Arthur miro entre ellos, desconcertado.

—Va a hablar con el presidente acerca de lo que significa ser presidencial —explico Schwartz—. Llevar hielo a los esquimales, si me lo pregunta. El hombre sabe todo lo que hay que saber sobre presidenciabilidad.

—El dia de las elecciones es pasado manana. Ya es hora de recordarselo —dijo Rotterjack.

—Usted y yo sabemos que tiene estas elecciones aseguradas, tanto como pueden estar aseguradas unas elecciones. Lo que usted no comprende es lo que pasa por su cabeza —dijo Schwartz.

—Se supone que usted es su amortiguador, su parachoques, maldita sea —exclamo Rotterjack, agitando bruscamente un brazo y casi golpeando a Arthur. Arthur retrocedio unos pocos centimetros, pero esa fue su unica reaccion—. Se supone que debe mantener usted a los locos idiotas alejados de el.

—Hemos hecho todo lo posible por salvarle de si mismo —dijo Schwartz—. McClennan intento ignorar sus sugerencias acerca de la preparacion nacional. Volvi a situar las reuniones con los gobernadores en la planificacion general, perdi la agenda que habia establecido con el presidente, cambie el tema de las reuniones del Gabinete. El presidente se limito a sonreir y a tolerarnos, y siguio martilleando sobre lo mismo. Al final todo el mundo acepto aguardar hasta despues de las elecciones y la investidura. Pero entre ahora y luego tenemos que soportar a Ormandy.

—Me gustaria hablar con el —dijo Arthur.

—Todos nosotros tambien. Crockerman no lo prohibe especificamente…, pero Ormandy nunca permanece por aqui el tiempo suficiente como para que alguno de nosotros podamos abordarle. El hombre no es mas que una maldita sombra en la Casa Blanca.

Rotterjack agito la cabeza y sonrio.

—Diria usted que Ormandy es uno de ellos.

—?De quienes? —pregunto Schwartz.

—De los invasores.

Schwartz fruncio el ceno.

—?Sabe lo que va a ocurrir si el presidente lo hace publico? Incluso nosotros empezaremos a pensar como credulos idiotas.

—?Ha pensado usted alguna vez en lo que puede estar ocurriendo? —insistio Rotterjack—. Si ellos «fabricaron» el Huesped, ?no pueden hacer tambien robots que parezcan humanos, lo suficientemente humanos como para ser tomados como tales?

—Estoy mas asustado de lo que puede hacernos esta idea que del hecho de que pueda llegar a ser cierta —dijo Arthur.

—Oh, bien, de acuerdo —dijo Rotterjack—. Tomela por lo que vale. Alguien ahi fuera esta pensando en ello.

—Nos haria pedazos —murmuro Schwartz—. Solo me pregunto que es lo que quieren. Cristo, no se lo que estoy diciendo.

—Quiza lo mejor seria que lo hicieramos todo publico —dijo Arthur—. No hemos conseguido nada manteniendolo en secreto.

—No de la forma en que el lo ha hecho —dijo Rotterjack—. ?Que piensa hacer si McClennan fracasa… de nuevo? —pregunto a Schwartz.

—Despues de las elecciones puedo dimitir —dijo Schwartz con un tono llano, neutro—. De todos modos, puede que el desee formar un Gabinete de guerra.

—?Lo haria? ?Dimitiria usted?

Schwartz contemplo con aire ausente la moqueta azul. Arthur siguio su mirada, penso en la miriada de privilegios que sugeria aquel lujoso color, tan dificil de mantener limpio. Una miriada de atractivos capaces de mantener a hombres como Schwartz y Rotterjack en sus puestos.

—No —dijo Schwartz—. Soy demasiado malditamente leal. Si me hace esto…, si nos hace esto a todos, le odiare malditamente. Pero el seguira siendo el presidente.

—Hay un buen numero de congresistas y senadores que lucharan por cambiar eso, si lo hace publico —dijo Rotterjack.

—No lo se.

—Ellos seran los autenticos patriotas, ?sabe?, no usted y yo.

