Una de las veces resbalo y cayo cuesta abajo. No solto la carretilla vacia, que le arrastro un buen trecho por el barro. Se incorporo con todo el cuerpo dolorido y sucio, y decidio que redoblaria sus precauciones.

Finalmente llevo la ultima carga. Se esforzo para levantar la tapa, descanso y probo de nuevo. Tardo mucho en retirarla y en ponerla de nuevo en su sitio. Luego bajo la cuesta con la carretilla vacia. Al cabo de un dia sus huellas habrian sido borradas por la inundacion. Dan penso en enterrar la ultima prueba de su proyecto, la carretilla, pero la mera idea de emprender aquel trabajo le hizo estremecer.

Se seco con todas las toallas del bano y utilizo las mismas toallas para secar el equipo de lluvia. Saco mas toallas del armario. Relleno las botas con pequenas toallas de mano antes de meterlas en el coche, junto con el impermeable y el sombrero. El agua rezumaba ahora por las viejas paredes de la casa. Dan se pregunto si tambien se filtraria en el coche. En ultima instancia, no importaria. Al final tendria que abandonar el coche y andar bajo la lluvia, llevando una mochila a la espalda por primera vez en su vida. Estaria a salvo, o muerto, mucho antes de que la lluvia empezara a remitir.

Dan introdujo en el coche la mochila que habia preparado la noche anterior, en la que habia incluido una jeringa y un poco de insulina. En prevision de que alguien le robara la mochila, habia colocado otras dos jeringas y medicamentos en dos lugares distintos del coche.

El coche era un viejo modelo, sin ningun atractivo para los ladrones. Dan habia incluido algunos objetos que, en un momento determinado, podrian servirle para canjearlos por su vida. Uno de los objetos era realmente valioso; un saqueador corriente no podria distinguirlo, pero a Dan le podria servir para ponerse a seguro.

Daniel Forrester, doctor en humanidades, era un hombre de edad mediana sin una profesion util. En lo sucesivo, su doctorado no valdria tanto como una taza de cafe. Sus manos eran blandas, pesaba demasiado, era diabetico. Sus amigos le habian dicho que a menudo subestimaba su propia valia. Aquello era una lastima, porque restringia su capacidad para negociar. Sabia como fabricar insulina. Necesitaba un laboratorio y matar una oveja al mes.

Desde el dia anterior, Dan Forrester se habia convertido en un lujo caro.

En su mochila habia algo mas: un libro. Era el segundo volumen de Como funcionan las cosas. El volumen primero estaba en el foso septico.

Harvey Randall vio el Cadillac blanco que avanzaba hacia el. Tardo un momento en reaccionar. Luego freno tan bruscamente que Joanna salio despedida hacia adelante y solo el cinturon de seguridad impidio que se estrellara contra el parabrisas. La escopeta que sostenia golpeo la guantera.

—?Te has vuelto loco? —le grito, pero Harvey ya habia abierto la puerta y echaba a correr, agitando los brazos freneticamente. ?Dios! ?Ella tenia que verle!

—?Marie! —grito.

El Cadillac aminoro la marcha y se detuvo. Harvey corrio hacia el.

Era increible, pero Marie Vanee no estaba alterada en absoluto. Llevaba un vestido de verano de lino blanco, decorado con una filigrana dorada, pendientes de oro y un colgante con un pequeno diamante suspendido de una cadena tambien de oro, todo lo cual armonizaba a la perfeccion. La lluvia le habia desbaratado el peinado, pero no demasiado, porque llevaba el cabello corto y poco rizado. Parecia como si hubiera pasado todo el dia en el Country Club y se dirigiera a su casa para ponerse un vestido de noche.

Harvey la miro asombrado. Ella sostuvo su mirada tranquilamente, y Harvey sintio una vez mas el desagrado que le producia aquella mujer. Queria gritarle, alterarla. ?No se daba cuenta...?

—?Como has llegado aqui? —le pregunto.

Cuando ella respondio, Harvey se sintio avergonzado. Marie Vanee hablo con calma, con demasiada calma. Parecia como si tuviera que esforzarse para hacerlo.

—He subido por las colinas. La carretera estaba bloqueada por coches, pero unos hombres los apartaron. Fui... ?Por que quieres saber como he llegado aqui, Harvey?

El se echo a reir a carcajadas, y su risa atemorizo a la mujer. Harvey pudo ver el miedo en su mirada.

