Penso en su esposa y en su hija de cuatro anos que vivian en Barstow, y en una variedad de escenarios reflejados detras de sus rostros. Heroico padre muerto y beneficios economicos para el resto de sus vidas. En realidad, lo de los beneficios no estaba demasiado claro. Deberia ser asi. Se prometio comprobarlo inmediatamente cuando regresara. Un pensamiento mejor: heroico padre vivo y retiro a los veinte anos y la posibilidad de meterse en el mundo de los negocios, quiza como asesor de cuestiones de defensa, aunque nunca habia pensado en eso antes. El primer hombre en el interior de una nave espacial alienigena. Los bienes inmuebles eran mas atractivos. No en Barstow, de todos modos. Quizas en San Diego, aunque el hecho de ser un ex-Marine seria de mayor ayuda aqui.
Empezo a ascender, con el suelo de caucho de las botas aferrandose a la roca y las manos apoyadas contra la pared opuesta. Primero un pie, luego el otro. Sin danar la nave espacial; ni siquiera un rasguno. Se izo con un grunido, asegurando de nuevo sus botas y manos contra la roca. Una superficie lisa, nada parecido a la lava. Sin rasgos distintivos y gris, amorfa. Los astronautas habian recibido entrenamiento en geologia cuando alunizaron por primera vez. No era necesario entrenar a un coronel del Ejercito. Ademas, aquel no era un lugar natural; ?de que le serviria alli la geologia?
Al menos no era resbaladizo.
Habia trepado cinco metros cuando hizo una pausa y arrojo su luz hacia delante. Otra curva encima de el, mas alla de la cual no habian sondeado con las camaras montadas en pertigas. Algo totalmente desconocido. Rogers conjuro las pocas peliculas de ciencia ficcion que habia visto. Nunca habia sido un gran aficionado a las peliculas de ciencia ficcion. La mayor parte de sus companeros habian disfrutado con
El Huesped estaba muerto. ?Y si eso ponia furiosos a los demas? ?Y si lo sabian, de alguna forma, y estaban aguardandole?
Todavia seguia tranquilo, aun ligeramente exaltado, los ojos muy abiertos, las pupilas dilatadas en la oscuridad, el rostro humedo por el esfuerzo. Arriba, arriba, y luego por el recodo. Descanso en el tunel casi nivelado mas alla del recodo, arrojando su luz a la impenetrable oscuridad. Extrajo su bloc de notas y trabajo rapidamente, anotando angulos y distancias. Estaba aproximadamente a unos cinco o seis metros de la superficie exterior. Arrojo su luz sobre la pagina del bloc de notas con el mapa del interior, y trazo el tunel a nivel. Su camino se parecia a un desmontador de neumaticos, diez metros hacia el interior del monticulo en un angulo ascendente, luego directamente hacia arriba durante seis metros mas o asi, y ahora horizontalmente hacia el interior.
Silencio. Ningun sonido de maquinaria, ninguna voz, ningun movimiento en el aire. Solo su propia respiracion. Cuando hubo descansado unos cuantos minutos empezo a arrastrarse, con la linterna sujeta a su muneca barriendo el tunel delante de el a cada movimiento.
Treinta metros mas alla el tunel se abria a un espacio mas grande. No dudo. Ansioso por salir de su confinamiento, Rogers se arrastro hacia delante y se aferro al borde del tunel con ambas manos, asomando la cabeza. Paseo la luz por el cerrado volumen.
—Estoy en una camara cilindrica —dijo en voz alta—, de unos nueve metros de largo por seis de ancho. Probablemente estoy en el centro del monticulo —recurrio a su dibujo—, quizas a unos veinte o veinticinco metros por debajo de la cima. Las paredes son brillantes, como esmalte o plastico o cristal. De color gris oscuro, con un tinte azulado. El tunel se abre cerca de la parte de atras del cilindro, y en la parte frontal —consulto su mapa—, senalando hacia el noroeste, hay otro espacio, mas grande aun. Ninguna senal de habitaciones ni de habitantes. Ninguna actividad.
Se puso en pie en el cilindro, tanteando la superficie con sus botas. Todavia habia la suficiente traccion como para caminar facilmente.
—Voy hacia delante.