El rostro de Schwartz se lleno con un dolorido resentimiento y un franco reconocimiento. Asintio a medias, agito a medias la cabeza y se puso en pie del escritorio.

—De acuerdo, David. Pero de alguna forma tenemos que mantener la Casa Blanca unida. ?Que otra cosa hay? ?Quien ocupara su lugar? ?El vicepresidente?

Rotterjack rio con ironia.

—De acuerdo —dijo Schwartz—. Arthur, si consigo una entrevista…, si consigo colarsela al presidente aunque sea a la fuerza, ?puede hacer que venga Feinman, y pueden usted, Hicks y Feinman hacer todo lo posible para… ya sabe? ?Conseguir lo que nosotros no podemos?

—Si puede ser dentro de uno o dos dias como maximo, y si no hay retrasos.

—?Feinman esta tan enfermo como eso? —pregunto Rotterjack.

—Se halla bajo tratamiento. Es dificil.

—?Por que no pudo buscar usted…? Oh, no importa —dijo Rotterjack.

Feinman es el mejor —respondio Arthur a la medio formulada pregunta.

Rotterjack asintio sombriamente.

—Lo intentaremos —dijo Arthur.

Arthur camino por entre las multitudes vespertinas del Dulles, las manos en los bolsillos, sabiendo que el traje le colgaba por todos lados. Sabia tambien que su aspecto era el de un espantapajaros. Habia perdido casi cinco kilos en las ultimas dos semanas, y eso era algo que no podia permitirse, pero simplemente no tenia hambre.

Contemplo la pantalla de llegadas y salidas de las American Airlines, vio que tenia media hora hasta que aterrizara el avion de Harry. Podia elegir entre intentar engullir un bocadillo o llamar a Francine y Marty.

Arthur seguia intentando recordar el rostro de su esposa. Podia dibujar su nariz, sus ojos, sus labios, su frente, la forma de sus manos, sus pechos, sus genitales, el liso y calido estomago blanco y los pechos del color de la bruma a ultima hora de la manana, la textura de su espeso pelo negro. Podia recordar su olor, calido e intenso y como el pan, y el sonido de su voz. Pero no su rostro.

Eso la hacia aparecer como algo tan alejado, y a el como algo tan aislado. Tenia la impresion de haber pasado eones en oficinas y reuniones. No habia ninguna realidad en una oficina, no habia ninguna realidad entre un grupo de hombres hablando acerca del destino de la Tierra. Ciertamente, no habia ninguna realidad rodeando al presidente.

La realidad estaba en volver junto al rio, volver al dormitorio y la cocina de su casa, pero muy especialmente bajo los arboles, con el suave susurro del viento y la murmurante musica del agua. Alli estaria siempre en contacto con ellos, podria verse aislado y sin embargo no a solas, fuera de la vista de su esposa e hijo y sin embargo capaz de volver en cualquier momento a ellos. Si debia llegar la muerte, ?podia Arthur permanecer alejado de ellos, realizando siempre sus tareas de forma separada…?

El aeropuerto, como siempre, estaba atestado. Un enorme grupo de japoneses paso apinado junto a el. Sentia una atraccion especial hacia los japoneses, mas que hacia los extranjeros de su propia raza. Los japoneses estaban tan intensamente interesados y deseosos de relacionarse persona a persona. Rodeo el apinado grupo, paso junto a una familia alemana, marido y mujer y dos ninas intentando descifrar sus tarjetas de embarque.

No pudo recordar el rostro de Harry.

La cabina telefonica abierta, con su ineficiente medio huevo de plastico, acepto su tarjeta de credito y le dio las gracias con una calida voz femenina de mediana edad, de aspecto docente y sin embargo menos rigida, impersonalmente interesada. Sintetica.

El telefono sono seis veces antes de que recordara: Francine le habia dicho la noche antes que Marty tenia hora con el dentista por la manana.

Colgo y cruzo el vestibulo central en direccion a un snack, donde encargo un bocadillo de pastrami de pavo y una coca cola. Veinticinco minutos. Sentado en un taburete alto junto a una mesa diminuta, se obligo a comer

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