—?Tim! ?Como va eso?

El quiso volverse y llamarla, decirle que aquello no tenia sentido, que estaba abatido, se habia desgarrado la ropa y... Pero no dijo nada. Se agacho e inserto el mango del gato otra vez, torciendolo y haciendo palanca contra el cable metalico, hasta que este se solto del poste. Repitio la operacion una y otra vez, hasta dejar expedito todo un trozo de valla. Entonces fue al siguiente poste y empezo de nuevo la tarea.

Eileen apunto el coche hacia la valla. Toco el claxon y grito: «Hazte a un lado». El automovil se desvio de la carretera y penetro en la valla, arrancando los cables de otro poste, que cayeron sobre la hierba, y pasando sobre ellos. Eileen acelero el vehiculo.

Tim echo a correr. El coche no se habia detenido del todo y parecia que no iba a hacerlo. Corrio hasta ponerse a su altura y abrio la portezuela de un tiron, arrojandose sobre el asiento. Eileen condujo el coche por una calle del campo de golf, dejando en ella surcos profundos, y llego a una extension de cesped. Siguio adelante destrozando la cuidada superficie de hierba.

Tim se echo a reir, con un deje histerico.

—?Que pasa? —le pregunto Eileen, sin apartar la vista de la calle cubierta de hierba que se extendia hacia adelante.

—Recuerdo que cierta vez una senora entro en el cesped del Country Club de Los Angeles con zapatos de tacon alto —dijo Tim—. ?El camarero por poco se muere! Creia comprender la caida del cometa y lo que significa, pero no lo he comprendido hasta verte conducir a traves del cesped.

Ella no dijo nada, y Tim volvio a contemplar malhumorado el terreno. ?Cuantas horas de trabajo se habrian invertido para producir aquella perfecta superficie de cesped? ?Volveria a molestarse alguien en hacerlo? Tim sintio de nuevo intensos deseos de reir. Si hubiera palos de golf en el coche, podria salir y dar el primer golpe a la pelota...

Eileen recorrio todo el campo de golf, salio de nuevo a la carretera alquitranada y enfilo hacia las colinas. Ahora estaban en plena naturaleza, con altas colinas a cada lado de la carretera. Pasaron junto a un terreno de acampado y vieron muchachos exploradores. Habian levantado una tienda de campana y parecian discutir con el jefe de tropa. Tim abrio la ventanilla del coche.

—?Quedaos en terreno alto! —grito.

—?Que ha sucedido abajo? —pregunto el jefe de tropa.

Eileen redujo la velocidad y se detuvo.

—Incendios, inundaciones, atascos de trafico —dijo Tim—. Aquello estara inhabitable durante algun tiempo. —Hizo una sena al adulto para que se acercaba—. Quedense aqui, al menos durante la noche.

—Pero nuestras familias... —dijo el hombre.

—?Donde?

—En Studio City.

—Ahora no pueden ir alli —dijo Tim—. El trafico es imposible por el valle. Las carreteras estan cortadas, las autopistas se han hundido y hay muchos incendios. Lo mejor que pueden hacer por sus familias es quedarse aqui, donde estan a salvo.

El hombre asintio. Tenia grandes ojos castanos y un rostro cuadrado, de expresion franca. Llevaba una barbita rojiza en el menton.

—Ya se lo he dicho a los chicos. Julie-Ann, ?has oido eso? Tu madre sabe donde estamos. Si las cosas fueran realmente mal alli, avisarian a la policia para que nos buscaran. Lo mejor que podemos hacer es quedarnos aqui. —Bajo la voz y se dirigio a Tim—: Supongo que habra mucho que reconstruir despues de ese terremoto. ?Hay muchos heridos?

—Si —dijo Tim, apartando la vista. No podia sostener la mirada del jefe de tropa.

—Entonces, nos quedaremos aqui otro dia —dijo el hombre—. Manana habran de empezar a poner las cosas en orden. Pero los chicos no estan preparados para esta lluvia. Nadie espera que llueva en junio. Quiza deberiamos bajar a Burbank y quedarnos en una casa, o una iglesia. Nos alojarian...

—No lo haga —dijo Tim en tono imperioso—. Todavia no. ?Lleva esta carretera a lo mas alto?

—Si. —El hombre acerco su rostro al de Tim—. ?Por que quieren subir ahi? —Senalo los relampagos que restallaban en las cumbres—. ?Por que?

