—Si —dijo Arthur—. Espero que lo haya encontrado suficientemente claro.

—Absolutamente claro —dijo Bent, alzando la barbilla como si oliera el aire, pero manteniendo los ojos fijos en Arthur—. Muy inquietante. Caballeros, he recibido un mensaje de nuestros shmoos…, todos los llamamos ya asi, supongo que no pueden sentirse ofendidos por ello, ?no creen?…, y hemos preparado una reunion con ellos para hoy al mediodia en el remolque tres. —Casi sin aliento, prosiguio—: Cada dia…, viajan desde la Roca hasta nuestro remolque de conferencias. Nunca abandonan las inmediaciones de la Roca. Antes de eso, desayunaremos en el remolque de oficiales, y luego daremos una vuelta por el lugar, si estan ustedes de acuerdo. ?Han dormido lo suficiente, doctor Gordon, senor Rotterjack, doctor Warren?

—Lo suficiente —dijo Rotterjack, con ojos sombrios.

Bent destello una sonrisa y echo a andar anadeando delante de ellos.

—Siganme —dijo.

Arthur acompaso su paso al de Warren, un hombre de mediana altura y complexion, con su espigado y escaso pelo peinado de lado para cubrir su incipiente calvicie y unos grandes ojos encima de una larga nariz.

—?Que aspecto tiene? —pregunto.

—Se parece mucho a Ayers Rock, solo que mas pequena —respondio Warren, agitando la cabeza—. Es menos convincente que el cono de escoria del Valle de la Muerte. Francamente, no me hubiera sorprendido nada descubrirla en Disney World.

El desayuno transcurrio apaciblemente. Fueron presentados a varios de los cientificos que median y analizaban la Roca, incluido el jefe del equipo de materiales, la doctora Christine Carmichael. Se apresuro a explicarles que los minerales que formaban la Roca eran de naturaleza claramente terrestre…, nada de material de «camuflaje» llegado del espacio. Arthur intento visualizar la construccion de la Roca, dejando a un lado todo prejuicio humano; no pudo.

Aparte esto, la charla fue breve. Bent tan solo hizo tres preguntas: como pensaban difundir la noticia (Rotterjack respondio que hasta el momento no habian planeado nada), como interpretaban la historia del Huesped acerca de la nave espacial devoradora de planetas (parecia sincera), y si creian que habia alguna conexion entre el cono de escoria del Valle de la Muerte y la Roca. Rotterjack no queria comprometerse. Warren no creia haber pasado el tiempo suficiente en el proyecto como para dar una opinion util. Arthur asintio una sola vez; habia una definida conexion.

—No podemos tener demasiados visitantes interestelares en un solo ano, ?eh? —pregunto Bent.

—Parece muy improbable —admitio Arthur.

—?Pero no imposible? —prosiguio Bent.

—No mas alla de toda posibilidad, pero si dificil de concebir.

—De todos modos, seguimos ignorando totalmente lo que hay ahi fuera, ?no? —pregunto Forbes, alisandose el pelo rubio blanco con una mano.

—Puede haberse producido una migracion de maquinas, que haya alcanzado finalmente estas inmediaciones —anadio French—. Quiza civilizaciones enteras se han desarrollado a lo largo de un mismo esquema evolutivo y, como la lluvia precipitandose de una nube, ha llegado el momento en que…

Bent se inclino sobre sus ahora vacios platos de bistec, huevos y fruta.

—Somos un grupo optimista, doctor Gordon. Nuestra nacion es mas joven que la de ustedes. Dejeme decir antes que nada que tenemos interes en que algo bueno resulte de todo esto. El primer ministro y el gabinete, sin mencionar al reverendo Caldecott… —Miro a su alrededor, sonriendo ampliamente. Forbes y French imitaron su sonrisa—. Todos creemos que esto puede situarnos en primera linea delante de todas las naciones. Podemos convertirnos en el centro de una inmensa actividad: construccion, educacion, investigacion. Si la Caldera es algo horrible, cosa que parece, nosotros podemos seguir aferrandonos a la nocion de que la Roca es algo distinto. Nos sirva bien o no. ?Me he expresado bastante claro?

—Perfectamente claro —dijo Rotterjack—. Nos gustaria estar de acuerdo con usted. —Miro a Arthur.

—Pero no podemos —dijo Arthur.

