—De acuerdo.

La muchacha bajo la cuesta. Su figura diminuta contrastaba con la gran escopeta. Se la dio a Harvey sin decir una palabra.

Harvey permanecio de pie bajo la lluvia, montando guardia junto a una tumba vacia. Si alguien se hubiera acercado a el por detras, ni siquiera se habria dado cuenta, pero vio a Mark y Joanna.

El robusto Mark y la pequena Joanna, que llevaban un Imito envuelto en una manta. Harvey quiso echar una mano, pero llego tarde. Depositaron el cadaver en la fosa, y el agua del fondo rodeo la manta y la cubrio. Harvey vio que era una manta electrica, la manta electrica de Loretta. Nunca lograba estar bastante caliente por la noche.

Mark cogio la pala y Joanna la escopeta. Mark cubrio la fosa con rapidas paladas. Harvey trato de encontrar algo que decir, pero no le salio nada. Finalmente se limito a dar las gracias.

—De nada. ?Quieres leer algunas palabras?

—Deberia hacerlo —dijo Harvey. Echo a andar hacia la tasa, pero no pudo entrar.

—Toma. Esto estaba en el dormitorio —dijo Joanna.

Era el librito de oraciones que uso Andy en su confirmacion. Loretta debia haberlo incluido entre el equipo de supervivencia. Harvey lo abrio por la parte dedicada a las oraciones para los difuntos. La lluvia empapo la pagina antes de que pudiera leer, pero encontro una linea apropiada. La leyo a medias, recordando el resto de memoria.

—Oh, Senor, concedele el descanso eterno y haz que la luz perpetua luzca sobre ella.

No pudo ver nada mas. Al cabo de un largo rato, Mark y Joanna acompanaron a Harvey a la casa.

Se sentaron a la mesa de la cocina.

—No tenemos mucho tiempo —dijo Mark—. Creo que vimos a los asaltantes.

—Mataron a Frank Stoner —anadio Joanna.

—?Quien ha sido? —pregunto Harvey—. ?Que aspecto tenian? ?Podemos seguirles la pista a esos bastardos?

—Te lo dire mas tarde —dijo Mark—. Primero, recojamos las cosas y vayamonos.

—Dimelo ahora.

—No.

Joanna habia dejado la escopeta encima de la mesa. Harvey la cogio, calmosamente, y comprobo si estaba cargada. Manejaba el arma con la precision de quien tiene un excelente adiestramiento.

—Quiero saberlo —insistio.

—Eran motoristas —dijo Joanna—. Media docena de ellos que escoltaban una gran camioneta azul. Los vimos girar por Fox Lane.

—Esos bastardos —dijo Harvey—. Se donde viven. Es una callejuela a un kilometro de aqui. Ellos mismos cambiaron el nombre de la calle y pusieron en el letrero «Montana nevada».

Harvey se puso en pie.

—Ya no los encontraras ahi —dijo Mark—. Fueron hacia el norte, en direccion a Mulholland.

—Frank, Mark y yo... —dijo Joanna—. ibamos en las motos.

—Bajaban por tu calle —dijo Mark—. Quise saber lo que ocurria. Me detuve y alce la mano, ya sabes, como hacen los motoristas cuando quieren que otro se pare para hablar. ?Y uno de aquellos hijos de puta me disparo con una escopeta!

—Erraron el tiro y dieron a Frank —dijo Joanna—. Lo derribaron. Si el tiro no le mato, lo hizo la caida, porque se golpeo contra el bordillo. Los motoristas siguieron adelante. No sabiamos que hacer, asi que vinimos aqui tan rapido como pudimos.

—Dios mio —dijo Harvey—. Llegue aqui media hora antes que vosotros. Estaban aqui, en alguna parte, muy cerca, mientras yo estaba... mientras...

—Si —dijo Joanna—. Los conoceremos si volvemos a verles. Llevan motos grandes, y la camioneta llena de pintadas. Podremos reconocerles.

—Nunca habia visto antes a esa banda —anadio Mark—. Ahora no hay modo de darles alcance. Harv, no podemos quedarnos aqui. La depresion de Los Angeles se ha inundado. El maremoto ha matado a todo el mundo alla abajo, pero debe haber un millon de personas en estas colinas, y seguro que no hay comida para alimentar a tanta gente. Ha de haber un lugar mejor adonde ir.