Llego Mark en la moto. Miro al Cadillac y luego a Marie. En otras circunstancias hubiera emitido un silbido, pero se limito a preguntar:

—?Es tu vecina?

—Si. Marie, tendras que venir con nosotros. No puedes quedarte en casa...

—No tengo intencion de quedarme en casa —replico ella—. Voy a buscar a mi hijo. Y a Gordie —anadio tras una breve pausa. Bajo la vista hacia sus zapatos dorados—. Cuando coja un poco de ropa... Harvey, ?donde esta...? —Antes de que pudiera terminar la frase vio el dolor y el aturdimiento en los ojos de Harvey—. ?Donde esta Loretta? —pregunto en voz baja, vacilante.

Harvey no respondio. Mark, detras de el, meneo lentamente la cabeza. Su mirada se encontro con la de Marie. Ella asintio.

Harvey Randall dio media vuelta. Se quedo de pie bajo la lluvia, silencioso, con la mirada perdida.

—Deje su coche y suba al furgon —dijo Mark a Marie.

—No. —La mujer trato de sonreir—. Por favor, ?no pueden esperar hasta que coja algunas ropas? Harvey...

—El no esta en condiciones de tomar decisiones —dijo Mark—. Mire, ya encontraremos ropas. No habra mucha comida, pero sobrara la ropa.

—En casa tengo unas prendas perfectamente adecuadas para estas circunstancias —dijo ella con firmeza. Sabia como hablar a los empleados, ya fueran de Gordie o de Harvey—. Y unas buenas botas. No es facil encontrar unas botas que me vayan bien. No puede decirme que diez minutos mas o menos supongan una gran diferencia.

—Tardara mas de diez minutos, y no disponemos en absoluto de tiempo —insistio Mark.

—Desde luego que tardare mas si nos quedamos aqui hablando. —Marie puso el coche en marcha y empezo a avanzar lentamente—. Por favor, esperenme —dijo mientras se alejaba.

—Lo que faltaba —dijo Mark—. Harv... ?Que hacemos aho...? —Dejo la pregunta sin terminar. Harvey Randall no podia decidir nada en aquellos momentos—. ?Sube de una maldita vez al coche, Harv! —le ordeno Mark.

El tono imperioso de Mark hizo que Harvey se dirigiera al furgon. Al principio se sento en el asiento del conductor.

—Joanna, coge la moto —dijo Mark—. Yo conducire el furgon.

—?Adonde vamos?

—Supongo que a casa de Harvey. Diablos, no se lo que debemos hacer. Quiza deberiamos seguir nuestro camino.

—No podemos abandonarla —dijo Joanna con firmeza. Bajo del furgon y monto en la moto. Mark se encogio de hombros y subio al furgon. Cambio de sentido invadiendo un camino particular y recorrio a la inversa el trayecto que habian seguido, blasfemando sin cesar.

Cuando llegaron a la casa, vieron a Marie sentada en el porche, esperandoles. Llevaba unos pantalones de un caro tejido artificial, que parecian muy resistentes, una camisa de algodon y una blusa de lana. Se habia puesto tambien calcetines de lana y estaba atandose los cordones de las botas. A su lado habia una manta, muy abultada.

Joanna dejo la moto en el cesped. Mark bajo del furgon y se unio a ella. Miro alternativamente a Marie y Joanna.

—Vaya, es el cambio mas rapido que he visto en mi vida. Podria sernos de utilidad.

—Depende de para que —dijo Marie en tono neutro—. ?Quienes son ustedes dos y que le pasa a Harvey? —Siguio atandose los cordones.

—Han matado a su mujer, los mismos malhechores que asaltaron su casa. Oiga, ?adonde iba en ese Cadillac? ?Esta su marido con Andy Randall?

—Si, claro —dijo Marie—. Andy y Bert estan alla arriba, con Gordie. —Termino de atarse los cordones y se levanto—. Pobre Loretta. Ella... Oh, ya no tiene remedio. ?Quieren decirme sus nombres?

—Me llamo Mark, y esta es Joanna. Trabajaba para Harv...

—Ya lo se. —Marie habia oido hablar de Mark—. Hola. Asi pues, se quedan con Harvey, ?no?

—Desde luego.

—Entonces, vamonos. Por favor, ponga este bulto en el coche. Yo ire en seguida.

Mark penso que aquella mujer era dura como un clavo, la zorra mas fria que jamas habia visto. Cogio la

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