pueden chocar con la Tierra.

—Asegurate de que llega ese mensaje —dijo Leonilla Malik—. Pieter, comprueba si Moscu tambien esta enterado. —Habia ansiedad y miedo en el tono de su voz.

Rick Delanty se sorprendio.

—?Que ocurre?

—Pasa por el este de la Tierra —dijo Leonilla—. Los Estados Unidos estaran mas expuestos, pero habra mas objetos cercanos a la Union Sovietica. Las oportunidades para que se produzca una deliberada interpretacion erronea son demasiado grandes. Algun fanatico...

—?Por que dices eso? —pregunto Jakov.

—Sabes que es cierto —grito ella—. Fanaticos. ?Como los locos que mataron a mi padre porque el gran Stalin no era inmortal! No finjas que no existen.

—Es ridiculo —dijo Jakov soltando un bufido, pero se dirigio a la consola de comunicaciones, y Rick Delanty penso que hablaba de un modo apremiante.

LA CAIDA DEL MARTILLO: UNO

En 1968, la proximidad de un asteroide llamado Icaro desperto un temor ligero pero muy concreto de que llegaba el fin del mundo. Ya habian circulado rumores de que una serie de cataclismos en todo el mundo iban a empezar en 1968. Cuando se conocieron las noticias de que el Icaro se dirigia a la Tierra e iba a acercarse al maximo el 15 de junio de 1968, de alguna manera se combinaron con los rumores del fin del mundo. En California, grupos de hippies se dirigieron a las montanas de Colorado, diciendo que querian estar seguros en terreno alto, antes de que cayera el asteroide y originase el hundimiento de California en el mar.

Daniel Cohen, Como terminara el mundo.

—?Oye, pueblo mio, las palabras de Mateo! ?No dice el que el sol se oscurecera, que la luna no emitira su luz y que las estrellas caeran de los cielos? ?Y no es esto lo que ocurre en esta misma hora?

«?Arrepentios! Arrepentios, hermanos y observad el cometa del Senor, el Martillo que cae sobre esta malvada Tierra. Escuchad las palabras del profeta Miqueas: “Porque he aqui que el Senor sale de su lugar, y bajara y pisara los lugares altos de la tierra. Y las montanas se derretiran bajo el, y los valles se hendiran, como cera ante el fuego, como aguas que se precipitan por un lugar empinado.”»

«?El llega pues! Llega para juzgar a la Tierra, para juzgar justamente al mundo y a los pueblos con su verdad!»

—Han escuchado al reverendo Henry Armitage en «La hora que se aproxima». Esta y todas las emisiones del programa han sido posibles gracias a sus donaciones, y pedimos al Senor que bendiga a quienes han dado tan generosamente.

«No se necesitaran mas donaciones. La hora llega y esta ya al alcance de la mano.»

Era un dia de verano brillante y sin nubes. Soplaba una viva brisa marina, y la cuenca de Los Angeles estaba despejada.

A Tim Hamner no le entusiasmo aquel buen tiempo. La espectacularidad de los cielos nocturnos pudo verse mejor desde las montanas, y Tim permanecio en su observatorio de Angeles Forest la mayor parte de la semana anterior, pero la mejor vision del Hamner-Brown en el momento de maxima aproximacion se tendria desde el espacio. Como el no podia estar en el espacio, queria otra cosa casi tan buena: contemplarlo todo en television a color. No le habia sido dificil persuadir a Charlie Sharps para que le invitara al JPL.

Tenia que llegar alli a las nueve y media, pero los claros cielos con sus brillantes cintas de luz aterciopelada, le habian mantenido despierto hasta la madrugada. Se habia estirado en el sofa. No queria acostarse en la cama, pero unos minutos de descanso no harian dano...

Naturalmente, durmio mas de la cuenta. Ahora, con la cabeza espesa y los ojos acuosos, Tim apuntaba, mas que conducir, su Grand Prix por la autopista de Ventura, hacia Pasadena. A pesar de que habia salido tarde, esperaba llegar a tiempo. No habia mucho trafico.

—Estupidos —murmuro Tim.

