volcar. Cayo sobre algo solido, rodo por encima y choco con otro obstaculo. Finalmente se detuvo. Harry levanto la cabeza.

Un tronco de arbol habia roto el parabrisas. Antes de quebrarse, el vidrio de seguridad se habia curvado hacia adentro. Aquel tronco y otro mas mantenian el vehiculo sujeto, como si fueran cunas. Estaba volcado sobre el lado del pasajero, y para levantarlo haria falta bastante ayuda, por lo menos un remolque y hombres provistos de sierras mecanicas.

Harry habia sido retenido por el cinturon de seguridad. Lo desabrocho cautelosamente y llego a la conclusion de que no estaba herido.

?Que haria ahora? Tenia el deber de proteger el correo, pero no podia quedarse alli todo el dia. Considero las posibilidades de completar la ruta, y se echo a reir, porque era evidente que no podria hacerlo en lo que restaba del dia. Tendria que dejar que el correo se acumulara hasta el dia siguiente. El Lobo se pondria furioso... y Harry no podria evitarlo.

Cogio la carta certificada para el senador Jellison y se la guardo en el bolsillo. Habia un par de paquetes pequenos que a Harry le parecieron valiosos, y se los metio en otro bolsillo. Los paquetes grandes, los libros y el resto del correo tendrian que esperar.

Salio de la camioneta y empezo a andar bajo la lluvia, que le azotaba el rostro, le cegaba y empapaba. El barro se deslizaba bajo sus pies, y tuvo que agarrarse a un arbol para no caer al turbulento torrente en que se habia convertido el riachuelo. Permanecio alli inmovil durante largo rato.

Penso que le seria imposible llegar hasta un telefono. Era insensato aventurarse bajo aquella tormenta. Lo mejor seria esperar a que amainara. Por suerte habia vuelto a seguir la ruta establecida, sin apartarse un apice, asi que el Lobo sabria donde encontrarle... Pero ?que vehiculo podria llegar hasta el en aquellas condiciones?

Restallaron dos relampagos, muy juntos, seguidos por el estallido del trueno. Harry noto un cosquilleo en sus pies humedos y al instante fue consciente del peligro. Se abrio camino penosamente hasta la camioneta y subio a ella. No estaba aislada del suelo, pero parecia el lugar mas seguro para esperar a que pasara la tormenta electrica... y por lo menos no habia dejado el correo abandonado. Aquello le habia preocupado. Era mejor entregarlo tarde que exponerse a que lo robaran.

Se dispuso a ponerse tan comodo como pudiera. Las horas pasaban y no habia signo alguno de que la tormenta fuese a amainar.

Harry durmio mal. Se preparo un nido en el compartimiento de carga, utilizando circulares de compras y el periodico de la manana. Se desperto a menudo, oyendo siempre el interminable tamborileo de la lluvia sobre la chapa. Cuando la tierra y el cielo, confundidos primero en una negrura iluminada por los relampagos, pasaron a un gris opaco, Harry miro atentamente a su alrededor y encontro la botella de leche del dia anterior. Su premonicion de que podria necesitarla se habia cumplido. Pero la leche no bastaba. Tenia hambre. Y ademas echaba en falta su cafe matinal.

—Lo tomare en la siguiente casa que visite —se dijo, e imagino una gran taza de cafe humeante, quiza con un chorrito de conac, aunque nadie mas que Gillcuddy iba a ofrecerselo.

La lluvia habia aflojado un poco, y la intensidad del viento tambien habia disminuido. «O es eso o me estoy quedando sordo. ?Me estoy quedando sordo! Bueno, tal vez no.» Alegre por naturaleza, encontraba con rapidez el lado divertido de una situacion dificil. «Menos mal que hoy no es el dia de reparto de basura.»

Aparto los pies de la saca de cuero donde habian permanecido secandose durante la larga noche, y se puso las botas. Luego miro el correo. La luz apenas era suficiente.

