Arthur cogio al nino en brazos y lo llevo de vuelta a su dormitorio.
—Tu y mama habeis hecho el amor —murmuro Marty mientras Arthur lo depositaba en su cama y lo cubria con las mantas.
—Estuviste escuchando, Orejas Grandes —dijo Arthur, sonriendo.
—Eso significa que quieres a mama. Y que ella tambien te quiere.
—Hummm.
—Y tu tienes que irte, pero volveras.
—Tan pronto como pueda.
—Si tenemos que morir, os quiero a los dos aqui, conmigo. Todos juntos —dijo Marty.
Arthur aferro la mano de su hijo durante un largo momento, sintiendo que se le humedecian los ojos y que su garganta se constrenia con amor y una profunda e inexpresable angustia.
—Empezaremos con el telescopio manana, y puedes mirar manana por la noche —dijo finalmente, en un ronco susurro.
—Asi podre verles cuando lleguen —dijo Marty.
Arthur se sentia incapaz de mentir. Abrazo firmemente a su hijo, y se quedo con el hasta que Marty cerro los ojos y su respiracion se hizo acompasada.
—Es la una —dijo Francine cuando Arthur se metio bajo las mantas a su lado.
Hicieron de nuevo el amor, y todavia fue mejor que antes.
—?Gauge! ?Perro malo! Maldita sea, Gauge, esto es pollo
—Lavalo —sugirio Arthur, pasando junto a Gauge y deteniendose sonriente en la puerta de la cocina.
Francine examino el pollo, aun entero pero profundamente marcado por las dentelladas, y agito la cabeza.
—Lo ha estropeado. Cada trozo tendra la marca de sus dientes.
—Mordiscos sobre mordiscos —dijo Arthur—. No esta mal.
—Oh, callate. Dos dias en casa, y
—Adelante, echame a mi la culpa —dijo Arthur—. Lo unico que me falta es un poco de culpabilidad domestica.
Francine volvio a dejar el pollo sobre la encimera y abrio la puerta corredera de cristal.
—?Martin! ?Donde estas? Ven a castigar a tu perro por mi.
—Esta fuera con el telescopio. —Arthur examino tristemente el pollo—. Si no lo comemos, sera la vida de otra pobre gallinacea malgastada —dijo.
—Tiene germenes de perro —argumento Francine.
—Infiernos, Gauge no deja de lamernos todo el tiempo. Es solo un cachorro. Todavia es virgen.
La cena —el pollo, quitada la piel y cuidadosamente guarnecido— fue servida a las siete. Marty parecio dudar sobre su porcion de muslo, pero Arthur le advirtio que su madre no iba a tolerar ningun comentario.
—Tu me hiciste cocinarlo —dijo ella.
—?Algo interesante? —pregunto Arthur a su hijo, senalando hacia arriba.
—Todo centellea ahi fuera —dijo Marty.
—?Es clara la noche? —quiso saber Arthur.
—Es lodosa y fria —dijo Francine.
—Hay montones de estrellas, pero quiero decir…, ya sabes. Centellean como lejanos fuegos artificiales.
Arthur dejo de masticar.
—?Las estrellas?
—Me dijiste que solo las supernovas brillaban mucho y luego desaparecian —dijo Marty seriamente—. ?Son eso?
—No lo creo. Vayamos a echar un vistazo.
Francine dejo caer su ala sobre el plato, disgustada.
—Adelante. Abandonad la cena. Arthur…
—Solo sera un minuto —dijo el. Marty le siguio. Tras detenerse en el porche de servicio para protestar un poco, Francine se unio a ellos en el patio trasero.
—Ahi arriba —dijo Marty, senalando—. Ahora no hacen nada —protesto.
—Hace un frio horrible aqui fuera. —Francine miro a Arthur con una pregunta no formulada en su rostro. Arthur examino intensamente el cielo.
—Ahi —dijo Marty.
Por un breve instante, una nueva estrella se unio a la panoplia. Unos segundos mas tarde, Arthur descubrio otra, mucho mas brillante, a un par de grados de distancia. Los destellos se hallaban todos dentro de un par de grados del plano de la ecliptica.
—Oh, Cristo —murmuro—. ?Y ahora que?
—?Es algo importante? —pregunto Francine.
—No lo se. No lo creo. Quiza sea una lluvia de meteoros. —Pero los destellos no eran meteoros. De eso estaba seguro. Podia llamar a una persona que seguramente lo sabria…, Chris Riley. Siempre Riley, un punto firme en un mundo que no dejaba de moverse.
En el estudio casi a oscuras, marco el numero de casa de Riley. Al primer intento comunicaba. Unos momentos mas tarde respondio Riley en persona, sin aliento.
—Hola, Chris. Soy Gordon, Arthur Gordon.
—Mi hombre. Exactamente mi hombre. —Riley hizo una pausa para recuperar el aliento—. Supe que habias arreglado una entrevista con Kemp y Samshow. Me gustaria estar ahi, pero tengo aqui un monton de trabajo. No he dejado de correr al telescopio y volver aqui. Tendria que instalarme un telefono ahi fuera.
—?Que ocurre?
—?Lo has visto? Por todo el plano de la ecliptica…, asteroides. ?Brillan como fuegos artificiales! Al parecer desde que anochecio. Acabo de obtener confirmacion de Monte Laguna, y alguien dejo un mensaje hace unos minutos desde el Pic du Midi, en Francia. El anillo de asteroides parece como un campo de batalla.
—Maldita sea —dijo Arthur. Miro por encima del hombro y vio a Marty y Francine de pie en la puerta. Marty tenia los brazos rodeando apretadamente la cintura de su madre.
—?Cuando va a decir algo ese equipo operativo? —pregunto Riley—. La gente empieza a ponerse furiosa, Arthur. El presidente abre su enorme bocaza, pero nadie mas dice nada.
—No podemos estar seguros de que tenga alguna relacion.
—?Arthur! ?Por el amor de Dios! ?Los asteroides estan estallando! ?Como demonios no puede tener ninguna relacion?
—Tienes razon —murmuro Arthur—. Manana vuelo a San Francisco. ?Cuantos destellos hasta ahora?
—Desde que he empezado a mirar, al menos un centenar. Parece que las cosas se precipitan.
Arthur se despidio y colgo. Los ojos de Marty eran tan redondos como los de un buho, los de Francine apenas un poco menos desorbitados.
—Todo va bien —dijo.
—?Ya ha empezado? —pregunto ella. Marty empezo a sollozar. Arthur no habia oido a su hijo sollozar desde hacia mucho…, meses, un ano quiza.
—No. Creo que no. Eso esta muy lejos, en el cinturon de asteroides.
—?Estas seguro de que no son estrellas fugaces? —pregunto Marty, con una racionalizacion muy adulta.
—No. Son asteroides. Estan mas alla de Marte, la mayor parte de ellos entre Marte y Jupiter.
—?Por que ahi fuera? —pregunto Francine.