La fiebre del Martillo. Millares de habitantes de Los Angeles partian hacia las colinas. Harvey Randall le habia dicho que el trafico por la autopista seria escaso durante toda te semana, y habia tenido razon. Aquel dia, el martes de portento, como lo habia llamado Mark Czescu, el trafico era escaso.

De pronto vio delante el destello de luces rojas. El trafico se hizo mas lento. Tim solto una maldicion. Habia un camion delante de el, de modo que no podia ver que era lo que estaba aguando la fiesta. Paso automaticamente al carril derecho, adelantandose a una senora mayor que conducia un Ford verde y que le dirigio horribles maldiciones mientras se colocaba ante ella.

—Probablemente se acuesta con las zapatillas de tenis puestas —murmuro Tim. ?Pero que pasaba alli adelante? El trafico parecia haberse detenido del todo. La autopista se habia convertido en un aparcamiento que se extendia hasta donde alcanzaba la vista, tal vez, penso Tim, hasta el cruce de Golden State. Miro por encima de su hombro. No vio a ningun policia de trafico. Se metio en el arcen y avanzo, dejando atras a los coches detenidos, hasta llegar a una salida.

A su derecha se encontraba el cementerio de Forest Lawn, no el original, que tantas canciones e historias habia inspirado sino la colonia de Hollywood Hills. Las calles tambien estaban llenas de trafico. Tim giro a la izquierda y paso por debajo de la autopista. Su rostro era una sombria mascara de ansiedad y odio. Ya era bastante malo no estar en su observatorio el martes del portento, ?pero tener que soportar ademas aquello! Estaba en el hermoso centro de la ciudad de Burbank, y su cometa se aproximaba al perigeo.

—?No es justo! —grito. Los peatones le miraron y continuaron su camino, pero a Tim no le importo—. ?No es justo!

Habia en el aire la carga electrica de la tormenta y el desastre. Eileen Hancock lo notaba como si unos dedos espectrales le pasaran por el cabello, en la nuca. Lo vio de forma mas concreta mientras se dirigia en su coche al trabajo. A pesar de que el trafico era escaso, la gente conducia mal. Trataban de adelantar en momentos inadecuados, reaccionaban tarde y entonces sus reacciones eran excesivas. Habia muchos remolques llenos de enseres domesticos, que le recordaron a Eileen imagenes de refugiados de guerra, aunque los refugiados de Asia y Africa nunca llevaban con ellos jaulas de pajaros, colchones especiales para tratamientos de belleza y tocadiscos estereofonicos. Uno de los remolques habia volcado en la direccion de Ventura, bloqueando los tres carriles. Algunos coches pasaban a duras penas por el arcen, pero los demas estaban inmoviles tras un monton de muebles derribados. La camioneta que habia arrastrado el remolque estaba cruzada en el carril de la izquierda, con un Volkswagen empotrado en un costado.

«Menos mal que he llegado a Golden State», penso Eileen. Por un instante sintio lastima por cualquiera que tratara de llegar a Pasadena aquella manana, y maldijo al remolque y su propietario. Los coches que iban delante se detenian para mirar el accidente, y necesito cinco minutos para recorrer el centenar de metros hasta la salida de Burbank. Condujo velozmente por las calles, y cuando se detuvo comprobo aliviada que la policia de Burbank parecia estar en otra parte. Dejo el coche en su aparcamiento, cedido por Corrigan y que incluso, ostentaba el nombre de Eileen.

El establecimiento de Corrigan, cercano a un supermercado, era enganosamente pequeno porque los almacenes se encontraban en un callejon situado detras. El recibidor estaba decorado con nylon azul, skai marron y cromo, y este ultimo siempre se mostraba destenido. Eileen creia que los Clientes mayoristas debian tener la impresion de un buen negocio capaz de cumplir con sus compromisos, pero carente de una opulencia que podria tentarles a presionar en los precios. La puerta principal ya estaba abierta.

—?Quien esta ahi? —pregunto Eileen.

—Soy yo. —Corrigan salio de su despacho, seguido por un aroma de cafe. Hacia tiempo que Eileen habia instalado una maquina automatica, y la dejaba dispuesta cada noche sotes de marcharse. Aquello habia mejorado en gran manera el humor de Corrigan por las mananas, pero no aquella manana—. ?Por que se ha retrasado?

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