Camino hasta el borde del cilindro, manteniendo la luz enfocada hacia delante. Luego abrio su mochila pectoral y extrajo dos antorchas de alta intensidad. Manteniendolas lo mas alejadas posibles de sus ojos, pulso los interruptores de ambas.
Con la boca muy abierta, Rogers se enfrento a una caverna de al menos treinta metros de largo por veinticinco de alto. La camara cilindrica exactamente en el centro de un extremo, situandole a unos seis metros por encima del fondo.
—Esta llena de pequenas facetas, como una gema —dijo—. Parecidas a cristal, no espejos, pero brillantes. No solo facetas tampoco, sino estructuras…, vigas, soportes, tensores. Es como el interior de una catedral, pero hecha de cristal grisazulado. —Tomo varias docenas de fotos con la Hasselblad, luego bajo la camara y se quedo simplemente mirando, intentando grabarlo todo en su memoria y extraer algun sentido de lo que estaba viendo.
Desde el extremo del cilindro a la adornada y resplandeciente superficie de abajo habia una caida de al menos diez metros. No habia forma alguna de descender; no habia nada a lo que poder atar una cuerda, y ni siquiera se atrevia a intentar martillear un piton.
—No puedo ir mas lejos —dijo—. No hay nada que se mueva. Ningun lugar que pueda llamar habitaculo. Ninguna maquinaria visible, tampoco. Y ninguna luz. Voy a apagar las antorchas y ver si algo sigue brillando luego.
Se sumio en la mas completa oscuridad. Por un momento sintio una constriccion en la garganta y tosio, y el sonido se quebro en un charlotear de ecos.
—No veo nada —dijo al cabo de unos minutos de oscuridad—. Voy a conectar de nuevo las antorchas para tomar mas fotos. —Fue a accionar los interruptores y entonces se detuvo, frunciendo los ojos. Directamente delante, ardiendo de una forma debil pero fija, habia una pequena luz roja, no mas que una estrella perdida en la enormidad—. Esperen. No se si el video puede captarlo. Es muy debil. Solo una pequena luz roja, como la cabeza de un alfiler.
Observo el brillo durante algunos minutos mas. Todos los movimientos que hizo eran facilmente explicables por simple ilusion optica; no cambiaba ni de posicion ni de intensidad.
—No creo que la nave este muerta —dijo—. Simplemente esta aguardando. —Agito la cabeza—. Pero quizas este saltando a conclusiones, solo a causa de una pequena luz roja. —Encendio la linterna de su muneca y monto una telelente en la Hasselblad, dispuso la camara para una larga exposicion, luego la apoyo en el borde del cilindro, enfocada a la luz roja. Con un boton remoto abrio la lente de la camara. Cuando hubo completado la exposicion, volvio a prepararla para una exposicion aun mas larga y repitio la operacion. Luego volvio a conectar las antorchas y se sento para llenar su memoria con todos los detalles posibles.
—Todo sigue estando en silencio —dijo.
Al cabo de quince minutos se puso en pie e, instintivamente, se sacudio los pantalones.
—De acuerdo. Voy a volver.
Para su enorme alivio, nada interfirio con su recorrido de regreso.
19
Edward Shaw supo de la muerte del Huesped dos dias mas tarde, cuando todos recibieron una visita del coronel Phan. Tras ser advertidos con diez minutos de antelacion, tiempo que empleo Edward para vestirse rapidamente, las cortinas se corrieron y los cuatro se enfrentaron al pequeno y musculoso hombre moreno con su uniforme azul, de pie en el laboratorio central.
—?Cuanto tiempo falta todavia, doc? —pregunto Minelli. Se habia ido volviendo mas y mas extravagante, menos predecible, a medida que pasaban los dias. Hablaba a menudo del presidente y de como pronto iban a ser «sacados de este estercolero». Su modo de hablar se parecia cada vez mas a una comica imitacion de James Cagney. Minelli nunca habia reaccionado bien a una autoridad dominante. Edward habia oido que una vez, anos antes de que Minelli llegara a Austin, habia sido encarcelado por una acusacion menor de drogas, y que se habia ensangrentado todo el rostro golpeandolo contra la puerta de la celda. Edward estaba preocupado por el.