pequena herida con una gasa desinfectante que traia en una de mis bolsas. Despues baje con trabajo y recupere la bola de cojinete con la que le di al cartel el dia antes.
La primera senora Cauldhame, Mary, la madre de Eric, murio de parto en la casa. La cabeza de Eric era demasiado grande para ella; sufrio una hemorragia y se desangro hasta morir en el lecho matrimonial en 1960. Eric ha padecido severos dolores de migrana durante toda su vida y siempre he atribuido su dolencia a su forma de llegar a este mundo. Yo creo que todo eso, lo de su migrana y lo de su madre muerta, tiene mucho que ver con Lo que le Paso a Eric. Pobre alma infeliz; tuvo la desgracia de estar en el lugar equivocado en el momento equivocado, y paso algo muy improbable, algo que por una absoluta casualidad, le afecto mucho mas a el que a cualquier otra persona que hubiera pasado por lo mismo. Pero ese es el riesgo que corres cuando vives aqui.
Ahora que lo pienso, eso tambien significa que Eric tambien ha matado a alguien. Creia que yo era el unico asesino de la familia, pero el viejo Eric me gana, pues mato a su madre antes siquiera de empezar a respirar. Sin intencion, admitamoslo, pero no siempre es la intencion lo que cuenta.
La Fabrica dijo algo sobre fuego.
Aun seguia pensando en eso, preguntandome lo que en realidad significaria. La interpretacion mas obvia era que Eric iba a prenderle fuego a unos perros, pero yo ya estaba acostumbrado a las tretas de la Fabrica para aceptar aquello como definitivo; sospechaba que se trataba de algo mas complejo.
En cierto modo sentia que Eric se hubiera decidido a volver. Estaba pensando en organizar pronto una Guerra, quiza la semana siguiente o asi, pero ante la probable aparicion de Eric la habia cancelado. No habia montado una buena Guerra desde hacia meses; la ultima habia sido de Soldados Rasos contra Aerosoles. En aquel campo de batalla, todos los ejercitos de la 72a division, con sus carros de combate y piezas de artilleria y camiones e intendencia y helicopteros y lanchas, tenian que unirse para hacer frente a la Invasion de los Aerosoles. Era casi imposible detener a los Aerosoles, y los soldados, con todo su armamento y su equipo estaban acabando quemados y derretidos por todas partes hasta que un valiente soldado que se habia aferrado a uno de los Aerosoles que volaba de vuelta a su base pudo regresar (despues de muchas vicisitudes) con la noticia de que su cuartel general estaba en una madera de cortar pan que flotaba amarrada bajo un saliente de una ensenada. Una fuerza combinada de comandos consiguio llegar alli a tiempo haciendo saltar la base en mil pedazos y volando finalmente el mismo saliente que quedaba en lo alto de los restos humeantes. Una buena Guerra, con los ingredientes adecuados y un final mucho mas espectacular que la mayoria (cuando llegue a casa por la noche mi padre me pregunto que habian sido aquellas explosiones y aquel fuego), pero fue hace tanto tiempo…
De cualquier modo, con Eric en camino, no me parecia una buena idea empezar otra Guerra y tener que dejarla a medias para tener que enfrentarme con la vida real. Decidi postergar las hostilidades durante un tiempo. En lugar de eso, despues de haber ungido con preciadas sustancias algunos de los Postes mas importantes, construi una presa.
Cuando era mas joven solia fantasear con la idea de que salvaba la casa construyendo una presa. Habria un incendio en el pasto de las dunas, o un avion se habria estrellado, y lo unico que podria impedir que la cordita que hay en el sotano saltara por los aires seria mi intervencion desviando agua desde un sistema de presas por un canal hasta la casa. En un epoca mi mayor ambicion fue conseguir que mi padre me regalara una excavadora para poder construir presas verdaderamente grandes. Pero ahora mi idea sobre construccion de presas es mucho mas sofisticada, hasta metafisica. Me he dado cuenta de que no se puede nunca vencer al agua; al final siempre se sale con la suya, filtrandose y calando y socavando y anegando. Lo unico que puedes hacer es construir algo que desvie o que bloquee su curso momentaneamente; convencerla de que haga algo que no quiere hacer. El placer se deriva de la elegancia del pacto que consigas acordar entre el lugar a donde quiere ir el agua (guiada por la gravedad y el medio sobre el que se mueve) y lo que tu quieras hacer con ella. La verdad es que hay pocos placeres en la vida comparables a la construccion de presas. Que me den una playa ancha con una pendiente razonable y sin demasiadas algas, y una corriente de agua de tamano medio, y ese dia me hacen el tio mas feliz del mundo, cualquier dia.
