—El rancho de Jellison —dijo Sharps—. ?Esta ahi! El me conoce y nos acogera. Iremos alli. Si tenemos que separarnos, nos reuniremos en ese lugar. —Senalo el punto en el mapa—. ?Preguntad por la finca del senador Jellison! Ahora, los que no vienen de inmediato con nosotros, que bajen a ayudar a los supervivientes. Al, ?puedes poner en marcha alguno de estos coches?

—Si, senor.

Masterson parecio aliviado, lo mismo que los otros. Hacia anos que estaban acostumbrados a acatar las ordenes de Sharps, y les parecia bien que el estuviera al mando de nuevo. No le obedecerian como si fueran soldados, pero necesitaban que les dijeran lo que deseaban hacer.

—Dan, tu vendras en la caravana con nosotros —dijo Sharps—. No serias de mucha utilidad abajo...

—No —dijo Forrester.

—?Que? —Sharps estaba seguro de que habia entendido mal. El fragor de los truenos era constante y ahora se anadia el sonido del viento que se habia levantado.

—No puedo. Necesito insulina —explico Forrester.

Entonces Sharps recordo que Dan Forrester era diabetico.

—Podemos pasar por tu casa...

—?No! —exclamo Forrester—. Tengo otras cosas que hacer. No haria mas que retrasarte.

—Tienes que venir...

—No te preocupes —dijo Forrester—, estare bien. —Se volvio y echo a andar bajo la lluvia.

—?No lo hagas, Dan! —grito Sharps—. ?Ni siquiera puedes poner el coche en marcha cuando se agota la bateria!

Forrester no se volvio. Sharps miro a su amigo, sabiendo que no lo volveria a ver. Los otros se apinaron a su alrededor. Todos querian consejo, ordenes, decision, y esperaban que Charles Sharps se los proporcionara.

—?Te veremos en el rancho! —grito Sharps.

Forrester se volvio ligeramente y saludo con la mano.

—Vamonos —dijo Sharps—. La camioneta en el medio.

—Miro al pequeno grupo bajo sus ordenes—. Preston, tu iras conmigo en el coche en cabeza. Coge esa escopeta y tenia cargada.

Todos subieron a sus coches y se pusieron en marcha a traves del destrozado aparcamiento, moviendose cuidadosamente para evitar las enormes grietas y los hoyos.

El coche de Forrester estaba intacto. Lo habia aparcado en la zona mas alta, muy alejado de los demas coches, los arboles y el borde del risco, lateral a la inclinacion de la colina. Sharps pudo distinguir las luces del vehiculo de Forrester que seguia a la caravana calle abajo. Confio en que Dan hubiera cambiado de idea y les siguiera, pero cuando llegaron a la autopista, vio que Dan Forrester habia girado en direccion a Tujunga.

La carretera se estrechaba hasta convertirse en un camino estrecho e inclinado, a cuya derecha habia un precipicio de quince metros o mas. Eileen se esforzo por dominar el coche, hasta que se detuvo.

—Caminaremos a partir de aqui —dijo, pero no hizo ademan alguno para bajar del coche. La intensidad de la lluvia habia disminuido, pero ahora era mas fria, y el relampagueo en todas direcciones era constante. Habia en el aire un fuerte y acre olor a ozono.

—Vamonos pues —dijo Tim.

—?A que tanta prisa?

—No lo se, pero vamonos.

Tim no podria haberle explicado su urgencia. Ni siquiera estaba seguro de comprenderla el mismo. Para Hamner, la vida era civilizada y relativamente simple. Uno se mantenia alejado de las zonas de la ciudad donde el dinero y la posicion social no eran importantes, y dondequiera que fuese contrataba personas para que hicieran las cosas o compraba herramientas para hacerlas. Mentalmente sabia que todo eso habia llegado a su fin. Emocionalmente... aquello no podia ser el fin del mundo. El mundo seguia alli, y Tim queria ayuda. Queria una policia educada, unos tenderos vivaces y corteses, funcionarios eficientes... En una palabra, la civilizacion.

