—Pronto deberiamos empezar a estudiar el asunto de nuestro libro —dijo Minelli.

—Todavia no hemos recibido ninguna oferta —le recordo Edward.

—Estan… —Minelli parecio perder el hilo de sus pensamientos—. Reslaw cree que simplemente no recibimos ninguna oferta porque permanecemos escondidos. Quiza debieramos hablar con el abogado de las Fuerzas Aereas, o quiza con el abogado de la senora Morgan.

—?Realmente deseas escribir un libro ahora? —pregunto suavemente Edward—. ?Volver a todo lo que hemos pasado, cuando realmente nadie sabe todavia lo que va a ocurrir?

—Quieres decir, por que intentar algo hasta que todo haya pasado…

Edward asintio.

—Podemos permanecer aqui otro par de dias, pasar algun tiempo fuera en el desierto…

—Lejos del Valle de la Muerte.

—Correcto. Y luego regresar a Austin y esperar que los periodistas nos hayan olvidado.

—Ni en suenos —dijo Minelli.

Reslaw entro en el cafe y se deslizo en el asiento al lado de Minelli. Extrajo un ejemplar doblado del New York Times de debajo del brazo y lo abrio en un espacio libre encima de la mesa. Los titulares decian:

UN OBJETO MISTERIOSO SE MUEVE DENTRO DE LA TIERRA

—Ahi es donde deberiamos estar —dijo Reslaw, senalando la foto de una sala de conferencias en el St. Francis Hotel—. Hablando con esa gente. —Habia fotos de Kemp, Sand y Samshow en la pagina siguiente.

—?Que podriamos decirles? —pregunto Edward—. ?Que sabemos nosotros que ellos no sepan?

Reslaw se encogio de hombros.

—Al menos estariamos haciendo algo util.

—Si desearan hablar con nosotros, nos lo hubieran hecho saber.

—El presidente vino a hablar con nosotros —recordo Minelli—. Y mirad lo que hizo. Traemos el mal de ojo. ?Habeis pensado alguna vez que acaso el alienigena puso algo en todas nuestras mentes…? —Hizo un gesto vago hacia su sien, con los ojos muy abiertos—. ?Algo que nos hace estupidos y debiles? Quiza este haciendo que el presidente diga cosas que no quiere decir.

Edward miro a Reslaw.

—?Tienes algo en tu cabeza?

—No que yo pueda sentir.

—No es imposible —dijo Minelli.

—No —admitio Edward—, pero es malditamente paranoico, y eso es lo ultimo que necesitamos, mas miedo.

Minelli dio la vuelta al periodico y leyo en silencio el articulo.

—Stella dice que hay mas gente de la habitual en la carretera, deteniendose en el motel y en el aparcamiento de caravanas —dijo Reslaw—. La mayoria van al cono de escoria. —Refreno una risa ironica y sacudio la cabeza—. Recuerdo una vieja historieta de los «Peanuts», con Snoopy. El fin del mundo se acerca, asi que el se esconde debajo de una sabana. Con agujeros hechos para los ojos. —Trazo circulos en torno a sus ojos con los dedos y miro a Edward.

—Deja eso —dijo Minelli suavemente—. Estas actuando como yo. Solo se permite un loco en este grupo.

—?Que te da a ti privilegios? —pregunto Reslaw, tambien suavemente.

—Mi debilidad de caracter. Esta en mis informes. —Minelli tendio el periodico a Edward—. Esto va a enviarles realmente en barrena. Lo llaman la pistola humeante, sea lo que sea eso. Quiza ya hemos recibido el tiro en la cabeza, solo que todavia no hemos muerto.

—Tienes debilidad con las palabras —dijo Reslaw, contemplando la palma de su mano. La camarera se acerco de nuevo, y encargo un batido de leche y una hamburguesa.

Edward termino de leer el articulo y se puso en pie, dejando su propina sobre la mesa.