—Por el momento, pues, un desacuerdo amistoso y una mente abierta. Caballeros, tenemos un helicoptero aguardando.

A la luz de ultima hora de la manana, los colores de la Roca se habian fundido a un brillante bermellon con franjas ocres. Arthur miro a traves de las redes concentricas de pequenos aranazos de las ventanillas de plexiglas del helicoptero y agito la cabeza.

—El detalle es sorprendente —grito por encima del zumbido de los chorros y el golpetear de las aspas.

Warren asintio, con los ojos fruncidos contra el repentino resplandor del sol.

—Es granito, si, pero no hay exfoliacion. Las franjas son verticales, lo cual no encaja en absoluto con esta zona…, es mas apropiado de Ayers Rock que de aqui. ?Y donde esta la erosion del viento, los huecos y depresiones? Es una imitacion razonablemente convincente…, a menos que seas geologo. Pero mi pregunta es: ?por que todos estos problemas para camuflar la Roca, cuando sabian que iban a salir a darse a conocer?

—No han respondido explicitamente a varias de nuestras preguntas —admitio Bent—. Directamente debajo de nosotros esta la abertura por la que salen nuestros shmoos para conferenciar con nosotros. Hemos localizado otras dos aberturas, ambas muy pequenas…, no mas de un metro de ancho. Nada ha emergido de ellas. No hemos enviado a nadie al interior para investigar las aberturas. Creemos que es mejor confiar en ellos…, no hay que mirar la dentadura de un caballo regalado, ?verdad?

Arthur asintio, dubitativo.

—?Que hubieran hecho ustedes? —pregunto Bent, dejando entrever un asomo de irritacion y perplejidad.

—Lo mismo, probablemente —dijo Arthur.

El helicoptero trazo un par de circulos encima de la Roca y luego se poso al lado del remolque de conferencias. El ruido del motor decrecio a un ritmico grunir y las palas giraron lentamente. Arthur, los australianos y Rotterjack cruzaron la zona de polvo rojo y gravilla hasta el remolque gris y blanco. Se alzaba un metro sobre el suelo, apoyado en gruesas patas de hierro y bloques de cemento, con las ocho ruedas colgando tristemente.

Bent extrajo un llavero y abrio la puerta de aluminio pintada de blanco, dejando entrar a Gordon, Rotterjack y Warren pero pasando delante de Forbes y French. Dentro, el acondicionador de aire zumbaba suavemente. Arthur se seco la frente con un panuelo y expreso su alivio ante el fresco ambiente. Forbes y French trajeron sillas a la mesa de conferencias. French conecto un monitor, y se sentaron para observar la abertura en la Roca, esperando ansiosamente a que aparecieran los shmoos.

—?Han pedido alguna vez viajar a otra parte? —pregunto Arthur.

—No —respondio Bent—. Como ya he dicho, nunca abandonan las inmediaciones.

—?Y no han revelado si pronto van a aterrizar mas?

—No.

Arthur alzo las cejas. Tres objetos resplandecientes con forma de calabaza emergieron de pronto del agujero de dos metros de ancho y descendieron hasta flotar entre treinta y cuarenta centimetros por encima del irregular suelo. Oscilando y cabeceando graciosamente, los shmoos atravesaron el medio kilometro que separaba el remolque de la Piedra, uno al lado del otro, recordando a Arthur tres pistoleros del Oeste acercandose para un arreglo de cuentas.

Se dio cuenta de que le temblaban las manos. Rotterjack se inclino hacia Arthur y dijo con toda sinceridad:

—Estoy asustado. ?Y usted?

Bent les miro a ambos con una cansada y ambigua expresion.

Lo hemos traido a nuestra pesadilla. Era inocente hasta que llegamos nosotros. Estaba en el cielo de los cientificos.

Una amplia portilla se abrio en el lado opuesto del remolque, dejando entrar un soplo de aire caliente y el calido y polvoriento olor de la vegetacion. Al resplandor exterior de la luz del sol, los shmoos ascendieron una amplia rampa y flotaron al interior del remolque, deteniendose en el lado opuesto de la mesa de conferencias. La portilla se cerro de nuevo. El compresor del aire acondicionado sono un poco mas fuerte en el techo.

Arthur examino los resplandecientes robots. Mas alla de su forma y del opaco brillo metalico azulado de

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