—Frank queria ir al desierto Mojave —dijo Joanna—. Pero Mark penso que deberiamos venir a ver que hacias...

Harvey no dijo nada. Dejo la escopeta y se quedo mirando la pared. Tenian razon. No podia dar alcance al grupo de motoristas, y estaba muy cansado.

—?Han dejado alguna cosa? —pregunto Mark.

Harvey no respondio.

—Hagamos un registro de todos modos —dijo Mark—. Jo, tu mira en la casa. Yo mirare afuera, en el garaje, donde sea. Pero no podemos dejar el furgon solo. Vamos, Harv.

Cogio a Harvey de un brazo y le obligo a incorporarse. Mark tenia una fuerza sorprendente. Harvey no se resistio y dejo que su amigo le llevara hasta el furgon y le depositara en el asiento del pasajero, dejando la pistola de tiro olimpico en su regazo. Luego cerro todas las puertas, dejando a Harvey sentado en el interior, mirando fijamente la lluvia.

—?Crees que estara bien? —pregunto Joanna.

—No lo se, pero nos hara caso. Anda, veamos lo que podemos encontrar.

Mark encontro las botellas de agua en el garaje, junto con otras cosas: sacos de dormir, humedos, pero utiles todavia. Sin duda los motoristas tenian los suyos y no se habian molestado en llevarselos. Mark penso que eran unos estupidos. Los sacos militares de Harv, disenados para temperaturas glaciales, eran mejores que cualquier saco que pudieran poseer los motoristas.

Poco despues, Mark llevo lo que habia rescatado al furgon y abrio la puerta trasera. Luego recogio las pequenas y sucias motos en las que el y Joanna habian viajado. Penso en pedir ayuda a Harvey, pero encontro unos tablones y los uso como rampa. Auxiliado por Joanna, subio una de las motos al furgon y puso encima las cosas que habia recogido.

—Harv, ?donde esta Andy? —pregunto Mark finalmente.

—Esta seguro, en las montanas. Ha ido de excursion con Gordie Vanee... ?Marie!

De repente se acordo de la mujer de Gordie. Bajo de un salto y corrio hacia la casa de su vecino. La puerta de entrada estaba abierta. Harvey se quedo ante el umbral, temeroso de entrar. ?Y si los asaltantes hubieran estado en casa de Gordie mientras el permanecia al lado de Loretta? Maldijo su inutilidad.

Mark entro en la casa y salio poco despues.

—La han saqueado, pero no hay nadie, ni tampoco sangre. —Se dirigio al garaje y trato de abrir la puerta. No le costo hacerlo; la cerradura estaba rota. El garaje estaba vacio—. Harv, ?que clase de coche tenia tu vecino?

—Un Cadillac —respondio Harvey.

—Entonces la mujer se ha ido, porque aqui no hay ningun coche y los saqueadores no llevaban un Cadillac. Regresa y vigila el furgon. Tenemos que recoger mas cosas. O ayudanos a llevarlas.

Harvey volvio al vehiculo y penso a donde podria haber ido Marie Vanee. Se sentia responsable de ella. Gordie cuidaba de su hijo, y el debia ocuparse de la mujer de Gordie, pero no tenia la menor idea de donde podria estar...

De subito, su mente se ilumino. Si, sabia donde estaba. En el Country Club de Los Angeles, donde el gobernador daba una fiesta para recaudar fondos con destino a los ninos minusvalidos. Marie formaba parte de la junta. Debia estar alli cuando se produjo la catastrofe.

Y si todavia no habia regresado, ya no lo haria. Harvey ya no era responsable de Marie.

Mark salio de la casa y, al verle, Harvey se sobresalto. Llevaba algo entre las manos... Una ballena de cristal de Steuben que valia cinco mil dolares. Era el regalo de bodas que les habia hecho la familia de Loretta. Un par de anos atras, Mark se habia atrevido a poner las manos en aquel objeto y Loretta le habia echado de casa.

Mark llevo cuidadosamente la ballena de cristal a la camioneta. La envolvio con sabanas, fundas de almohada y mantas.

Вы читаете El martillo de Lucifer
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×