—Todo es por puro entrenamiento —dijo Frank—, pero tal vez el entrenamiento merezca el esfuerzo.

—?Eh? —Joanna haba encendido el hornillo. Ya empezaba a oscurecer.

—No es inutil estar preparado para el colapso de la civilizacion —dijo Frank—. La proximo vez no sera el Martillo, sino alguna otra cosa. Pero sera algo. Lee tus periodicos.

Joanna penso que aquella era la razon de su interes por Frank. Le hacia reflexionar. Sin duda era mas sensato estar unida a Frank Stoner que a Mark Czescu, si llegaba el fin de la civilizacion.

Y Frank habia querido ir al desierto Mojave, pero Mark le convencio para que fueran a otro sitio. Mark no podia admitir del todo que le afectaba la fiebre del Martillo. Pareceria estupido.

Comieron mas temprano de lo acostumbrado. Frank insistio en ello. Cuando terminaron, todavia habia bastante luz para lavar las cacerolas. Entonces se tendieron sobre sus sacos de dormir, ya casi a oscuras, contemplando como la luz se disipaba sobre el Pacifico, hasta que con la noche llego el frio y se metieron en los sacos. Joanna habia llevado su propio saco de dormir. Normalmente, en sus salidas al campo con Mark, unian los dos sacos, pero aquella noche no lo hizo.

La luz desaparecio al oeste. Las estrellas aparecieron una a una. Al principio eran solo estrellas. Luego aparecio en el cielo una pelicula luminosa procedente del este, que se mezclo con las luces resplandecientes sobre Los Angeles, luego se hizo mas brillante, hasta que hacia medianoche era mas brillante que la misma ciudad, tan brillante como una gran aurora boreal. Fue agrandandose y brillando mas hasta que solo se veian unas pocas estrellas a traves de la cola del cometa Hamner-Brown que envolvia a la Tierra.

Hablaron para mantenerse despiertos. Los grillos chirriaban a su alrededor. Aquella tarde habian dormido, aunque ni Frank ni Mark se lo dirian a los otros. Eso hubiera sido admitir que ambos estaban en la treintena y lo notaban. Frank conto anecdotas sobre las formas en que el mundo podria terminar. Mark le interrumpia una y otra vez para anadir sus propias opiniones, ampliar detalles o anticiparse a lo que Frank iba a decir.

Joanna escuchaba a los dos con creciente impaciencia. Estaba silenciosa, pensativa. Mark siempre hacia aquello. Nunca la habia molestado hasta entonces. ?Por que se sentia ahora enojada con el? Todo formaba parte del mismo proceso. ?Eran instintos femeninos? ?Se debia a la atraccion hacia el hombre mas fuerte? Aquello no tenia sentido. Desde luego no formaba parte de su filosofia. Ella era Joanna, una mujer totalmente liberada, su propia persona, con dominio sobre su vida...

El dilema le hizo pensar en otras cosas. Todavia no tenia treinta anos, pero no le faltaba mucho, ?y que habia hecho? ?Que estaba haciendo? No podia seguir asi, ganando unos pocos dolares cuando Mark estaba sin trabajo, yendo de un lado a otro en una motocicleta. Aquello era muy divertido, pero demonio, deberia hacer algo serio, una cosa permanente...

—Apuesto a que puedo colocar las mochilas de tal manera que nadie pueda ver el hornillo —decia Mark—. Jo, ?quieres hacer cafe? ?Me oyes, Jo?

Al alba Frank y Joanna dormian. Mark sonrio como si hubiera ganado un concurso. Disfrutaba mirando el rayar del alba, algo que no podia hacer con frecuencia en los ultimos tiempos. El alba de aquel dia venia con una luz magica, la luz del sol debilmente rebajada y transmutada por gases y polvo procedentes del espacio interestelar.

Se le ocurrio que si empezaba en seguida a preparar el desayuno podria llegar a un telefono antes de que Harvey Randall hubiera salido de su casa. Randall le habia invitado para que se uniera al equipo que cubriria las noticias en el martes del acontecimiento, pero Mark habia vacilado, y seguia vacilando. Preparo el hornillo y las cacerolas para el desayuno, decidio no despertar a los otros y regreso a su saco de dormir.

Le desperto el olor de tocino frito.

—No has llamado a Harv, ?eh? —dijo Joanna.

Mark se desperezo estirando los brazos.

—He decidido mirar las noticias en vez de hacerlas. ?Sabes donde esta ahora el mejor panorama del mundo? Ante un televisor.

Frank le miro con curiosidad. Volvio la cabeza para indicar la altura del sol, pero Mark no le entendio.

