—Hermoso —dijo.
—?Que piensa hacer usted ahora, Edward? —pregunto Stella.
—Dar un paseo —dijo Edward sin vacilar—. Volver al desierto.
—Si alguno de ustedes quiere pasar algun tiempo en Shoshone… —Stella hizo una pausa—. Puede que suene estupido, lo mas probable es que todos ustedes deseen alejarse lo maximo de aqui cuanto antes, pero si quieren pueden quedarse en nuestra casa. Aunque supongo que tendran otras cosas que hacer.
—La verdad es que estamos desconectados —dijo Reslaw—. Yo, al menos.
Pasaron junto al general Fulton y al coronel Phan mientras el supervisor de guardia les escoltaba hasta un pequeno auditorio cerca de la oficina de informacion publica de la base. Un abogado de las Fuerzas Aereas hablo con ellos acerca de su futuro inmediato y les ofrecio asistencia legal, incluido actuar como su agente en las ofertas que pudieran recibir para escribir un libro o realizar una pelicula, de una forma completamente gratuita.
—Creo que soy bastante bueno en esas cosas, y lo mismo creen las Fuerzas Aereas —dijo—. No es nada obligatorio, por supuesto. Si no les caigo bien, el servicio pagara los servicios de cualquier abogado que ustedes elijan, sin discutir.
La conferencia de prensa fue una autentica prueba, pero afortunadamente fue breve…, solo media hora. Permanecieron sentados a solas tras una larga mesa mientras aproximadamente trescientos periodistas competian en hacer preguntas, una a una, a traves de microfonos a control remoto. Para Edward, las preguntas se mezclaron las unas con las otras: ?Como descubrieron al alienigena? ?Estaban realmente buscando naves espaciales y alienigenas? ?Van a demandar a las Fuerzas Aereas o al gobierno de los Estados Unidos? («No lo se», respondio Edward.) ?Que opinan de la nave espacial australiana? ?Del comunicado del presidente a la nacion? («Si estamos siendo invadidos», dijo Minelli, «su mensaje es una gilipollez.») Bernice Morgan, la madre de Stella, permanecia sentada en una seccion acordonada. Llevaba un vestido estampado sujeto con un cinturon y un amplio sombrero. Su rostro era tranquilo. A su lado se sentaba el abogado de la familia Morgan, mas viejo y mucho mas canoso que el consejero militar, vestido con un traje azul oscuro y aferrando un maletin portadocumentos.
A las tres estaban de vuelta al auditorio. Stella estaba de pie junto a su madre mientras su abogado discutia las circunstancias de su liberacion. Luego se ofrecio a representar a los cuatro detenidos, como los denomino.
Un sargento de estado mayor tendio a Edward una bolsa conteniendo las llaves de su jeep, y todos recibieron de vuelta sus efectos personales.
—Puedo llevarles a todos fuera de aqui —dijo Edward—. Si podemos eludir a los periodistas…
—Eso va a ser dificil. Si desean una escolta… —ofrecio el militar.
—No, gracias. Nos las arreglaremos.
Reslaw y Minelli se fueron con Edward. Stella acompano a su madre a la limusina del abogado.
—?Donde vamos? —le pregunto a Edward.
—Creo que aceptare su oferta, si aun sigue en pie —dijo Edward. Minelli y Reslaw asintieron.
—Esta en pie para todos.
El jeep y la limusina salieron por la puerta principal este de Vandenberg, huyendo del hacinamiento de periodistas. Unas cuantas camionetas cargadas con valientes camaras y unos pocos coches llenos de periodistas les siguieron, pero Edward consiguio librarse de ellos tomando una carretera secundaria a traves de Lompoc.
La ascension por el pozo no fue dificil; Rogers le habia indicado que era un trayecto mucho mas impresionante mental que fisicamente. Sin embargo, Arthur no estaba completamente seguro de por que hacia aquello. ?Que podia decirle el interior hueco del cono que no hubiera visto ya en las fotografias y el video de Rogers?
Sin embargo, tenia que hacerlo. Su confusion interior tenia que resolverse. Medio esperaba algun descubrimiento intuitivo. Y quizas algo hubiera cambiado…, un cambio que indicara donde se hallaba realmente la verdad.
Arthur trepo por el segundo recodo y se arrastro a cuatro patas a lo largo del ultimo tramo del tunel. A los pocos minutos emergia a la amplia antecamara cilindrica, y conecto la camara de video montada sobre su oreja.
Sus focos hicieron resplandecer las complejas facetas del lado opuesto de la camara principal. Camino hasta el borde de la antecamara y paseo el haz de su foco sobre la facetada enormidad catedralicia, intentando descubrir la luz roja que Rogers habia fotografiado. No pudo verla. Inspirando profundamente —como imagino que habia hecho Rogers antes—, apago todas sus luces y se sento con las piernas cruzadas a un par de metros del borde.
—Al menos se ha producido un cambio —dijo en voz alta a la grabadora.
Volvio a encender el foco y escruto intensamente las facetas, moviendo los ojos unos pocos grados, luego moviendolos de nuevo, intentando captar algun esquema o funcion evidente. Era hermoso, lo cual implicaba ya un esquema, pero mas alla de eso…
?Podian ser utilizadas todas aquellas facetas para enfocar algun tipo de impulsor de radiaciones? Si era asi, ?se hallaba el entonces en la garganta del impulsor, en la (actualmente) cerrada antecamara? ?Significaba entonces el tunel que penetraba en el monticulo una especie de valvula de seguridad, dejada abierta para evacuar el contenido de la camara despues del aterrizaje? No habia huellas de chorros ni de calor fuera. Quiza todo aquello habia sido eliminado despues del aterrizaje, durante el tiempo en que la nave era camuflada.
Aunque se pusiera de puntillas, no podia sujetar el foco lo suficientemente alto como para situarlo en el centro focal del cilindro de la antecamara, que estaba aproximadamente a dos metros por encima del alcance maximo de sus brazos alzados. Una simple escalera de mano…, y podria ver si las facetas reflejaban directamente el rayo de vuelta a el.
Incluso desde donde estaba, aquello parecia poco probable.
?Que pensaria Marty si supiera que su padre estaba en aquellos momentos de pie dentro de una nave alienigena? ?Que pensaria Francine?
La fria y oscura quietud era profunda, casi reconfortante.
Azarado, con el rostro enrojecido, Arthur se acerco de nuevo al borde y apunto su foco a las facetas que habia directamente debajo. Penso en los triples ojos color cereza del Huesped, emergiendo de la carne verdegrisacea que los cubria.
Intento refrenar su irrazonable rabia. Seguro que habia formas de meter un arma nuclear dentro de aquella camara. Las armas nucleares de mochila llevaban veinte anos sin fabricarse, y nunca habian sido probadas. ?Que otra cosa habia en el arsenal que pudiera ser metida dentro de la camara por uno o como maximo dos hombres?
El teniente coronel Rogers tenia que saberlo. Habia pensado en una contingencia asi antes de que Arthur suscitara el tema. Su reaccion —inmediata, brusca— lo dejaba bien claro. Si dos personas habian pensado en ello, entonces otras lo habrian hecho tambien. ?Como podian eludir la autoridad de Crockerman sobre todas las armas nucleares?
?De que serviria?
—Me gustaria haceros unas cuantas preguntas —dijo, manteniendo el microfono cerrado—. Solo entre un