—Tim...

El tono alarmado de Eileen le hizo volver la cabeza. Habia un hombre en el umbral de la puerta, armado con una escopeta de largos canones. Al principio Tim Hamner solo vio el arma, cuyos canones le apuntaban a la cabeza. Luego reparo en el hombre gordo que la sostenia. Era corpulento, mas que gordo, con los mofletes rojizos. Vestia ropas caras. Lucia un emblema de plata en su corbata de lazo.

—?Quiere uno de estos coches, verdad? —pregunto el hombre.

—Quiero comprar uno —explico Tim—. No somos ladrones. Puedo pagar.

Habia colera e indignacion en su voz.

El hombre le miro un momento. Luego bajo la escopeta y echo la cabeza atras. Solto una carcajada.

—?Con que me va a pagar? —le pregunto. La risa apenas le permitia hablar—. ?Con que?

Tim no respondio. Miro a Eileen y se sintio presa del miedo. El dinero ya no servia, y ademas no tenia dinero en efectivo, solo cheques y tarjetas de credito, que no servian para nada.

—No lo se —dijo finalmente—. O quiza si. Tengo una casa en las colinas, con alimentos y suministros. Es lo bastante grande para albergar a mucha gente. Le llevare a usted, y a su familia, les dejare quedarse alli...

El hombre dejo de reir.

—Es una bonita oferta. No la necesito, pero no esta mal. Me llamo Harry Stimms. Soy el dueno de esta tienda.

—Yo soy...

—Timothy Hamner —le interrumpio Stimms—. Veo la television.

—?Y no le interesa mi oferta?

—No —replico Stimms—. La verdad, creo que los coches ya no me pertenecen. Los chicos de la Guardia Nacional vendran a llevarselos de un momento a otro. Y ya tengo donde ir. —Permanecio un momento pensativo —. Mire, senor Hamner, a lo mejor las cosas no estan tan mal como dicen. ?Quiere uno de estos coches?

—Si.

—Muy bien. Le vendere uno. Vale doscientos cincuenta mil dolares.

Eileen abrio la boca, estupefacta. Tim entorno los ojos un instante.

—Hecho. ?Como quiere que le pague?

—Firmara una nota —dijo Stimms—. Dudo de que sirva para algo, pero por si acaso... —Levanto la escopeta y la sujeto entre los brazos—. Vengan al despacho. Tengo impresos apropiados. Nunca extendi uno por esa cantidad... No se si cabra la cifra.

—Puedo escribir con letra apretada.

El espesor del agua en las calles era de varios centimetros. El viento aullaba. Las viejas casas, construidas mucho antes del terremoto de Long Beach, eran islas luminosas bajo la lluvia. Tim consulto su reloj. Solo eran las cuatro de la tarde, pero estaba oscuro. Excepto la zona que alumbraban los faros del coche, todo lo demas estaba sumido en una penumbra grisacea. Habian desaparecido las aceras, y el agua mezclada con barro corria por la calzada. Eileen conducia con todo cuidado, sin apartar la mirada de la calle. De la radio no salia mas que el murmullo de las interferencias.

—Es un buen coche —dijo Eileen—. Me alegro de que tenga servodireccion.

—Por un cuarto de millon de pavos bien puede tenerla —dijo Tim—. Solo de pensarlo se me hiela la sangre.

Eileen se echo a reir.

—Es el mejor negocio que has hecho en tu vida. —Eileen penso que tal vez seria el ultimo negocio.

—No lo digo por el coche —dijo Tim en un tono de indignacion—, sino por los cincuenta mil dolares extra que me ha cobrado por la gasolina, el aceite y un gato. —Se echo a reir—. Sin olvidar la cuerda. Menos mal que ese tipo tenia cuerda de sobras. Me pregunto adonde iria.

Llegaron a lo alto de una colina e iniciaron el descenso, tomando una curva. Ya no habia mas casas. Un barro espeso cubria la carretera y Eileen conecto la traccion en las cuatro ruedas.

—Nunca habia conducido un coche asi.

—Yo tampoco. ?Quieres que te sustituya?

—No.