—Si todo el mundo va a ir de acampada al desierto, no tiene sentido que busquemos soledad. Deberiamos irnos de aqui y volver a Austin, y dejar a esa buena gente sola.

—Eso tiene sentido para mi —dijo Minelli.

—?Que hay del asunto del libro? —pregunto Reslaw.

—A la mierda fama y fortuna. ?Quien va a tener tiempo de gastar el dinero?

Stella habia invitado a Edward a dar un paseo a caballo aquella tarde. Cargaron cuatro balas de alfalfa en el jeep de la Compania Morgan y condujeron hasta un destartalado corral a algo mas de un kilometro fuera del pueblo. Tres caballos —un ruano, un zaino y un pequeno y energico pinto— permanecian con las orejas atentas en medio de un amplio pasto.

—No he tenido tiempo de cabalgar desde hace meses —dijo Stella, alzando una bala de la parte de atras del jeep y llevandola hasta un medio demolido corral dentro de la verja. Los tres caballos se acercaron cautelosamente, agitando las colas—. Ahora ya son medio salvajes. —Le sonrio, sacudiendose la paja de las mangas de su Pendleton—. ?Un desafio?

—Soy un aficionado. Hace anos que no monto.

Los caballos se acercaron a oler la alfalfa, luego empezaron a comer. Stella acaricio el cuello del pinto y este la miro con un ojo palido y salvaje, aunque no se resistio a su caricia.

—Esta es Star. Siempre fue mi yegua. Cuando volvia de la escuela cabalgaba con ella por todo el desierto, hasta los lechos de opalo y las excavaciones indias y cruzando los lechos secos de los arroyos. Nos lo pasabamos bien, ?verdad?

Star mastico alfalfa.

—Deberia montar al zaino, se llama Midge —sugirio Stella—. Midge tiene buen caracter. Dese a conocer.

Edward se acerco al zaino y acaricio su cuello y crin, murmurando:

—Buen caballo, asi, buen chico.

Al cabo de unos pocos minutos de aclimatar de nuevo a los caballos a la compania humana, Stella trajo dos mantas y dos sillas del jeep. Star acepto la manta nerviosamente, Midge con resignacion.

—Primero los montare yo —dijo Stella—. Los probare y hare que se acostumbren al jinete. —Ajusto la cincha de Star y monto facilmente. La yegua pinta se aparto de la alfalfa y recorrio el corral nerviosamente, luego se detuvo y pateo la suave tierra y la paja vieja de un rincon. Stella desmonto y se acerco a Midge. Edward retrocedio.

Monto a Midge con la misma gracia. Midge retrocedio de la alfalfa y se encabrito, arrojando a Stella de espaldas al suelo. Edward lanzo un grito y agarro las riendas, manteniendose alejado de los agitantes cascos. Cuando hubo guiado al caballo lejos, lo dejo en un rincon y regreso a ayudar a Stella a ponerse en pie.

—Estoy bien —dijo ella—. Solo azarada. —Se sacudio los tejanos con rapidos y disgustados golpes.

—Asi que tiene buen caracter, ?eh? —murmuro Edward.

—Es su caballo, evidentemente.

—Intentare convencerlo de ello.

Unos minutos mas tarde, Midge acepto el peso de Edward sin protestar, y Stella condujo la yegua pinta hasta su lado. Se dirigieron al extremo mas alejado del corral y ella desmonto para alzar la puerta de madera blanqueada por el sol.

Shoshone, como la mayor parte de los pueblos del desierto de la zona, se alzaba sobre una fuente termal de agua caliente que derramaba centenares de litros de agua por minuto al desierto, y asi habia estado haciendolo, sin interrupcion, desde hacia decadas. El agua formaba un riachuelo que serpenteaba por debajo de la California 127. sobre substratos de borax cubiertos con hierba y matorrales, adornados con densas franjas de espadana a lo largo de sus orillas.

Cruzaron el arroyo y penetraron en la aridez del desierto mas alla, llegando finalmente a una ladera de

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