del frente que se acercaba y empezo a maldecir de nuevo—. Todo estaba yendo estupendamente, y ahora en los graficos no hay mas que dientes de sierra.
—?Dientes de sierra? —pregunto el capitan Reed.
—Anomalias de longitud de onda extremadamente corta. Un profundo declive, cero por unos instantes, luego un lento incremento…, ?todo arruinado! Tendremos que volver a recalibrarlo todo, quizas incluso enviar los tres tubos de vuelta a Maryland.
El capitan ordeno que la nave pusiera proa a la tormenta. Advertencias, toques de silbato, gritos y timbrazos sonaron por todo el barco.
—?Que es lo que ocurre? —pregunto Sand, dejando finalmente que la preocupacion reemplazara su irritacion.
—Un meteoro —dijo Samshow—. Uno grande.
El frente golpeo siete minutos despues de que Samshow viera la bola de fuego caer en el horizonte.
El barco cayo hacia delante en las simas de unas olas como canones, hundiendose diez y quince metros entre negras aguas, y luego se alzo de nuevo sobre las crestas, con la proa apuntando ahora al cielo azotado por la lluvia. Samshow y Sand se aferraron fuertemente a las barandillas montadas en las mamparas del puente, sonriendo como estupidos, mientras la tripulacion se afanaba en controlar el barco y el capitan miraba petreamente hacia delante.
—?He pasado por cosas peores! —grito Samshow a su companero sobre el rugir general.
—?Yo creo que no! —respondio Sand, tambien gritando.
—Es apasionante. Algo realmente exotico… ?una autentica novedad! Observar un gran meteoro caer en medio del oceano, y sus resultados. Sera mejor que alertemos a todas las costas.
—?Quien escribira el articulo?
—Lo redactaremos juntos.
—Desconecte todos los instrumentos despues de la anomalia. Tendremos que efectuar otras mediciones cuando todo se aclare.
El
Al dia siguiente, cuando llego el momento de presentar la historia por radio a los jefes de la expedicion en La Jolla, aun no habian elaborado por completo sus descubrimientos.
Una cosa les desconcertaba enormemente. Los tres gravimetros habian registrado simultaneamente la «sacudida». La anomalia no habia sido causada por la onda de choque; los gravimetros habian sido disenados para ser llevados a bordo tanto de aviones como de barcos, y podian sufrir un trato relativamente brusco sin reflejarlo. Ademas, la onda se choque se habia producido despues de la aparicion de los dientes de sierra en el grafico.
Sand reunio una lista de hipotesis, y revelo sinceramente una a Samshow cuando estuvieron a solas.
—En realidad es sencillo —dijo en la cocina, sobre un desayuno tardio de carne picada y tostadas con mantequilla—. Hice algunos calculos y compare los graficos de los tres aparatos. Los tres tubos no estan en realidad lo bastante alejados unos de otros como para hacer que los resultados sean definitivos, pero comprobe el registro digital de cada pico y halle un intervalo de tiempo muy pequeno entre ellos. Solo puedo explicar ese intervalo de una forma. Efectuando un analisis de marea, y restando la reaccion del barco como un objeto sometido a la gravedad, las marcas muestran una enorme masa, de aproximadamente cien millones de toneladas, pasando en arco por encima.
—?Desde que direccion? —pregunto casualmente Samshow.
—Del norte, creo.
—?A que distancia?
—Cualquiera entre los cien y los doscientos kilometros.
Samshow medito aquello durante unos momentos. Hubiera sido lo que hubiera sido la bola de fuego, habia sido algo demasiado pequeno para que su masa se acercara ni remotamente a las cien toneladas, y mucho menos a los cien millones. Hubiera esparcido el Pacifico como el cafe de una taza si hubiera sido un meteoro del tamano de una montana.
—De acuerdo —dijo—. Lo ignoraremos. Oficialmente es una anomalia.
—?En todos los gravimetros? —pregunto Sand, sonriendo detestablemente.
PERSPECTIVA
El ultimo y retorcido giro de un retorcido ano de elecciones presidenciales, la llegada de visitantes del espacio, casi desafia toda imaginacion. Los ciudadanos de los Estados Unidos, demuestran los mas recientes sondeos, se hallan en un estado de rigida incredulidad.
Los extraterrestres australianos han llegado a la Tierra demasiado pronto, han dicho algunos expertos; no estamos preparados para ellos, y no podemos empezar a comprender lo que pueden desear de nosotros.
El candidato presidencial Beryl Cooper y su companero de campana, Edgar Farb, han pasado a la ofensiva, acusando al presidente Crockerman de estar ocultando informacion proporcionada por los australianos, y preguntandose si de hecho los Estados Unidos no se hallan detras de la destruccion —algunos dicen autodestruccion— de los representantes robot del Gran Desierto Victoria.
El pueblo norteamericano no se siente impresionado por estas acusaciones. ?Cuantos de nosotros, me pregunto, poseen alguna respuesta concreta, emocional o racional? El escandalo de la destruccion de los extraterrestres se niega a ser difundido; las acusaciones del gobierno australiano de complicidad norteamericana han sido practicamente ignoradas en todo el mundo.
Hemos vivido nuestras vidas en un planeta que no ha sido molestado por fuerzas exteriores, y ahora nos vemos obligados a expandir enormemente nuestra escala de pensamiento. La tradicion liberal occidental ha animado un tipo de politica interna, autocritica, conservadora en el autentico sentido de la palabra, y el presidente Crockerman es el heredero de esta tradicion. La politica expansiva mas previsora de Cooper y Farb todavia no ha pulsado una cuerda sensible en los norteamericanos, si tenemos que creer el mas reciente sondeo de la NBC, que da a Crockerman un firme 30 por ciento de ventaja justo tres dias antes de que los votantes acudan a las urnas. Y esto sin que el presidente emita ningun comunicado o presente ninguna politica concreta respecto a los incidentes del Gran Desierto Victoria.
26
La senora Sarah Crockerman llevaba un solemne traje gris elegantemente hecho a la medida. Su denso pelo castano estaba cuidadosamente peinado, y mientras servia a Hicks una taza de cafe este vio que sus manos estaban inmaculadamente manicuradas, las unas pintadas de bronce metalico, resplandeciendo suavemente a la grisacea luz invernal que penetraba por las ventanas panoramicas detras de la mesa del comedor. El comedor estaba amueblado con madera de teca danesa color cafe, de una forma sobria pero comoda. Mas alla de las ventanas del segundo piso se extendia la amplia extension verde del Jardin Botanico Nacional de los Estados Unidos.
Excepto un agente del Servicio Secreto asignado a Hicks, un hombre de rostro impasible llamado Butler,