El pie de la colina estaba inundado. El agua llegaba a los tapacubos, y pronto ascendio hasta las portezuelas. Eileen dio marcha atras. Concentro toda su atencion para llevar el vehiculo hasta el borde de la carretera, junto al terraplen situado al lado. El coche se ladeo peligrosamente hacia la oscura corriente de agua arremolinada a su izquierda. Prosiguieron la marcha muy lentamente. A la derecha se veian las ruinas de casas y fincas nuevas, pero estaban alejadas y no podian distinguir los detalles. Algunas luces, de linternas y faroles, se movian entre los escombros. Tim lamento que el vendedor de coches no le hubiera proporcionado una linterna. Tenian un foco, pero era necesario instalarlo en el coche para lograr que diese luz.

Rodearon el valle, manteniendose por encima del agua, hasta que encontraron de nuevo la carretera por el lugar donde terminaba la inundacion. Eileen cambio de marcha.

La carretera se retorcia en su ascension a las montanas. Pasaron junto a coches detenidos. Alguien aparecio ante el automovil, haciendo gestos para que parase. No llevaba camisa pero tenia una pistola en la mano. Eileen dirigio el coche contra el, obligandole a echarse a un lado. Luego acelero.

Se oyeron disparos y un ruido de vidrio roto. Tim miro asombrado el limpio agujero redondo en la luneta trasera, y luego al otro agujero en el techo, por donde se filtraba el agua. Eileen piso el acelerador, tomo la siguiente curva sin frenar y por un momento parecio que el vehiculo iba a derrapar. Siguio adelante, freno en la proxima curva y acelero de nuevo.

Tim trato de reir.

—Mi coche nuevo...

—Callate —dijo ella, inclinandose sobre el volante.

—?Estas bien?

—No.

—?Eileen!

—No estoy herida. Solo asustada. Estoy temblando.

—Yo tambien —dijo el, pero se sintio aliviado. Por un instante habia pensado que Eileen habia sido alcanzada por una bala. Aquel habia sido el instante mas terrible de su vida. Ahora que habia pasado, le parecia extrano, porque no la habia visto desde que ella rechazo su proposicion. Claro que no; el tenia su orgullo...

—Tim, mas alla hay puentes, y nos estamos acercando a la falla. ?La carretera puede haber desaparecido!

—Poco es lo que podemos hacer.

—Si, no podemos volver atras.

Aminoro la marcha para tomar otra curva y acelero de nuevo. Todavia se aferraba al volante con demasiada fuerza. Lo estropearia si no se calmaba, y no sabia como lograrlo.

A menudo la carretera estaba cortada por deslizamientos de barro, y Eileen finalmente redujo la velocidad al minimo. En una ocasion tardaron media hora en recorrer quince metros. Cada vez que llegaba a un tramo de carretera expedito, Tim deseaba que su companera condujera mas rapido. Pero ella no lo hacia. Mantenia el coche en primera o segunda marcha, y nunca rebasaba los cuarenta kilometros por hora, aun cuando la luz de los faros mostrara largos tramos sin obstaculos.

El trayecto se hacia interminable. Tim tapono el agujero del techo con su panuelo.

Segun el reloj, eran las ocho de la tarde, y en el mes de junio, en Los Angeles, deberia ser de dia, pero afuera estaba tan negro como la tinta. La lluvia caia intermitentemente. Los limpiaparabrisas del coche eran muy buenos, y Stimms les habia mostrado como llenar los depositos. Eileen los ponia en marcha con frecuencia.

Al rodear una curva cerrada, la luz de los faros les mostro un espacio vacio delante de ellos. Eileen freno bruscamente. Los faros abrian pequenos agujeros en la oscura cortina de lluvia, pero la luz era suficiente para ver que la carretera estaba cortada de un modo abrupto.

Tim bajo del coche y se acerco al borde. Cuando vio donde estaba trago saliva y regreso al vehiculo.

—Retrocede lentamente —ordeno a Eileen.

Ella empezo a preguntarle por que, pero el temor que se adivinaba en la voz de Tim le hizo callar. Puso la marcha atras y retrocedio despacio.

—?Baja y guiame, diablos! —grito Eileen.

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