—Solo cogere las cartas. Dejare los libros.

Se pregunto si deberia llevarse tambien el Congressional Record del senador Jellison y las revistas. Decidio hacerlo. Al final habian metido en la saca todo menos los paquetes mas grandes. Se levanto y abrio con dificultad la portezuela, que ahora era como una escotilla, pues el lateral y el techo del vehiculo habian invertido sus posiciones. Arrojo la saca al exterior y luego salio el. La lluvia seguia cayendo, y coloco un trozo de plastico sobre la saca.

El barro se habia ido acumulando junto a la camioneta y llegaba al nivel de las ruedas. Harry se echo la saca al hombro y empezo a andar. Noto el suelo inestable bajo sus pies y se apresuro a salir de alli.

Tras el, los arboles cedieron bajo el peso de la camioneta y el barro. Las raices se separaron del suelo y el vehiculo, perdidos sus apoyos, empezo a deslizarse, cada vez con mas rapidez.

Harry meneo la cabeza. Aquel habia sido probablemente su ultimo circuito. A Wolfe no le gustaria perder un vehiculo. Harry empezo a subir la resbaladiza cuesta embarrada, mirando a su alrededor en busca de un palo. Por fin encontro un tronco que sobresalia del barro, largo y flexible.

La marcha fue mas facil una vez llego a la carretera. Iba cuesta abajo, desandando el largo desvio desde la casa de los Adams. El pesado barro se desprendio de sus botas y noto los pies mas ligeros. No perdia de vista la falda de la colina, en prevision de que hubieran mas deslizamientos de barro.

—Tengo el pelo completamente mojado —refunfuno—, pero asi conservo el cuello caliente.

La carga era pesada. Lastima que no tuviera un cinto para sujetarla a la cadera. Decidio cantar para entretenerse:

«Sali a dar un paseo junto al estanque, que suerte si encontrara un machacante y pudiera pagar la maldita cuenta. Tenia la garganta seca y sedienta, y eleve una plegaria a las alturas rogando me sacaran de tales apreturas...»

Llego al final de la pendiente y vio una torre de transmision destrozada. Los cables de alta tension cruzaban la carretera de un lado a otro. La torre de acero habia sido alcanzada por un rayo, quiza por varios, y parecia retorcida en la punta. ?Cuanto tiempo llevaria asi? ?Y por que no habia ido nadie a repararla? Harry se encogio de hombros. Entonces observo los cables telefonicos. Tambien habian sido derribados. No podria llamar desde el proximo lugar al que llegara.

«Y un halcon llego volando sobre las aguas. ?Milagro!, me dije, y entone un par de estrofas de un canto religioso de mi ninez. El ave alzo el vuelo y ?que estupidez! dejo caer a plomo en mi cabeza lo que ya le estorbaba en la molleja. Me hinque de rodillas y, juntando las manos, rece tres avemarias por todos los fulanos que descansan a dos metros bajo el suelo; el pajaro seguia tan tranquilo su vuelo. Me puse pues en pie y eleve otras preces, el halcon se incendio... y me arrojo mas heces.»

Llego a la puerta de los Miller. No se veia a nadie. En el sendero de acceso no habia huellas recientes de automoviles. Harry se pregunto si se habrian marchado la noche anterior. Desde luego, no lo habian hecho hoy. Sus pies se hundieron en el barro mientras subia el largo camino hasta la casa. El telefono no funcionaria, pero podria conseguir una taza de cafe, a lo mejor hasta le llevarian a la ciudad.

«El pajarraco ardio cual un nuevo lucero y deslumbro mis ojos con su potente fuego. Corriendo por el cielo se fue hacia el horizonte, avanzando veloz como una estrella errante. Fui a contarselo al cura, y el muy pillo fue y se quedo con mi ultimo pitillo. Yo le hable del milagro, el me hablo de los Cielos, yo le mostre la mierda del pajaro en los pelos. El gesto le ofendio, seria idiota,
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