—Pero lo recibimos a traves de Houston. Maldicion. El material del cometa esta trastornando la ionosfera. Vamos a tener problemas de comunicaciones hasta que esa cosa haya pasado. Sera mejor que grabemos las observaciones que hagamos, por si no nos oyen.

—De acuerdo —dijo Delanty, y siguio mirando a traves del telescopio.

Ante el se extendia el nucleo del Hamner-Brown. Le resultaba dificil centrar el aparato en la masa que habia escogido. No habia suficiente contraste para utilizar un sistema de seguimiento automatico, y habia que hacerlo a ojo. Delanty sonrio. Era un contratiempo mas para el hombre espacial.

Vio una gruesa masa de polvo brillante que se movia lentamente, unas cuantas montanas volantes y muchas mas particulas menores, todas mezcladas, sin orden, moviendose al parecer caprichosamente mientras respondian a la presion luminosa y proseguian la actividad quimica. Era la materia primigenia del caos. A Rick se le hacia la boca agua: pensaba en la posibilidad de ir alli con una nave espacial, aterrizar en una de aquellas montanas y salir para echar un vistazo. La velocidad de ochenta kilometros por segundo a la que se movian aquellas montanas no se apercibia.

Pero habrian de transcurrir decadas antes de que la NASA pudiera construir aquella clase de naves tripuladas, si es que alguien las construia alguna vez. Y cuando lo hicieran, Rick Delanty seria un viejo fatigado.

Entonces penso que aquella no seria su ultima mision. Pronto funcionaria la lanzadera espacial, si aquellos malditos congresistas dejaban de poner pegas a los gastos de exploracion espacial...

Pieter Jakov habia estado trabajando con un espectroscopio. Finalizo sus observaciones y dijo:

—Para esta manana nos han impuesto un programa febril. Veo que la actividad fuera del vehiculo para la comprobacion final de los instrumentos externos es optativa. ?Que os parece? Nos quedan dos horas.

—Loco ruso. No, no vamos a salir con eso ahi afuera. Un copo de nieve a esa velocidad no puede hacer un agujero en el laboratorio, pero no te quepa duda de que puede hacer un agujero del tamano del puno en tu traje espacial. —Baker echo un vistazo a la lectora del ordenador y fruncio el ceno—. Rick, ?donde has efectuado esa ultima observacion optica?

—Una gran montana —respondio Rick—. Hacia el centro del nucleo, como ellos pidieron. ?Por que?

—No, por nada. —Baker conecto el microfono—. Houston, Houston, ?les han llegado las lecturas opticas?

—...Negativo, laboratorio... Envien de nuevo.

—?Que diablos ocurre, Johnny? —pregunto Rick.

Johnny se quedo pensativo.

—Tanto Houston como el JPL perciben la distancia con un error de nueve mil kilometros. Introduciendo tus datos en el ordenador de a bordo obtengo un cuarto de esa distancia. Ellos disponen de mejores medios para calcular, pero nosotros tenemos datos mejores.

—Bueno, dos mil kilometros son dos mil kilometros —dijo Delanty, pero no parecio convencido.

—Ojala no tuvieramos ningun fallo en la antena principal.

—Saldre a repararla —dijo Jakov.

—No —nego Baker abruptamente, con la autoridad del comandante—. Todavia no hemos perdido a nadie en el espacio. ?Por que empezar ahora?

—?No deberiamos preguntar al control de Tierra? —inquirio Leonilla.

—Ellos me pusieron al frente de esto —dijo Baker—. Y digo que no.

Pieter Jakov guardo silencio. Rick Delanty recordaba que los sovieticos habian perdido hombres en el espacio: los tres pilotos de Soyuz perdidos en el vuelo de regreso, y que todo el mundo conocia, y otros mas, de los que solo se sabia por rumores e historias contadas por la noche al calor del vodka. Se pregunto, y no era la primera vez que lo hacia, si la NASA no habia sido demasiado cauta. Con menos precauciones de seguridad, los Estados Unidos podrian haber llegado un poco antes a la Luna, habrian explorado mucho mas, habrian aprendido mas y, si, habrian creado uno o dos martires. La Luna habia sido demasiado costosa en dinero, pero demasiado barata en vidas para obtener la popularidad que necesitaba. Cuando el Apolo XI llego a ella, la mision era rutinaria.

