y se tapo la sucia narizota. Como no me hizo caso, me fui al obispado, pero el obispo tampoco se puso de mi lado. ?Vete a casa a dormirla!, dijo sin miramiento, jamas vi un borracho con tanto atrevimiento. Anda, sigue el consejo, y con toda presteza hazte un buen lavado de cabeza.»

Harry llamo a la puerta, pero no obtuvo respuesta. La puerta estaba ligeramente entreabierta. Dio una voz a traves de aquella abertura, pero nadie contesto. Noto el olor de cafe.

Se quedo inmovil un momento, y luego saco dos cartas y un ejemplar de Ellery Queen's Mistery Magazine, empujo la puerta y entro en la casa, con la correspondencia en la mano, como el pasaporte de un embajador. Canto en voz alta:

«Encontre de improviso a un viejo conocido, Jock O'Leary de nombre, alcoholico perdido. Estaba alicaido por falta de cerveza. Fui hasta su yacija y le acerque mi cabeza. Se puso muy contento, pero le duro poco: su mujer de un disparo le atraveso el coco. Le acerque nuevamente la cabeza y resucito, mas la testa sonriente por el suelo rodo, esta vez su mujer se la habia cortado. Para ella llego el momento esperado. Se puso de rodillas y asi al cielo oro: ?Cuarenta anos aguante y por fin se acabo!»

Harry dejo el correo sobre la mesa de la sala, donde solia amontonar los impresos el dia de reparto de basura, y se dirigio a la cocina, atraido por el olor del cafe. Siguio cantando en voz alta. Asi no le dispararian creyendole un intruso.

«Vague por la ciudad, entre desamparados, se alzaban a mi paso los cojos y lisiados y caian de nuevo victimas de otro mal... pues son muchos los caminos del amor celestial, pero el amor del hombre marcado por los cielos seguira estando vivo los siglos venideros.»

?Si, habia cafe! Una gran cafetera sobre el fogon encendido, y en la mesa esperaban tres tazas. Harry lleno una y canto, exultante:

«Y se que estoy marcado por un signo divino: ?Me lavo la cabeza y el agua se vuelve vino! Con el alegro la vida de los pobres obreros, asi no van por ahi pateando a los perros. Y evito a sus mujeres los malos tratos que les dan a menudo esos pazguatos.»

Vio una fuente con naranjas, resistio la tentacion unos segundos y luego cogio una. La pelo mientras salia por la puerta de la cocina al naranjal situado detras de la casa. Los Miller eran naturales de la region. Ellos sabrian lo que sucedia. Y tenian que estar por alli cerca.

«Hay milagros inutiles, como andar por el mar. ?Mataron al Hijo de Dios, pero yo me voy a librar! Pues no doy la luz a los ciegos, ni curo leprosos ni resucito muertos, pero no pasa dia, con ganas o pereza, sin que me de un buen lavado de cabeza.»

—?Hola, Harry! —grito alguien desde algun lugar a la derecha. Harry avanzo en aquella direccion a traves del denso barro, entre los naranjos.

Jack Miller, su hijo Roy y su nuera Cicelia estaban recogiendo apresuradamente tomates. Habian extendido una gran tela encerada en el suelo y colocaban en ella todo lo que podian recoger, maduro y semiverde.

—Se pudririan si los dejaramos aqui —dijo Roy, resoplando—. Tenemos que llevarlos adentro en seguida. Nos iria bien tu ayuda.

Harry miro sus botas llenas de barro, la saca del correo y el sucio uniforme.

—No debeis retenerme —dijo—. Va contra las ordenanzas gubernamentales...

—Si. Oye, Harry, ?que pasa ahi afuera?

—?No lo sabes? —pregunto Harry, perplejo.

—?Como podria saberlo? —dijo Roy—. El telefono no funciona desde ayer por la tarde. No hay fuerza y la tele no va. Por la radio no se oye mas que el punetero... perdona, Cissy, no se oye mas que el ruido de las interferencias. ?Que pasa en la ciudad?

—No he estado en la ciudad —confeso Harry—. La camioneta se averio, no lejos de la granja de Gentry. Ocurrio ayer, y he pasado la noche en el vehiculo.

—Vaya. —Roy dejo de recoger los frutos un momento—. Cissy, sera mejor que entres y empieces a enlatar. Solo los maduros. Harry, hare un trato contigo. Desayuno, almuerzo y te llevare a la ciudad. Ademas no dire a nadie lo que cantabas dentro de mi casa. A cambio, tu nos ayudas el resto del dia.

—Yo te llevare y hablare con tu jefe —dijo Cissy.

Los Miller tenian cierta importancia en el valle. Tal vez el Lobo no le despidiera por haber perdido la camioneta si intercedian por el.

—No puedo ir mas rapido andando —dijo Harry—. Trato hecho.

Harry se puso a trabajar. No hablaban mucho, tenian que economizar fuerzas. En un momento determinado Cissy trajo bocadillos. Los Miller apenas se detuvieron el tiempo justo para comer, y volvieron al trabajo.

Cuando hablaban, se referian invariablemente al tiempo. Jack Miller no habia visto nada parecido en los cincuenta y dos anos que llevaba en el valle.

—Esto es cosa del cometa —dijo Cissy.

—Tonterias —comento Roy—. Ya oiste lo que dijeron por la television. El cometa paso a miles de kilometros de nosotros.

—?De veras? Me alegro —dijo Harry.

—No oimos decir que habia pasado de largo, sino que iba a pasar —puntualizo Jack Miller.

El granjero volvio a los tomates. Cuando los recogieran todos, empezarian con las judias y las calabazas.

Harry nunca habia trabajado tan duramente en toda su vida. De pronto se dio cuenta de que se estaba haciendo tarde.

—?Eh, tengo que volver a la ciudad! —insistio.

—De acuerdo —dijo Jack Miller—. Cissy, coge la camioneta. Y pasa por el almacen de piensos. Vamos a tener que alimentar al ganado y los cerdos. La maldita lluvia se ha cargado la mayor parte del pasto. Sera mejor que consigamos pienso antes de que todo el mundo piense lo mismo. El precio se pondra por las nubes dentro de una semana.

—Si es que hay algun sitio donde comprar dentro de una semana —dijo Cissy.

—?Que quieres decir? —le pregunto su marido.

—Nada.

La muchacha se dirigio al establo. Sus cenidos tejanos y el sombrero con que se tocaba estaban completamente mojados. Regreso con una camioneta Dodge. Harry subio y se puso la saca del correo sobre el regazo, para protegerla de la lluvia. La habia dejado en el establo mientras trabajaba.

La camioneta recorrio sin problemas el sendero embarrado. Cuando llegaron a la puerta exterior de la granja, Cissy bajo para abrirla. Harry no podia moverse debido a la gran saca. Cuando regreso, la muchacha se

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