ponerlos en accion. Pero era muy agradable abrazar a Eileen y dejar que se durmiera quedamente con la cabeza en su regazo, para quedar dormido tambien el al poco rato.

El mar se retira de Inglaterra.

Lentamente, frenadas por los escombros, las aguas que han conquistado Londres se retiran hacia el Canal. Henchidas de cadaveres, de los automoviles mas livianos, de las paredes de madera de los edificios mas viejos y de los escombros del fondo marino que fueron impulsados tierra adentro por tres monstruosas oleadas, las aguas tienen que abrirse camino alrededor y a traves de masas montanosas que ayer fueron altos edificios. Las ventanas que resistieron la embestida de la ola se rompen ahora para dejar que el agua pase. Inunda los interiores y se lleva muebles, camas, almacenes enteros llenos de ropas.

Los edificios a lo largo de las riberas del Tamesis han sido aplastados y hasta sus cimientos arrancados de cuajo. Tremendas presiones despedazan el cemento armado y arrojan los fragmentos, junto con toneladas de barro de las orillas, al lecho del rio.

Manana, y por los siglos de los siglos, no habra modo de saber donde estuvo ubicado el hotel Savoy.

Se despertaron con calambres, comenzo en los miembros y escalofrios.

—?Que hora es? —pregunto Eileen.

Tim oprimio el boton de su reloj.

—Las dos menos diez. —Trato de cambiar de postura—. Segun lo que leiamos en la clase de literatura esto de dormir el uno en los brazos del otro parecia romantico, pero lo cierto es que resulta muy incomodo.

A Tim le parecio adorable la risa de Eileen en la oscuridad. Era ella de nuevo, era su risa, e imaginaba la radiante sonrisa de sus labios aunque no pudiera verla.

—?Son abatibles estos asientos? —pregunto ella.

—No lo se.

Tim palpo la parte inferior del asiento, buscando palancas. Encontro una y tiro de ella. El respaldo del asiento se abatio contra el asiento trasero. No quedo del todo horizontal, pero era mucho mas comodo. Le explico a Eileen lo que debia hacer y ella tambien abatio su asiento. Ahora estaban casi tendidos el uno al lado del otro. Ella se acerco a Tim.

—Tengo frio.

—Yo tambien.

Se apretaron el uno junto al otro para darse calor. No estaban comodos. Les estorbaban los brazos. Ella le rodeo con uno de los suyos y permanecieron inmoviles un momento. Luego Eileen le atrajo hacia si, apretando las piernas contra las de el. Sintio calor en todo su cuerpo. De improviso, su boca encontro la de Tim y le beso. Sus bocas siguieron unidas unos instantes, hasta que ella se retiro y rio quedamente.

—?Todavia estas en forma? —le pregunto.

—He vuelto a ponerme en forma —dijo el, y dejo de hablar para pasar a la accion.

Solo se desvistieron lo imprescindible, levantando la camisa, la falda, la blusa entre risas, y tapandose en seguida para conservar el calor. Se unieron de subito, con una intensidad que no dejaba tregua para la risa. Ahora a los dos les parecia adecuado, aunque insensato, pero aquella misma insensatez armonizaba bien con lo que estaba sucediendo en el mundo que les rodeaba. Luego cada uno descanso en los brazos del otro.

—Quitemonos los zapatos —dijo Eileen.

Se contorsionaron para no perder el contacto mientras trataban de quitarse los zapatos. Luego se unieron de nuevo. Tim sintio la fuerza nerviosa de las piernas y los brazos de Eileen, que le aprisionaban. Se relajo lentamente y suspiro, y se quedo dormida con la celeridad con que se apaga una vela.

Tim le bajo la falda todo lo que pudo. Eileen dormia profundamente y solo se agitaba levemente cuando el se movia. Tim permanecio despierto en la oscuridad, deseando que llegara el alba, que llegara el sueno.

Se pregunto por que lo habian hecho. Era la noche del fin del mundo y habian hecho el amor como monos freneticos, en la carretera del gran canon de Tujunga, ante un puente derrumbado y con diez millones de muertos detras... y no obstante lo habian hecho en el asiento de un coche, como un par de adolescentes.