—Tenemos que ir —dijo Tim—. Ustedes quedense aqui, al menos esta noche. Sigamos, Eileen.

Ella arranco sin decir nada. Entraron en una curva, dejando al jefe de tropa de pie en la carretera.

—Yo tampoco he podido decirselo —dijo Eileen—. ?Estaran seguros ahi?

—Creo que si. Parece que estamos a bastante altura.

—La cumbre esta a unos mil metros —dijo Eileen.

—Y ahora debemos encontrarnos a mas de seiscientos. Estamos seguros. Tal vez seria mejor esperar aqui, hasta que pase la tormenta electrica, si es que para alguna vez. Luego podemos seguir o regresar. ?Adonde iremos a parar si seguimos?

—A Tujunga. Esta a mas de seiscientos metros de altura. Si nosotros estamos a salvo, Tujunga tambien ha de estarlo.

Siguieron adentrandose en las colinas, por la carretera serpenteante. Tim fruncio el ceno. Nunca habia tenido un buen sentido de la direccion, y no habia mapas en el coche.

—Mi observatorio esta mas arriba del gran canon de Tujunga... Se puede ir subiendo por aquella carretera. Yo lo he hecho alguna vez. En el observatorio hay comida, equipo de emergencia y suministros.

—?Tambien te dio a ti la fiebre del Martillo? —bromeo Eileen.

—No. Es un lugar muy apartado. Mas de una vez me he quedado bloqueado por la nieve, en ocasiones durante mas de una semana. Por eso lo tengo bien aprovisionado. ?Adonde vamos? ?Por que no paras?

—Yo... no lo se.

Eileen redujo la velocidad y avanzo pausadamente, casi a paso de hombre. La lluvia habia disminuido, aunque todavia caia en exceso para una zona de escasas precipitaciones, como Los Angeles, y era un fenomeno insolito en verano, pero al menos ahora no era mas que lluvia, no un diluvio. En cambio se habia levantado el viento, que aullaba por el canon y obligaba a los dos viajeros a comunicarse a gritos, pero el viento era un companero tan constante que ya no lo notaban.

Pasaron otra curva y se encontraron en una alta cornisa que miraba al sur y el oeste. Eileen freno, a pesar del peligro de desprendimientos desde arriba, y cerro el contacto. El viento aullaba y los relampagos no cesaban. La lluvia impedia la visibilidad del valle de San Fernando, pero a veces el viento la despejaba y se podian ver formas borrosas a lo lejos. Habia brillantes resplandores anaranjados en la superficie del valle, docenas de ellos.

—?Que es eso? —pregunto Eileen.

—Casas. Estaciones de servicio. Almacenes de combustible. Coches, hogares, camiones cisternas volcados... todo cuanto puede arder.

—Lluvia y fuego. —Eileen se estremecio a pesar del calor que hacia dentro del coche. El viento aullo de nuevo.

Tim tendio los brazos hacia ella. Eileen retrocedio un instante, luego se aproximo a el y apoyo la cabeza en su pecho. Permanecieron asi, escuchando el ulular del viento, contemplando las llamas anaranjadas difuminadas a traves de la lluvia.

—Lograremos llegar al observatorio —dijo Tim—. Puede que tengamos que andar, pero no esta tan lejos. No habra mas de treinta y cinco o cuarenta kilometros de distancia. Andando, podemos llegar en un par de dias. Entonces estaremos a salvo.

—No —dijo ella—. Nadie estara jamas a salvo, nunca mas.

—Claro que si. —Tim permanecio un instante en silencio—. Yo... Me alegro mucho de que me hayas encontrado. No tengo pasta de heroe, pero...

—Lo estas haciendo muy bien.

Volvieron a quedarse en silencio. El viento siguio silbando, pero gradualmente tuvieron conciencia de otro sonido, bajo, sordo, aumentando de volumen, como un avion a reaccion, diez reactores, mil reactores rugiendo para despegar. Procedia del sur, y mientras ellos observaban, algunas de las llamas anaranjadas a lo lejos se apagaron. No vacilaron y se extinguieron, sino que se apagaron de subito, arrebatadas de la vista en un instante. El ruido crecio, acercandose.

—Maremoto —dijo Tim en voz baja—. Al fin ha llegado. Una oleada gigantesca, de docenas, tal vez

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