A esa hora el sol estaba en lo mas alto y yo me quite la chaqueta para dejarla junto a mis bolsas y mis prismaticos. Mi Golpeduro se hundia en la arena, la despedazaba y troceaba y escarbaba, levantando un inmenso dique de tres plataformas, la seccion principal de las cuales se enfrentaba a las aguas del arroyo del Norte a unos ochenta pasos; no muy lejos del record que ostentaba hasta entonces teniendo en cuenta la posicion que habia elegido. Utilice mi pieza de metal de costumbre para inundaciones, que la tenia escondida entre las dunas cerca del mejor emplazamiento para construir presas, y la piece de resistence en este caso era un acueducto cuya base estaba forrada con una vieja bolsa plastica de basura que habia encontrado entre los desechos de la playa. El acueducto conducia la corriente de agua para la inundacion a traves de tres secciones de un canal de desague que habia cortado mas arriba de la presa. Construi un pequeno pueblo corriente abajo, con sus carreteras y un puente sobre lo que quedaba del arroyo, y una iglesia.
Reventar una buena presa, o simplemente desbordarla, es casi tan agradable como planearla y construirla. Como siempre, utilizaba conchitas para representar a la gente del pueblo. Y como siempre, ninguna de las conchitas sobrevivia a la riada cuando se reventaba la presa; todas se hundian, lo que significaba que todo el mundo moria.
A esas alturas ya tenia mucha hambre, empezaban a dolerme los brazos, y tenia las palmas de las manos enrojecidas de agarrar la azada y cavar en la arena sin mas ayuda. Contemple la primera riada de agua bajar a raudales hasta el mar, sucia y enfangada, y a continuacion me di la vuelta y me fui a casa.
—?Te oi anoche hablando por telefono? —me pregunto mi padre.
Yo sacudi la cabeza.
—No.
Estabamos acabando de cenar, sentados en la cocina, yo con mi estofado, mi padre con su arroz y su ensalada de algas. Llevaba puesta su Ropa de Calle; zapatos marrones de cordones, traje marron de tweed de tres piezas y. sobre la mesa, su sombrero marron. Mire mi reloj y vi que era jueves. Era inusual que saliera un jueves, ya fuera a Porteneil o a cualquier otro sitio. No pensaba preguntarle a donde iba porque seguro que me mentiria. Cuando solia preguntarle a donde iba siempre me respondia, «A Phucke», que, segun el, era un pueblo al norte de Inverness. Tuvieron que pasar muchos anos y muchas miradas burlonas en el pueblo hasta que averigue la verdad.
—Hoy voy a salir —me dijo con la boca llena de arroz y de ensalada.Yo asenti con la cabeza y el continuo —:Volvere tarde.
Quiza se iba a Porteneil a emborracharse en el Rock Hotel, o quiza se largaba a Inverness, a donde va con frecuencia por negocios que prefiere mantener en el misterio, pero yo sospechaba que se trataba de algo que tenia que ver con Eric.
—Muy bien —le dije.
—Me llevare una llave, asi que puedes cerrar la casa cuando quieras. —Dejo los cubiertos en el plato vacio con un ruido metalico y se limpio la boca con una servilleta marron de papel reciclado—. Pero no eches los pestillos por dentro, ?de acuerdo?
—Muy bien.
—?Te prepararas tu mismo algo para cenar?
Volvi a asentir con la cabeza sin levantarla mientras comia.
—?Y limpiaras los platos?
Volvi a asentir.
—No creo que Diggs pase otra vez por aqui; pero si aparece, no quiero que te vea.
—Pierde cuidado —le dije, y suspire.
—?Estaras bien? —dijo levantandose.
—M’m-h’m —respondi acabandome lo que quedaba del estofado.
—Bueno, pues entonces me voy.
Levante la vista a tiempo para ver como se encajaba el sombrero en la cabeza y echaba un vistazo a la cocina mientras se palmeaba los bolsillos. Volvio a mirarme y movio la cabeza de arriba abajo.
Yo dije:
—Adios.
—Bueno —dijo el—. Pues aqui te quedas.