. La superficie es una mezcla de hielo y polvo, y en ella hierve el amoniaco. La masa se contrae y su densidad aumenta. Pronto quedara poco mas que polvo de roca consolidado por el granizo. Una piedra monolitica de la altura de una colina cierra el paso a una bolsa de gas cuyo calor aumenta a cada hora, hasta que cede en algun punto. El gas estalla contra el coma. La masa petrea se aleja lentamente, agitandose. La orbita del Hamner-Brown ha sufrido un leve cambio.

JUNIO: UNO

El Senor mismo descendera del cielo con una llamada imperativa, con voz de arcangel y con trompeta de Dios, y los que estan muertos en union con Cristo se levantaran primero. Despues, los que sobrevivamos seremos arrebatados, junto con ellos, en las nubes, y nos encontraremos con Dios en los aires. Y asi siempre estaremos con el Senor.

Pablo de Tarso, Primera epistola a los Tesalonicenses.

En lo mas alto del gran poste totemico a punto de desintegrarse, en aquel reducido espacio de la punta, Rick Delanty yacia boca arriba con una sonrisa incierta en los labios. Su voz clara y firme no traslucia ningun indicio de tension. Sonaba como la de Johnny, y Johnny Baker fruncia ligeramente el ceno, como un hombre que esta haciendo un trabajo delicado.

—Conexion de energia interna.

—Verificacion de energia interna. En verde.

—T menos quince minutos, y contando.

Cada vez que miraba a Rich veia aquella sonrisa nerviosa, Johnny hacia una ligera mueca de desden. Pero aquella no era la primera vez que Johnny Baker volaba y podia permitirse ser desdenoso. Quince minutos, y ni un solo fallo, llevaria la vida entera de un hombre anotar todos los fallos que pueden detener el lanzamiento de un Apolo.

Delanty seguia sonriendo. ?Le habian elegido! Habia realizado los entrenamientos y practicado con los simuladores, y luego habia viajado a Florida. Dos dias atras habia realizado vuelos acrobaticos sobre Florida y las Bahamas. Aquel vuelo acrobatico final que coronaba el entrenamiento era una tradicion demasiado consolidada para que se pudiera prescindir de ella. Eliminaba la tension de los astronautas elegidos y la traspasaba al personal de tierra. Pensar que despues de todo aquel minucioso entrenamiento los astronautas podrian sufrir algun percance pilotando un avion a reaccion era para volverse loco...

—T menos un minuto, y contando.

Aquellas horas finales, apresuradas, concluyeron cuando Wally Hoskins le condujo en el ascensor y le instalo, apretadamente debido al volumen del traje espacial, en la capsula del Apolo. Despues quedo tendido boca arriba, con las rodillas por encima de la cabeza, al acecho de un posible fallo. Pero este aun no se habia producido, y parecia que no iba a ocurrir, que realmente iban a salir...

—Cinco, cuatro, tres, dos, uno. Ignicion. Primer movimiento...

?Estaban en marcha!

—Hemos partido...

El cohete Saturno se elevo entre llamaradas y un ruido ensordecedor, contemplado por un centenar de visitantes oficiales y periodistas, escritores de ciencia ficcion que se habian agenciado pases de prensa, familiares de astronautas, personalidades y amigos...

—Alla va —dijo Maureen Jellison a su padre, preguntandose por que tenia la sensacion de que jamas veria de nuevo aquella nave espacial.

Tras ella, el vicepresidente musitaba, lo bastante alto para que le oyeran:

—Vuela, vuela, pajaro. —Cuando se dio cuenta de que los demas le escuchaban se encogio de hombros y anadio—: ?Vuela, pequeno!

Aquel grito repercutio en los espectadores. Parecia condensar la potencia del cohete atronador y todos los conocimientos que habian sido necesarios para su creacion. Para los espectadores de mas edad era algo imposible, una aventura propia de un tebeo de su infancia. Para los mas jovenes era algo inevitable y previsible, y no podian comprender por que los mayores se emocionaban tanto. Las naves espaciales eran algo real y, naturalmente, funcionaban bien...

En la capsula Apolo los astronautas estaban contentos. Su sonrisa parecia el rictus de un cadaver, pues la gravedad estiraba sus musculos faciales entre las mejillas. Finalmente la primera etapa del proyectil se desprendio y cayo, la segunda hizo lo mismo y la tercera les dio un impulso final... hasta que la capsula entro en caida libre mientras Rick Delanty seguia sonriendo.

—Apolo, aqui Houston —dijo una voz a traves de los auriculares—. Vais muy bien.

—Recibido el mensaje, Houston. —Delanty se volvio hacia Baker—. ?Ahora que, general?

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