una magnifica mansion al estilo de Monterey, restos unicos de la epoca en que el valle fue un inmenso naranjal. Ahora lo cruzaban las autopistas, por las que circulaban pocos vehiculos.

Desde hacia cuatro dias, las autopistas de salida estaban mas frecuentadas que las de entrada. Coches, camiones y remolques alquilados, cargados con los cachivaches acumulados durante toda una vida, salian de la depresion de Los Angeles y se dirigian a las colinas o los pasos para acceder al valle San Joaquin. En toda la ciudad y su comarca, las tiendas habian cerrado para toda la semana, el mes o indefinidamente, y el absentismo era general en los comercios que no habian cerrado. Era la fiebre del cometa.

En Benedict Canyon apenas habia trafico. Harry se rio entre dientes. Aquel era el punto donde se producian formidables atascos cuando la gente volvia del trabajo en sus vehiculos... pero ahora la fiebre del Martillo los habia dispersado, convirtiendolos en inesperados clientes de los albergues de montana en todo el pais, establecimientos que veian ahora considerablemente incrementadas sus ganancias. El departamento de Hacienda estaba preocupado. Se habian disparado los creditos al consumo. La gente compraba equipos de supervivencia utilizando tarjetas de credito, con lo cual habia un alza del empleo, la economia y la inflacion, todo ello debido al cometa.

Si, seria un magnifico relato.

A menos que el condenado cometa chocara con la Tierra. Harvey se dio cuenta de ello en aquel momento: si el Martillo caia, nadie iba a dar un centimo por la historia. No habria programas, ni television. No habria nada de nada.

Harvey meneo la cabeza y su sonrisa se desvanecio mientras echaba un vistazo al paquete sobre el asiento del pasajero. Era su participacion en la fiebre del Martillo: una pistola de tiro olimpico de calibre 22, con una culata de madera disenada para que mantuviera la muneca firme. Seria de una precision inhumana, pero nadie podria echarle en cara que tambien el hubiera contraido la fiebre del Martillo.

?Pero bastaria con aquel arma? Empezo a efectuar un inventario mental. Tenia una escopeta y equipo de excursion, pero solo para el. La idea de Loretta llevando una mochila a la espalda era ridicula. Solo una vez la habia llevado con el de excursion. ?Conservaria todavia los zapatos? Probablemente no. Loretta no podia vivir a mas de diez kilometros de distancia de un salon de belleza.

Pero queria a su mujer. Podia hacer una escapada de vez en cuando, pero siempre volvia a casa. Recordo sin querer a Maureen Jellison, alla en lo alto, en una roca hendida, con su larga cabellera pelirroja flotando al viento. En seguida borro aquella imagen de su mente.

Se pregunto como podria prepararse. Ya no quedaba mucho tiempo. Podia almacenar alimentos enlatados. Era un buen sistema para frenar la inflacion. Les servirian para resistir al desastre, si ocurria, y podrian consumirlos una vez que hubiera pasado todo aquello. Y agua mineral... Pero no, tanto los alimentos como el agua se habian agotado. Era dificil encontrar algo aquella semana, y tendria que pagarlo a precios exorbitantes. Giro para entrar en el sendero que conducia a la casa y freno abruptamente. Loretta habia dejado la ranchera en medio del camino y transportaba paquetes al interior de la vivienda. Harvey bajo del coche y empezo a ayudar a Loretta, automaticamente, y poco a poco se dio cuenta de que se trataba de alimentos congelados.

—?Que es esto? —le pregunto.

Loretta, resoplando un poco, dejo su carga sobre la mesa de la cocina.

—No te enfades, Harvey. No pude evitarlo. Todo el mundo dice... bueno, dicen que el cometa puede chocar. Asi que he comprado algo de comida, por si acaso.

—Alimentos congelados.

—Si, casi se habian agotado las latas. Confio en que nos quepa todo en el congelador.

Era absurdo. ?Confiaba acaso en que la electricidad funcionaria si caia el cometa? Era evidente que si. Harvey no dijo nada. Al fin y al cabo su intencion habia sido buena, y mientras ella se habia molestado en conseguir unos suministros inutiles, el habia estado divagando sin hacer nada. El resultado era el mismo, excepto por el dinero, pero si el Martillo no golpeaba, probablemente Loretta habria ahorrado dinero. Y si el maldito cometa caia... de todos modos el dinero no tendria importancia.