Tal vez era aquello lo que deberian hacer. La imagen de Johnny Baker avanzando por el ala rota del laboratorio espacial, la imagen de un hombre en aquel medio hostil, arriesgandose a la mas solitaria de las muertes... aquello habia dado al programa espacial un impulso casi tan grande como el paso gigantesco de Neil Armstrong.

Se oyo el ruido de un impacto, luego otro, y en el tablero de control se encendieron luces rojas de aviso.

Sin pensar nada, Rick Delanty salto hacia la caja roja mas proxima. Era una caja cuadrada, igual que otras colocadas en diversos lugares del laboratorio espacial. La abrio y extrajo varias placas de metal con uno de los lados cubiertos por una materia adhesiva, y una especie de parches mayores, que parecian de caucho. Miro a Baker, esperando instrucciones.

—No hay ningun agujero —dijo Johnny—. Es arena. —Miro el tablero y fruncio el ceno—. Y estamos perdiendo eficacia en las celulas solares. Pieter, cubre todos los instrumentos opticos. Tendremos que reservarlos para una observacion mas de cerca.

—De acuerdo —dijo Jakov, avanzando hacia los instrumentos.

Delanty seguia sosteniendo los parches contra meteoros, por si acaso.

—Depende de lo grande que sea el nucleo —dijo Pieter Jakov desde el extremo distante de la capsula espacial—. Y todavia hemos de obtener calculos exactos de la anchura que abarca la materia solida. Me parece muy probable que la Tierra... y nosotros... seamos golpeados por grava a elevada velocidad, si no es algo peor.

—Si, eso es lo que pensaba —dijo Johnny Baker—. Hemos estado buscando el movimiento lateral. Bien, lo hemos encontrado, pero ?es suficiente? Tal vez deberiamos dar por terminada esta mision.

Hubo un momento de silencio.

—No, por favor —dijo Leonilla.

—Secundo esa negativa —anadio Rick—. Tu tampoco quieres que finalice la mision. ?Quien lo desea?

—Yo no —dijo Jakov.

—Hay unanimidad. Pero esto apenas es una democracia —dijo Baker—. Hemos perdido mucha energia. Va a hacer calor aqui dentro.

—Lo aguantaste en el otro laboratorio espacial mientras arreglaban el ala —dijo Delanty—. Si pudiste antes, podras ahora. Y nosotros tambien.

—Muy bien —concluyo Baker—. Pero tu tendras que ocuparte de esos parches contra meteoros, por si hay una emergencia.

—Si, senor.

Minutos despues, el nucleo del Hamner-Brown se precipito detras de la Tierra. La Luna surgio envuelta en su red espectral de ondas de choque. Leonilla sirvio el desayuno.

Al alba, Harvey Randall estaba sentado en una tumbona, en el cesped. Sobre una mesita tenia tabaco y cafe, mientras que otra sostenia el televisor portatil. Con el alba desaparecio el extraordinario espectaculo celeste, y se quedo un poco deprimido. Aun estaba bajo los efectos del alcohol y no se encontraba en condiciones para trabajar. Loretta le encontro en el mismo estado dos horas despues.

—He ido a trabajar en peores condiciones —le dijo a su esposa—. Valia la pena.

—Muy bien. ?Estas seguro de que puedes conducir?

—Claro que si —respondio el. Aquella era la cancion de siempre.

—?Donde iras hoy?

El no noto la preocupacion en su voz.

—Me ha costado mucho decidirlo, porque la verdad es que deseo estar en todas partes a la vez. Pero el equipo cientifico de la emisora estara en el JPL, y tambien hay un buen equipo en Houston. Creo que empezare por el Ayuntamiento. Bentley Allen y su personal dirigen serenamente los asuntos de la ciudad mientras la mitad de la poblacion corre hacia las colinas.

—Pero eso esta en el centro de la ciudad.

—?Y que?

—?Que ocurrira si choca el cometa? Estaras a kilometros de distancia. ?Como podras volver?

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