Ella se movio ligeramente y Tim la rodeo protectoramente con los brazos, sin darse cuenta de lo que hacia. Cuando tuvo conciencia de ello penso que habia sido un reflejo, nada mas que un reflejo protector.

De repente, Tim Hamner sonrio en la oscuridad. «?Por que diablos no?», dijo en voz alta, y se dispuso a dormir.

Cuando despertaron el cielo estaba tenido de gris. Se incorporaron, llenos de pensamientos y recuerdos, preguntandose que les habria despertado. Lo oyeron por encima del tamborileo del agua sobre el metal. Era el ruido de un motor, un coche o un camion que venia muy rapido por la carretera. Vieron luces detras de ellos.

Tim sintio un tremendo impulso. Tenia que hacer algo, avisar a aquel coche. Meneo la cabeza con violencia, procurando despertarse del todo. Alargo un brazo por encima de Eileen y apreto la palanca del claxon.

El coche paso junto a ellos como un murcielago huido del infierno, seguido por el sonido agudo del claxon. Se oyo el chirrido de los frenos y luego nada. Paso un buen rato hasta que oyeron el ruido del metal chocando contra las rocas y vieron la luz de llamaradas.

Bajaron del coche y corrieron hacia la mitad del puente. Por debajo del extremo retorcido del puente habia fuego. El coche ardia, arrojando la luz de sus llamas sobre el canon y el torrente que corria por su fondo.

La mano de Eileen busco la de Tim. El la cogio, apretandola fuertemente.

—Pobres desgraciados —musito, temblando en el alba fria. La lluvia habia disminuido, pero el viento era frio. El aire que ascendia del coche en llamas parecian luchar con el viento helado.

Eileen solto la mano de Tim y avanzo por el puente en ruinas. Volvio la cabeza hacia las paredes de la garganta, en el lado donde seguia Tim. Senalo con la mano.

—Creo que podemos cruzar —le dijo—. Ven a ver. —Su voz era ahora tranquila e indiferente.

Tim se acerco a ella, andando con precaucion, temeroso de que el resto del puente se derrumbara. Miro hacia el lugar que ella indicaba. Habia un camino de grava, apenas de la anchura de un coche, abierto a un lado de la garganta y que descendia en zigzag por el canon.

—Debe ser el antiguo camino —dijo Eileen—. Pense que deberia haber uno.

No parecia un buen camino ni siquiera para andar por el, pero Eileen retrocedio hasta el coche y puso el motor en marcha.

—?No deberiamos esperar a que haya mas luz? —le pregunto Tim.

—Probablemente, pero no quiero esperar.

—De acuerdo. Yo conducire. Tu iras caminando.

Habia luz suficiente para verle la cara. Ella se inclino y le beso levemente en la mejilla.

—Eres muy amable, pero conduzco mejor que tu. Tu iras andando, porque alguien ha de ir delante para asegurar que el coche puede seguir por el camino.

—No, iremos juntos.

Tim sabia que aquello era absurdo, y se pregunto si lo hubiera dicho de no haber sabido que ella le haria bajar e ir andando.

—Sera mejor para los dos que tu vayas delante —dijo ella—. Anda, vamos.

El viejo camino era una pesadilla. A veces se inclinaba terriblemente hacia el canon, con su precipicio de vertigo. Tim penso que por lo menos no podian ver el coche en llamas. Solo era visible una debil luminosidad de la hoguera que se iba extinguiendo.

En los zigzags Eileen tenia que avanzar en maniobras cortas, retrocediendo y girando, una y otra vez, con las ruedas a escasos centimetros del borde. Tim se sentia aterrorizado en cada giro. Bastaba cometer un solo error, equivocarse de marcha o presionar demasiado el acelerador, y Eileen se despenaria, arderia viva y Tim se quedaria solo. Cuando llegaron al fondo, Tim apenas era capaz de seguir andando.

—?Que profundidad tiene? —pregunto Eileen.

Tim retrocedio y subio al coche.

—Lo averiguare en seguida. —Tendio los brazos hacia ella desesperadamente. Eileen le rechazo.

—Mira, carino.

La luz era suficiente para ver. Mas alla de los restos del coche quemado se alzaba un muro macizo de

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