—Has hecho bien —dijo Harvey. La beso y salio a buscar mas paquetes.

—Eh, Harvey.

—Hola, Gordie —respondio Harvey a su vecino, acercandose a la valla.

Gordie Vanee le ofrecio una cerveza.

—Te vi llegar y te he traido una —le dijo.

—Gracias. ?Quieres decirme algo?

Esperaba que Gordie quisiera. Estaba raro desde hacia algunos dias. Habia algo que le molestaba. Harvey podia notarlo, sin saber que era y sin que Gordie supiera que el lo sabia.

—?Donde estaras el proximo martes? —le pregunto Gordie.

—En algun lugar de Los Angeles. Tengo que informar para el noticiario nacional.

—Siempre trabajando —dijo Gordie—. ?Estas seguro de que no quieres unirte a la excursion? Hara buen tiempo en las montanas. La semana que viene tendre unos dias libre.

—Ojala pudiera, pero es imposible.

—?Por que no? ?De veras quieres quedarte aqui para ver el fin del mundo?

—No sera el fin del mundo —dijo Harvey automaticamente. Observo un destello en la mirada de Vanee—. Y en cualquier caso, si ese martillo no cae y yo no me dedico a cubrir la noticia, sera el fin de mi propio mundo. No puedo hacerlo, Gordie.

—Comprendo —dijo Vanee—. Entonces, prestame a tu chico.

—?Que?

—Es sensato, ?no? Supon que esa cosa cae. Andy tendria muchas mas posibilidades de salvarse si esta en las colinas conmigo. Y si no cae... bueno, preferiras que tu hijo vaya de excursion en vez de vagabundear bajo la niebla de Los Angeles, ?verdad?

—Tienes razon, pero... ?Donde estareis? Quiero decir que en caso de que suceda algo, ?como os encuentro a ti y a Andy?

Vanee adopto una expresion seria.

—Sabes muy bien que tus posibilidades de sobrevivir son muy escasas si eso choca con la Tierra y tu te quedas en Los Angeles...

—Si, son muy escasas —convino Harvey.

—Y ademas ire a un sitio que te gustaria, en los alrededores de Quaking Aspen, lo bastante bajo para salir aunque el tiempo sea malo pero con altura suficiente para estar a seguro pase lo que pase. A menos que el cometa nos caiga directamente encima, y eso es poco probable, no te parece?

—Claro. ?Se lo has preguntado a Andy?

—Si. Me dijo que le gustaria ir, si tu estabas de acuerdo.

—?Quienes mas iran?

—Yo y siete muchachos. Marie tiene que ir a una de esas sesiones de caridad, asi que no puede venir...

Harvey envidiaba una sola cosa a Gordie Vanee. A Marie Vanee le gustaban las excursiones. Por otro lado, en la ciudad no era facil convivir con ella.

—...Y segun el reglamento de los exploradores, las chicas no pueden ir —decia Gordie—. Oye, Harvey, ya conoces el lugar. Sera una excursion estupenda.

Harvey asintio. Era un lugar seguro y agradable.

—De acuerdo. —Apuro su cerveza—. ?Estas bien, Gordie? —le pregunto de repente.

Hubo un cambio sutil en la expresion de Vanee, pero trato de ocultarlo.

—Claro, ?por que no iba a estarlo?

—No se, ultimamente no pareces el mismo.

—Es el trabajo —dijo Vanee—. Trabajo demasiado. Esta excursion me pondra en forma.

—Estupendo —dijo Harvey.

La ducha le relajo. Dejo que el agua caliente se derramara sobre su cuello, mientras pensaba que era demasiado tarde. Los seres sensatos y flematicos lo soportarian: las posibilidades todavia eran de centenares, tal vez millares, contra una a su favor. Los que habian sido presa del panico ya habian adquirido suministros y partido hacia las colinas. Estaban tambien los juiciosos y cautos, como Gordie Vanee, que habian planeado su excursion con meses de adelanto y podian decir que no iban a permitir que un cometa diera al traste con sus vacaciones...,

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