Una inmensa muralla de agua avanza hacia el Este a traves del Atlantico Sur. Su borde de la izquierda pasa por el cabo de Buena Esperanza, anegando tierras que pertenecieron sucesivamente a los hotentotes, holandeses, britanicos y sudafricanos blancos, hasta llegar al pie del monte Mesa e inundar el ancho valle contiguo.

El borde derecho de la ola choca con la Antartida, quebrando glaciares de quince kilometros de largo por ocho de ancho. La inmensa ola irrumpe entre Africa y la Antartida. Cuando llega al espacio mas amplio del Oceano Indico, la ola ha perdido la mitad de su fuerza. Ahora solo mide ciento veinte metros de altura, y avanza hacia la India, Australia y las islas de Indonesia a ochenta kilometros por hora.

La ola barre las tierras bajas de la India meridional y luego, encauzada por la estrecha bahia de Bengala, recobra gran parte de su fuerza y altura y rompe en las marismas de Bangladesh. Despues sigue hacia el Norte, atravesando Calcuta y Dacca. Finalmente las aguas se detienen al pie del Himalaya, donde se reune con las inundaciones del valle del Ganges. Cuando las aguas se retiran, el sagrado Ganges rebosa de cadaveres.

Caminaron penosamente a traves del barro, cuesta arriba. El camino conducia a un collado en lo alto de la colina, no lejos de las cumbres, pero la distancia era considerable en aquellas condiciones. Los relampagos se sucedian sin tregua.

Grandes masas de barro se adherian a sus zapatos, que pronto pesaban tres o cuatro veces mas de su peso normal. Caian en el barro y se levantaban, ayudandose como podian y asi llegaron poco a poco a lo alto de la colina y bajaron por el otro lado. Paso a paso, sin detenerse, se acercaron a la ciudad que Tim imaginaba indemne, con moteles, agua caliente, luz electrica y un bar donde servirian Chivas Regal y Michelob...

Llegaron a un tramo asfaltado y la marcha fue mas facil.

—?Que hora es? —pregunto Eileen.

Tim presiono el boton de su reloj digital.

—Las doce en punto.

—Y esta tan oscuro... —Eileen resbalo con unas hojas mojadas y cayo sobre el asfalto. No se levanto.

—Eileen... —Tim se inclino para ayudarla.

La muchacha estaba sentada en el pavimento y no parecia herida, pero no intentaba incorporarse. Lloraba silenciosamente.

—Tienes que levantarte.

—?Por que?

—Porque no puedo cargar contigo e ir muy lejos.

Ella casi se rio, pero en seguida se cubrio el rostro con las manos y permanecio acurrucada bajo la lluvia.

—Vamos —le dijo Tim—. Las cosas no estan tan mal. Es posible que aqui no ocurra nada. Habra salido la Guardia Nacional, la Cruz Roja. Habra tiendas de emergencia.

Tim tuvo la impresion de que aquellas cosas se evaporaban a medida que las evocaba, como si pertenecieran al mundo de los suenos, pero siguio hablando, desesperadamente.

—Y compraremos un coche. Hay centros de venta mas adelante. Compraremos un cacharro y nos llevara hasta el observatorio. Y llevaremos una cesta de pollo frito para el camino. ?Te parece bien?

Ella meneo la cabeza y se rio, pero sin levantarse. Tim se agacho y le toco los hombros. Eileen no se resistio, pero tampoco hizo el menor esfuerzo para incorporarse. Tim la levanto en brazos y empezo a caminar penosamente por la carretera.

—Esto es absurdo —dijo Eileen.

—Apuesto a que si.

—Puedo caminar.

—Muy bien. —Tim la solto y ella permanecio en pie, pero se aferro a el y apoyo la cabeza en su hombro.

Finalmente se separo de Tim.

—Me alegro de haberte encontrado. Anda, vamos.

—Numeraos —ordeno Gordie.

—Uno —respondio Andy Randall.

Los demas pronunciaron su numero sucesivamente: «Dos». «Tres». «Cuatro». «Cinco».

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