—Echa un vistazo al reloj.

?Eran casi las diez! Joanna se rio al ver la expresion de Mark.

—?Diablos! Nos lo vamos a perder —se quejo Mark.

—Ahora no tiene sentido que echemos a correr —dijo Frank riendo alegremente—. No te preocupes, mostraran repeticiones durante todo el dia.

—Podriamos llamar a una de las casas —sugirio Mark.

Los otros se rieron de el, y Mark admitio que no tenia reparos para hacerlo. Comieron rapidamente, y Mark saco una botella de vino y la ofrecio a sus companeros.

—Sera mejor que recojamos las cosas y...

Frank se detuvo a mitad de la frase.

Habia una luz brillante por encima del Pacifico. Estaba lejos, muy alta, y avanzaba hacia abajo con rapidez. Una luz muy brillante.

Los hombres no hablaron. Se limitaron a mirar. Joanna alzo la vista, alarmada, cuando Frank quedo en silencio. Nunca le habia visto asustado por nada, y ella giro en redondo, esperando ver a Charles Manson corriendo hacia ellos y armado de una sierra electrica. Miro en la misma direccion que los hombres.

Un pequeno sol de un blanco azulado se hundio rapidamente en el sur, mas alla del liso horizonte azul del Pacifico. Dejo una estela ardiendo tras el. En cuanto desaparecio, algo parecido a los rayos de un reflector recorrio su trayectoria y subio mas alto, por encima del cielo sin nubes.

Paso uno, dos, tres segundos, sin que ocurriera nada mas.

—El portento... —dijo Mark.

Una bola de fuego blanco aparecio un instante sobre el borde del mundo.

—El portento. Es real. Todo es real. —Mark parecia a punto de reir—. Tenemos que empezar a movernos...

—Tonterias —dijo Frank, en tono lo bastante firme para atraer la atencion de los otros—. No debemos movernos cuando empiecen los terremotos. Vamos a acostarnos, poniendonos alrededor los sacos de dormir. Ven aqui, Joanna, tiendete, te sujetare el saco. Mark, ve un poco mas alli.

Luego Frank corrio hacia las motos. Con cuidado, puso a una de lado, tendida en el suelo, aparto a la siguiente y tambien la tumbo. Se movia con rapidez y decision. Volvio a por la tercera moto y la aparto.

Vieron brillar tres puntos blancos. Dos de ellos centellearon y desaparecieron... El tercero y mas brillante debio haber chocado a lo lejos, en el sudeste. Frank consulto su reloj y conto los segundos. Joanna y Frank estaban a cubierto. Frank cogio su saco y se tendio cerca de ellos. Saco unas gafas de sol y los otros le imitaron. El abultado saco de dormir hacia que Frank pareciera muy grueso. Las gafas de sol daban a su rostro una expresion impenetrable. Permanecio tendido boca arriba con los brazos detras de la cabeza.

—Magnifico panorama.

—Si, a los Guardianes del Cometa les encantara —dijo Mark—. Me pregunto donde habra ido Harv. Me alegro de no haberme decidido a ir con el. Aqui podriamos estar seguros, si las montanas aguantan.

—Calla —dijo Joanna—. Calla, calla.

Pero no lo dijo lo bastante alto para hacerse oir. Lo susurro, y su susurro quedo ahogado por el rugido que se acercaba a ellos, y entonces las montanas empezaron a moverse.

El centro de comunicaciones del JPL estaba lleno de gente: periodistas con pases especiales, amigos del director e incluso algunas personas, como Charles Sharps y Dan Forrester, que pertenecian a aquel organismo.

Las pantallas de television exhibian las imagenes. La recepcion no era muy buena, pues la cola ionizada del cometa trastornaba la atmosfera superior y las imagenes de television tendian a disolverse en lineas ondulantes. Sharps penso que no importaba. A bordo del Apolo efectuarian grabaciones y mas tarde las recuperarian. Ademas se tomarian muchas fotografias a traves del telescopio. En la proxima hora se aprenderia mas sobre los cometas de lo que se habia aprendido en los ultimos cien mil anos.

Era una idea sensata, y Sharps acostumbraba a ser sensato. Ocurria lo mismo con los planetas, con todo el sistema solar. Hasta que los hombres viajaban o enviaban sondas al espacio, todo eran suposiciones acerca de su universo. En cambio, ahora tenian conocimientos ciertos. Y ninguna otra generacion haria tantos descubrimientos, puesto que la siguiente generacion aprenderia de los libros de texto, no directamente del universo. Los ninos crecerian con aquellos conocimientos. No seria, penso Sharps, como en su infancia, cuando no sabian nada. La

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